La Junta De Valldolid
Enviado por • 7 de Noviembre de 2013 • 2.456 Palabras (10 Páginas) • 308 Visitas
“La controversia de Valladolid”
La posición de Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda en la junta de Valladolid en el periodo de 1550-51 y las consecuencias que tuvo para el trato indígena
La junta de Valladolid fue el debate que se desarrollo entre los años 1550 y 1551 en la capilla del colegio de san Gregorio de Valladolid, bajo orden expresa del emperador Carlos V tras una petición previa del consejo de indias al soberano para que los convocados “trataren y platicaren sobre la manera como se hicieran estas conquistas, para que justamente y con seguridad de conciencia se hicieren”.
En efecto, el objetivo de esta junta tenía dos aristas, una de derecho que era debatir sobre la justicia o injusticia de la guerra contra los indios y la otra, una cuestión de hecho, era discutir si los indios se encontraban en un estado de inferioridad y barbarie tal que se justificaba por derecho natural la guerra para liberarlos de tal situación.
El debate tendría como protagonistas a dos figuras que ya desde hace un tiempo venían arrastrando rencillas entre si, por un lado estaba defendiendo la causa indígena el fraile dominico Bartolomé de Las Casas, el cual había pasado más de 30 años luchando por la protección de los naturales ante el maltrato español en el nuevo mundo y en la contraparte estaba un afamado humanista de la época, el doctor Juan Ginés de Sepúlveda, encargado de la defensa de los conquistadores y los modos hasta ahí utilizados, las guerras justas.
El padre dominico fue el gran defensor de la causa india. Gracias a sus presiones se promulgaron muchas leyes protectoras a favor de lo naturales y proyectos de colonización pacifica, como el realizado en Verapaz entre 1537 y 1550. Siempre busco convencer a los Reyes de Castilla de la necesidad de que en la sociedad indiana los colonos y los indios pudieran llegar a tener una convivencia pacífica, ya que ambos grupos estaban compuestos por seres racionales y libres con los mismos derechos como súbditos de la corona de castilla. Y veía la necesidad de evangelización de los pueblos nativos como única causa legítima de la conquista del nuevo mundo.
Su contrincante, el cordobés Sepúlveda, cronista del emperador, era un fiel seguidor de Aristóteles y defensor de su tesis en la que existía una división natural entre los hombres por la que los más sabios, racionales y prudentes debían dominar a los mas ignorantes incluso utilizando la fuerza para liberarlos de su salvajismo. Esto, creía él, daba derecho a los españoles a conquistar las indias y a civilizar a los nativos en virtud del mandato del papal.
La celebración de la junta supuso un hito sin precedentes, ya que fue la primera vez que una nación y su rey pusieron a discusión la justificación jurídica de una guerra que ellos mismos estaban llevando a cabo, “fue en 1550, el mismo año en que el español había alcanzado el cenit de su gloria. Probablemente nunca, ni antes ni después, ordeno como entonces un poderoso emperador la suspensión de sus conquistas para que se decidieran si eran justas”. Esta fue precedida ante un tribunal compuesto por quince teólogos y juristas entre los que destacaban Melchor Cano y Domingo de Soto, dos teólogos dominicos de la escuela de salamanca, y tres especialistas en cuestiones americanas; el franciscano Bernardino de Arévalo, el consejero de indias Gregorio López y el enviado especial de la corona e inquisidor Francisco Tello de Sandoval.
El gran debate comenzó a mediados de julio de 1550, Sepúlveda argumento apoyándose en una de sus obras, democrates alter, donde intentaba compatibilizar la servidumbre aristotélica y la moral cristiana y postulaba la necesidad de la guerra contra los indios como medio para difundir la religión cristiana una vez agotadas la vías pacíficas de resolución de conflictos, y así encontrándose ante una causa justa, la guerra tendría justificación. De gran importancia también le fue la historia general y natural de las indias de Gonzalo Fernández de Oviedo.
Desde una postura antagónica respecto a la de Sepúlveda, Las Casas afirmaba que la guerra debía evitarse de cualquier modo, ya que la evangelización no podía hacerse a través de la imposición, si no que el acercamiento de los misioneros a los indios debía realizarse a través de un contacto amistoso que facilitase la propagación de la fe cristiana.
Las Casas contraargumento las ideas de Sepúlveda a través de su apología, en la cual se dedicaba a demoler la doctrina que había expuesto el cordobés en su democrates alter.
La exhaustiva documentación, formada fundamentalmente por la apología, presentada por Las Casas obligo a posponer la junta, a mediados de septiembre, para poder resumir los argumentos de ambos contendientes. La cual se reanudo seis mese más tarde, en abril de 1551.
Pese a que tanto el fraile como el jurista tenían como fin la cristianización de los indios, diferían en los métodos; Sepúlveda prefería la vía bélica y Las Casas abogaba por el método pacifico, cada uno buscaba demostrar las debilidades en la postura de su adversario.
La idea fundamental expuesta por Sepúlveda se apoyaba en Tomas de Aquino, quien había establecido siglos antes “que se pueden empeñar guerras con justicia cuando la guerra es justa y cuando la autoridad que conduce la guerra es legítima, llevándola con espíritu recto y de manera correcta.”
Según el natal de Pozoblanco era licito y necesario la guerra previa a los naturales para luego proceder a su evangelización por cuatro razones:
1-A causa de su rudeza animal, que los obligaba a servir a personas de naturaleza más refinada, como los españoles.
Sepúlveda sostiene que con el mejor de los derechos los indios son sometidos al poder de los cristianos por la naturaleza barbará de aquellos pueblos. Para Sepúlveda, apoyado en la doctrina aristotélica-tomista, existía una división natural entre los pueblos, de los cuales unos, los barbaros, por su condición de “esclavos por naturaleza” siguiendo a Aristóteles, debían obedecer a los otros. Si se resistían y los medios pacíficos no eran suficientes para persuadirlos, deberían ser sometidos por las armas. “porque los indios son o al menos eran, antes de caer bajo el dominio de los cristianos, todos barbaros en sus costumbres y la mayor parte por naturaleza sin letras ni prudencia y contaminados con muchos vicios barbaros”. Pero no hay que pensar que Sepúlveda seguía de manera literal la expresión “esclavos por naturaleza” ya que según el jurista los indios debían ser tratados “como de adulto a niño, de hombre a mujer” ósea, más bien apelaba a tener una
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