La Desescolarización Del Mundo Patas Arriba
Enviado por MariaAngie_e • 8 de Abril de 2013 • 4.764 Palabras (20 Páginas) • 512 Visitas
El lenguaje cambió considerablemente, los conceptos se alteraron, y para describir el mundo tal y como hoy lo conocemos ya no basta decir simplemente que se trata de «la crisis del capitalismo más profunda en la historia moderna de la humanidad»: es necesario presentar pruebas. Y esto es lo que se propone el presente libro. Patas arriba. La escuela del mundo al revés (1998), basado en numerosos «estudios de casos», pone en evidencia las máscaras del sistema: en sus aulas enloquecidas rigen los valores invertidos con los que el capitalismo mantiene y justifica su poder global. Por un lado, el libro puede leerse de un modo informativo: es posible que nos interese saber cómo y por qué se impuso la creencia de que «otro mundo no es posible». Por otro, puede leerse de un modo transformativo: tal vez nos despierte, incite y desafíe a empezar a reflexionar de una manera distinta sobre cuestiones que nos parecen obvias. En tal caso, esta peligrosa lectura no sólo influirá en nuestros pensamientos, sino también en nuestra relación con el mundo. Y parece que fue con este propósito que su autor, el escritor uruguayo y apasionado del fútbol, Eduardo Galeano, acordó una alianza secreta en complicidad con su compañero ausente, José Guadalupe Posada, el artista mexicano de principios del siglo veinte.
Galeano obtuvo reconocimiento con Las venas abiertas de América Latina (1971). Obra en la que escribió aquellas páginas que la historia, esa bella durmiente (o ese «monstruo», depende del punto de vista), normalmente omite. Partió de la tesis de que «el subdesarrollo no es una etapa del desarrollo, es su consecuencia»; expuso los extravíos de los conquistadores e inquisidores, y luego de los economistas y tecnócratas convencidos de que América Latina sigue viviendo en la «infancia del capitalismo»; y, después de noventa noches en vela, en la oscilación entre el estremecimiento producido por cafeína y la concentración, entre las emociones y el riguroso trabajo mental, a finales de 1970 concluyó un extenso «panfleto político» de más de trescientas páginas al que no pronosticó más que «dos o tres años de vida». El propio libro demostró cuánto se equivocaba. Pero no en lo referente a su tesis sobre el desarrollo desigual y sus «modelos de éxito», tan devastadores para la mayoría de la población mundial – modelos en los cuales está basado también Patas arriba –, sino en cuanto a su «esperanza de vida». Aunque la ironía de Las venas abiertas molestó a los gobernantes sin sentido del humor pero con mucho sentido del terror estatal, sobrevivieron ambos: Galeano en el exilio – entre los años 1973 y 1976 en Buenos Aires, luego en Barcelona donde vivió y escribió hasta que en 1984 regresó a su Montevideo natal – y el libro, sobre todo en América Latina, donde por aquel entonces lo rescataban de las autoridades, lo ocultaban en los pañales, se lo pasaban de mano en mano, lo leían en los autobuses y en los metros, lo citaban en los encuentros y en las reuniones secretas. Las venas abiertas sigue siendo hoy una de las obras esenciales no sólo para entender la otra historia de América Latina, sino sobre todo para comprender la rabia humana ante el desenfrenado despojo de las riquezas terrenas y subterráneas del continente.
En cierto sentido, Patas arriba. La escuela del mundo al revés es la continuación de Las venas abiertas de América Latina. Es verdad que entre ambas obras transcurrieron casi treinta años, pero el mundo sigue regido por las mismas leyes básicas: con la exportación de las riquezas naturales todavía se importa la miseria humana; los mayores comerciantes de armas todavía son los más fervientes pacifistas; y los peores contaminadores, los más entregados a la doctrina verde. Pero no obstante, como dice Galeano, hace tres décadas existía la convicción de que «la pobreza era fruto de la injusticia», mientras que hoy «es el justo castigo que la ineficiencia merece». Por eso, en Patas arriba, que apunta no sólo a América Latina sino al planeta entero, Galeano pregunta otra vez: ¿de qué manera está conectada la pobreza con la injusticia? ¿Cómo están vinculados la ciencia y el derecho internacional con el racismo? ¿Cómo se justifican las leyes que excluyen a poblaciones enteras o incluyen solamente a aquellos individuos «productivos» que pueden ser impunemente desgastados y después de uso (y abuso) desechados? ¿Por qué las desigualdades económicas y sociales dentro del sistema capitalista sólo pueden aumentar? Y también: ¿cuánto cuestan hoy los asesinatos de las personas y de los países? ¿Cómo hoy ejercen el poder, en lugar de las rígidas dictaduras militares, las dictaduras de los medios de comunicación y del capital financiero? ¿Adónde viaja el dinero y por qué, de forma inversamente proporcional al considerable progreso tecnológico, las horas de trabajo están aumentando, los salarios disminuyendo, y la seguridad social, con las restantes condiciones para una vida digna, desapareciendo? ¿De qué manera el tiempo libre y el estudio también se han vuelto dependientes del trabajo? ¿Cómo se han roto tantos vínculos de solidaridad? Y para hacernos comprender cómo de verdad funciona este mundo, el mundo al revés, Galeano nos invita a una escuela en la que imparten clase distinguidos expertos, todos ellos catedráticos de Neoliberalismo; a una escuela que instruye sobre la importancia del egoísmo, la competencia, la traición al prójimo y el autoengaño para el crecimiento personal y el éxito en la vida; a una escuela donde se enseña «Curso básico de injusticia», «Curso básico de racismo y de machismo», etc. Pero Patas arriba no es «un libro fatalista». A pesar de que la solidaridad en la lucha contra el sistema de la época de Las venas abiertas se ha convertido en la lucha de uno contra otro y de todos contra todos, y aunque el dinero es el único fundamento firme (sólido) en el capitalismo tardío, Galeano no propone un «suicidio colectivo». Al contrario, para tratar los «temas depresivos» usa las armas del humor y de la ironía.
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La primera publicación de Galeano, una caricatura política, aparece en el periódico montevideano El Sol. Más tarde es corresponsal y editor del influyente semanal uruguayo Marcha, cuyo archivo es destruido por entero durante la dictadura de Bordaberry. Edita el diario Época y dirige una editorial universitaria. Exiliado en Buenos Aires funda y publica la revista Crisis hasta su partida a Barcelona. Después de volver a Montevideo, en colaboración con antiguos colegas editores, retoma las ideas de crítica social de la Marcha: en 1985 fundan el semanal la Brecha. Con Adolfo Pérez Esquivel, Ernesto Cardenal, Tariq Ali y otros, forma parte del consejo consultivo de TeleSUR, con sede en Caracas, que hoy, junto con Al-Jazeera
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