La Evolucion De Las Familias
Enviado por daniriva • 16 de Noviembre de 2013 • 3.657 Palabras (15 Páginas) • 433 Visitas
La evolución de las familias y los hogares en México
Podemos observar a través de los años que el tamaño, estructura y etapa del ciclo familiar constituyen factores importantes respecto a las oportunidades y vulnerabilidades que se vivirán ante las situaciones económicas adversas.
Resulta interesante que los hogares con ingresos menores son los que tienen mayor número de integrantes en su familia, estos suelen ser más grandes que los de los hogares que tienen altos ingresos. Creo que esto se debe a la falta de planificación familiar en los hogares de menores ingresos, tal vez porque los integrantes de dichas familias no han tenido la oportunidad de recibir una buena educación. Y en realidad son los hogares que tienen mayor responsabilidad con relación a la alimentación, educación, manutención y cuidados de los menores de edad y de adultos mayores.
El tamaño y estructura de los hogares es lo que define cuanta vulnerabilidad se tendrá para obtener los ingresos necesarios para subsistir. Para ello las condiciones económicas adversas influyen y llegan a limitar la capacidad de los hogares para mejorar sus condiciones.
Los hogares pasan por diversas etapas en su ciclo de vida las cuales son:
* Etapa de Formación: Son hogares donde el jefe(a) tiene entre 15 y 24 años de edad.
* Etapa de Expansión: Son hogares donde el jefe(a) tiene entre 25 y 44 años de edad. Aquí la dependencia infantil y de la tercera edad es modesta.
* Etapa de Fisión: Son hogares donde el jefe(a) tiene entre 45 y 64 años de edad. Esta es la época en la cual los hijos comienzan a abandonar el hogar nuclear para formar los propios.
* Etapa de Reemplazo: Son hogares donde el jefe(a) tiene entre 65 años o más de edad.
Respecto a estas etapas cabe mencionar que en la etapa de “Reemplazo” los hogares tienen gran desventajas ya que cuentan con bajos recursos y enfrentan mayores
La familia tradicional que hemos podido deducir en los testimonios de los informantes colaboradores de esta investigación, era de tipo nuclear: el matrimonio (padre y madre) y los hijos. La casa donde vivían dos matrimonios de la misma familia de distinta generación, familia extensa, era una situación transitoria, no propia en estas tierras zamoranas es que éramos siete en casa, mi padre, mi madre, mi abuela y cuatro hijos…”
En cada casa había un matrimonio y los hijos solteros. También había mucho de esto… un tío, una tía, o la madre de uno. Y eso sigue igual…”
Yo, en casa de mi padre, pues nos juntábamos cuatro hermanos, y tenía sólo una habitación… porque vivía mi abuela con nosotros…”
En esta familia nuclear, además del matrimonio y los hijos, podía darse la presencia de algún familiar directo de uno de los cónyuges de la generación anterior, el padre (el abuelo), la madre (la abuela), un tío, una tía, etc.
La tendencia constante, ratificada por nuestros informantes, siempre ha sido la neo localidad, según la cual los hijos, una vez casados, salían de la casa paterna y creaban una nueva familia nuclear. Decía el refrán, y hoy también es válido su consejo, que “el casado, casa quiere”.
Pero ante la dificultad de hacer o disponer de una casa nueva, cada cónyuge del nuevo matrimonio vivía, comía y trabajaba en su casa de origen, durmiendo juntos todas las noches en casa de la esposa. Este hecho podía hacer creer que el nuevo matrimonio se había integrado en la casa de los padres de la esposa (uxorilocalidad). Si en el plazo de los tres o cuatro años que duraba esta situación tenían descendencia, los hijos vivían con la madre.
Casi siempre ocurría que aquí te casabas y te tirabas dos o tres años tú con tu madre y él con su padre y con los suyos”.
Cuando por fin se establecía la nueva familia en su propia casa, ésta contaba con las posibilidades económicas que se derivaban del tipo de familia de origen. No olvidemos que en esta sociedad agrícola no había permeabilidad social, el rico se casaba con el rico y el pobre con el pobre.
(si era rico)… para casarse tenía que tener tanto como él, o si no, debía encontrar un igual, un médico, o se quedaba monja o soltera. El la familia normal (en las casas de pegueros o medio labradores), si tenía una pareja mulas y era rentero y trabajaban todos en casa, el que se casa, sale de casa y a vivir a jornales, y se quedaba el soltero… y repartían cuando moría el padre. Al hijo que se casaba se podían dar unas fanegas si tenía algo. La cosa era que… si tenías media collera, había que juntar otra media collera para hacer una yunta… ese era el dicho.”
Desde el punto de vista económico vemos que la nueva familia estaba marcada por el tipo de casa a la que habían pertenecido sus componentes. Esa identidad (ser casa rica y fuerte con mucha tierra, ser casa de medio labrador, o ser casa de criado, jornalero o familia pobre) determinaba las posibilidades de sus miembros de encontrar pareja para hacer una nueva familia. Algún informante destacaba el hecho de que cuando rondabas a “una moza guapa”, pero hija de familia pobre, si tenías “media collera”, debías buscar otra chica que tuviera la otra “media collera”, aunque fuera menos agraciada: si tenías unas posibilidades económicas medianas debías buscar otra pareja que tuviera idéntica o mejor posición económica, pero nunca una pareja de inferior categoría. Los matrimonios se formaban, en cierto modo, “de conveniencia”.
La identidad de la familia podía pervivir casi inmutable al haber poca permeabilidad social tanto en el escaso grupo de casas fuertes como en el de las casas de medios labradores. Las casas pobres tenían la posibilidad, con el paso del tiempo y el trabajo de las generaciones, de llegar a ser medio labradores (“más valía ser un amo que lo pase mal, que un buen criao”), logrando unas tierras en renta y un animal de trabajo en “aparcería” con otro vecino, o un par de vacas o bueyes, o, en el peor de los casos, un par de burros.
Pero el traspaso de bienes de una generación a otra ponía cíclicamente en crisis la identidad de cada familia. Llegados a este punto, hacemos hincapié en el hecho de que el concepto “casa” tal como se entiende en el norte y nordeste peninsular (institución que pervive indivisible a lo largo del tiempo y a la que están supeditados los que a ella pertenecen) no debemos aplicarlo a los paisanos de esta zona zamorana y, si es el caso, solamente sería válido entre algunas casas ricas o fuertes. Cuando una generación transmitía los bienes a la otra, la norma general era repartirlos entre los descendientes legítimos a partes iguales.
Los cambios sociales acaecidos desde la segunda mitad del siglo XX han tenido como uno de los principales protagonistas a la
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