La Verdad Sobre La Historia
Enviado por chuncoco • 3 de Septiembre de 2014 • 1.057 Palabras (5 Páginas) • 214 Visitas
Las autoras plantean como tesis de su trabajo que “El escepticismo y el relativismo resultan de la insistente democratización de la sociedad norteamericana”, ya que, en las décadas posteriores a la segunda guerra mundial hubo un aumento significativo de estudiantes universitarios, y con ello también surgió un sentido crítico para con el conocimiento y su metodología abriéndose así a nuevos paradigmas a la hora de realizar una investigación, así como también la educación universitaria comienza a abrirse a segmentos sociales que antes estaban marginados de dicha instancia como son las mujeres, inmigrantes y proletarios, los que, a pesar de tener acceso a los estudios universitarios sufrieron gran exclusión una vez dentro de las universidades. Las autoras plantean que esta exclusión fomentó el surgimiento del pensamiento crítico frente al conocimiento asegurando que tanto el escepticismo como el relativismo, en aquellos años fue una forma de “aliviar las penurias de la exclusión”.
Las autoras, como parte de esta generación de universitarios excluidos y críticos de Estados Unidos, defienden la existencia del escepticismo frente a las certezas del conocimiento y las metodologías científicas pero hacen un alcance, si bien están a favor de la democratización de la enseñanza y del escepticismo, hablan de un “escepticismo sano” que lleve a una investigación que apunte a un enfoque multicultural de la historia, criticando al nihilismo vinculado al relativismo actual porque apuntan a una mayor democratización de la educación con debates respecto al objeto del conocimiento y su objetividad.
Pero, ¿De dónde surge este cambio paradigmático? una posibilidad planteada por las autoras es que a mediados del siglo XX surgen historiografías basadas en identidades grupales de sectores antes no tomados en cuenta como las mujeres, proletarios y minorías étnicos, como también, el surgimiento de “sociologías del conocimiento”. Esto tras la caída de los “antiguos absolutismos intelectuales” (como los denominan las autoras).
Con éste cambio de paradigma en el conocimiento han surgido una nueva masa de críticos que han revisado libros para todos los niveles educacionales catalogándolos de “eurocéntricos, racistas, sexistas y homofóbicos” argumentando que se han desestimado los aportes de mujeres, homosexuales y minorías en virtud de los logros del hombre blanco.
Hacia la mitad del siglo XX, con el aumento de la población estudiantil y con la democratización de la educación surge, como se dijo, una masa crítica que sufrió una importante exclusión dentro de las universidades. Las autoras señalan que la exclusión sirvió como una suerte de impulso para los sectores críticos del cuerpo estudiantil.
A posteriori, cuando ésta generación comenzó a practicar la docencia el escepticismo y el relativismo estaba tan instaurado en la sociedad que las antiguas certezas en el conocimiento, tanto científico como histórico ya no existían y “ya nadie creía que los métodos de investigación científica pudieran fundamentar toda modalidad de saber” y se comenzaba a pensar que el avance científico podía representar riesgos.
Las autoras al ser de la generación de estudiantes críticos elaboraron preguntas que incentivaban al debate del conocimiento histórico y científico; preguntas como “¿la historia de quién?, ¿la ciencia de quién? ¿A qué intereses sirve esa historia y esa ciencia?”, como también se cuestionan si la historia es realmente
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