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La crisis del Imperio romano en el siglo III

Leche.eTutorial11 de Noviembre de 2013

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La crisis del Imperio romano en el siglo III

1. La decadencia económica

Admirablemente dotados para las empresas políticas, los romanos carecieron (como todos los pueblos que han llegado a la hegemonía por el camino de la guerra) de una certera visión de los problemas económicos. La conquista militar les había entregado los excedentes de riqueza de las provincias. Y siguieron apropiándose, por el sistema de tributación, de los nuevos sobrantes que se iban produciendo. Esta política económica absorbió el capital que las provincias necesitaban para conservar su ritmo de producción. El grupo de financieros romanos que acaparaban los beneficios no los empleó nunca, ni parcialmente, en inversiones que crearan nuevas fuentes de riqueza en la agricultura, en el comercio o en la industria. Colocaron sus bienes en fincas rústicas y en lujosas residencias campestres.

La Roma antigua había sido un pueblo de labradores, y la agricultura romana proporcionaba aún rendimientos satisfactorios cuando, a mediados del siglo I el español Columela escribió el tratado de agricultura más completo de la ciencia antigua. Pero a poco empezó a faltar mano de obra. Esta escasez fue consecuencia de la despoblación y de la merma del número de esclavos.

La explotación capitalista del agro romano había entrado en el siglo ni en una decadencia de la que ya no se recuperó la sociedad romana. El sistema de rotación de cultivos bienal agotó tierras de labor muy feraces. Las grandes propiedades trabajadas por esclavos fueron dedicadas a cultivos extensivos. Así se inició un retorno a la economía natural, que tenía que generalizarse en los últimos tiempos del Imperio de occidente.

Insuficiencias técnicas

Con la Pax romana disminuyó el acopio de esclavos, esas multitudes que parecían inagotables, y que las guerras habían dado tan pródigamente. La escasez de esclavos pudo haberse compensado con una política fiscal moderada, que estimulara a los agricultores libres, o bien con el perfeccionamiento de las técnicas de cultivo. Los arados eran demasiado ligeros para cavar la tierra profundamente. No se tiene noticias de otras máquinas agrícolas que no fueran las prensas para aceitunas o para uvas. Nada más revelador de los negativos resultados de la política económica del Imperio que lo acaecido en Egipto. En el valle del Nilo no fallaron nunca las más favorables condiciones naturales: una tierra incesantemente fertilizada por los arrastres del río, riego abundante, clima propicio, labriegos experimentados, alta natalidad de la población campesina. Pues bien: desde la conquista romana hasta que Roma perdió el dominio del país la producción agrícola de Egipto disminuyó progresivamente.

Como el declive de la producción agrícola empezó en Italia, Roma tuvo que ser abastecida por las provincias. Egipto y Africa suministraron el trigo que la gran ciudad necesitaba. Cuando los cultivos de la vid y del olivo declinaron en la península italiana, Grecia, España y el sur de la Galia, enviaron a Roma sus vinos y sus aceites. Las exigencias del abastecimiento de Roma requerían un aumento del volumen de los transportes marítimos cuando empezaba a faltar la mano de obra y se iniciaba la piratería en el Mediterráneo.

La producción económica suplida por la conquista militar

La minería romana se limitaba a cavar superficialmente el suelo, debido a lo cual las minas de oro y plata se agotaron., Trajano había vuelto a la política tradicional de Roma: recurrir a la conquista territorial para cubrir la penuria de capital y de mano de obra. Y así es como la campaña de Dacia (101 106) proporcionó un considerable alivio a las necesidades del Estado romano. Adriano había realizado una reforma administrativa para mejorar la base económica y social del Imperio. Pero el problema era más económico que administrativo. Como no se mejoraron ni modernizaron los cultivos, la eficiencia de la administración sirvió sólo para incrementar los gastos imperiales. Una burocracia numerosa y bien pagada vino a embeber el capital que tanto las explotaciones agrícolas como la industria y el comercio necesitaban. La moneda se desvalorizó, la especulación se hizo general y los precios subieron rápidamente.

2. La crisis social

La oligarquía senatorial

La nobleza romana, el patriciado, era una aristocracia de grandes terratenientes, ociosos y cultos, que habían gobernado la República por medio del Senado. En la época imperial perdieron el poder político.Muchas de estas antiguas y nobles familias, romanas o itálicas, desaparecieron en las guerras civiles o fueron diezmadas por la dinastía Julia Claudia o se extinguieron. Su puesto en el Senado fue ocupado por representantes de la aristocracia provincial (de Galia, de España, de Oriente, de Grecia) y por miembros del orden ecuestre, que habían servido a Augusto en las,, guerras civiles y que fueron ennoblecidos por el emperador. Esta heterogénea nobleza desempeñó los altos cargos de la Administración y del Ejército, y, como la vieja oligarquía, sintió vinculado su bienestar económico a la posesión de fincas rústicas.

Sin la cohesión de la antigua nobleza romana, el Senado imperial fue una institución débil, que los Antoninos manejaron con facilidad. Sin embargo, de este Senado disminuido emanaba nominalmente el poder en el siglo III, antes de la reforma de Diocleciano

Los caballeros

El segundo estamento de la sociedad romana era el llamado orden ecuestre, formado por la gran burguesía romana o itálica. En la época imperial fueron incorporados al orden ecuestre muchos aventureros enriquecidos. Esta clase social era la más activa e inteligente. Su finalidad, corno la de la nobleza, fue siempre el acceso a la gran propiedad territorial. Los caballeros llegaban a convertirse en latifundistas después de servir al emperador en la administración y en los mandos del ejército.

La burguesía provincial

El tercer estamento social estaba constituido por la burguesía. fue la clase privilegiada de las provincias, Las ciudades eran las células del Imperio. Sus clases superiores, los honestiores, o burgueses, las administraban. Sus clases inferiores, los humiliores, trabajaban o servían en el ejército como tropas auxiliares.9

La mayoría de las ciudades provinciales conservaron su autonomía municipal. Los ciudadanos más ricos, los curiales, ejercían las magistraturas y formaban el consejo municipal.10 Contraían ante el Estado, no sólo la responsabilidad de la administración de la ciudad, sino el cumplimiento de las obligaciones fiscales de la ciudad para con el Estado. Soportaron a su costa las diferencias entre las cargas financieras que el Imperio exigía a la ciudad y los siempre inferiores ingresos que se obtenían.

Los curiales organizaron generosamente fiestas y juegos públicos y, como Roma, dieron a sus pobres, ociosos y hambrientos, pan y circo.

La riqueza de esta burguesía, como la de la aristocracia senatorial y la del orden ecuestre, era invertida en propiedades agrícolas,

Esclavos y libertos

Las guerras de conquista habían suministrado las grandes masas de esclavos que sustentaron la economía romana. La paz romana limitó el aprovisionamiento de esclavos de guerra, y a partir del siglo I el número de esclavos disminuyó. Entonces se estableció un lucrativo negocio, basado en el rapto de las víctimas en las regiones fronterizas (Britania, Germania, Armenia, Arabia, Africa).

Los campesinos

Los emperadores Antoninos, Adriano especialmente, habían protegido a los campesinos contra la burguesía urbana. Con esta política querían acrecentar el rendimiento agrícola de las provincias. Pero sus intentos fracasaron, porque la política imperial de los dos primeros siglos se sustentaba en el desarrollo de la vida urbana, y las ciudades vivían de la explotación del campo. No era posible favorecer a la vez a dos clases enemigas, que llegaron a cristalizar en algo semejante a dos castas;2 la burguesía de propietarios agrícolas y los campesinos.

Estos habían quedado excluidos de la estructuración política de las ciudades. No sólo los arrendatarios y colonos, sino los campesinos libres. Esta discriminación iba a tener importantes consecuencias cuando los campesinos llegaron a ser mayoría en el ejército, en el momento en que éste se constituía en el único poder político del Estado

El colonato

Un resultado de la despoblación y de la miseria de los campesinos libres fue el desarrollo del latifundismo. Los emperadores necesitaban a los terratenientes, que les proporcionaban crecidos tributos. Pero quisieron proteger a los campesinos favoreciendo la adopción de un sistema de cultivo generalizado en Egipto y en todo el Oriente helenístico, y que ha recibido el nombre de colonato. Los latifundistas lo aceptaron, porque les aseguraba mano de obra en una época de escasez.14

El colonato establecía un pacto entre el propietario y el colono. El propietario cedía tierras, a cambio de una parte de la cosecha y del trabajo personal del colono en las fincas del terrateniente. Las tierras arrendadas eran las peores y más alejadas de la mansión señorial, pero los colonos obtenían la seguridad de conservarlas y trasmitirlas a sus herederos. Estas garantías no resistieron a la necesidad de dinero de los emperadores. Se permitió a los propietarios, a cambio de mayores prestaciones al Estado, oprimir a los colonos despiadadamente.

Muchos terratenientes se independizaron de la organización fiscal de las provincias. Así se prefiguraban los

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