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La historia del edificio de la Casa de los Azulejos


Enviado por   •  6 de Abril de 2014  •  Trabajo  •  2.395 Palabras (10 Páginas)  •  485 Visitas

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Historia del edificio

Fachada Norte de La casa de los Azulejos, la cual fue realizada en el año de 1903 con la ampliación de la Calle Cinco de Mayo.

Se sabe que el edificio original ya existía desde el siglo XVI, y que en realidad se encuentra conformado por la unión de dos casonas de las cuales, la que se ubicaba hacia el Sur, en un principio pertenecía junto a la llamada Plazuela de Guardiola a un señor de nombre Damián Martínez. Dichas propiedades se ubicaban, la ya mencionada en la transitada Calle de Plateros, exctamente frente al Convento de San Francisco el Grande de la Ciudad de México,1 y la otra, del lado Norte, daba hacia el angosto Callejón de la Condesa. De la historia de la primera casa como ya se mencionó, siendo dueño Don Damián y viéndose en apuros económicos, se ven en la necesidad de vender ésta y plazuela anexa a otro señor de nombre Diego Suárez de Peredo en el año de 1596. Éste señor al enviudar, se retiró a la orden religiosa de los franciscanos quienes tenían ya para ese entonces el convento ubicado en la ciudad de Zacatecas, dejando así la propiedad en manos de su hija, quien se casó con el Segundo Conde del Valle de Orizaba de nombre Luis de Vivero.2

Don Luis era hijo del Primer Conde del Valle de Orizaba, Don Rodrigo de Vivero y Aberrucia, personaje destacado en el virreinato por su talento e instrucción, llegando a ocupar cargos importantes en el gobierno de la Nueva España, entre los que destaca el de Gobernador de la Nueva Vizcaya y el de Gobernador y Capitán General de las Islas Filipinas. Don Rodrigo hereda una de sus propiedades que se encontraba anexa a la casa a su hijo (que era la casa Norte), por lo que Don Luis fue el primero de los condes en habitar las casas, las cuales unió3 y mandó a reparar, aunque no le dio el aspecto que actualmente posee el inmueble.

El aspecto actual del palacio se le debe entonces a Doña Graciana Suárez de Peredo, quien ostentaba el título de la Quinta Condesa del Valle de Orizaba,4 quien vivió en la ciudad de Puebla desde su casamiento hasta la muerte de su esposo, en el año de 1708, cuando en ese año toma la decisión de regresar a la capital del Virreinato de la Nueva España y decide hacer uso del inmueble. Entonces, para el año de 1737, viendo la Condesa el estado de deterioro que tenía el palacio y otras propiedades que poseía en la ciudad, se ve en la necesidad de solicitar la reparación de todas éstas, especialmente en la que fija su residencia frente a la entonces Calle de Plateros, y para la cual desea embellecer no solo con el trabajo de la cantería, sino que ordena al arquitecto que la fachada del edificio sea totalmente recubierta con azulejos poblanos, cuya tarea fue encomendada al maestro Diego Durán. Éste no solamente lleva a cabo la labor solicitada, sino que realiza también los trabajos realizados en cantera labrada de los arcos, columnas, rodapies y cornisas de puertas y ventanas, así como de las balaustradas, resaltando aún más la belleza de los azulejos en el edificio.

Entrada del ejército Trigarante a México, de autor anónimo. A la derecha, la Casa de los Azulejos.

Recién consumada la Independencia de México, para el 27 de septiembre del año de 1821, en que se realiza la entrada truinfal a la Ciudad de México en la todavía llamada Calle de San Francisco por parte del Ejército Trigarante al mando de Agustín de Iturbide, es levantado un arco del truinfo engalanado con flores, guirnaldas y alegorías pintadas en los soportes de dicho arco que representaban al nuevo gobierno, cuya hechura y detalles fueron elborados por artesanos de la ciudad. En ese momento se le hizo la entrega de las llaves doradas de la ciudad a Agustín de Iturbide por parte del Ayuntamiento. Tal memorable suceso fue plasmado en la acuarela titulada como la Entrada del ejército Trigarante a México, de autor anónimo. A la derecha de la obra, aparece la Casa de los Azulejos, cuyos balcones lucen engalados por terciopelos de color carmesí.5

Poco tiempo después, con la abdicación de Iturbide, los títulos Condales así como demás títulos nobiliarios que fueron otorgados por el Rey de España fueron suprimidos, por lo cual los escudos nobiliarios de las fachadas fueron borrados de los palacios y las casonas señoriales de México, y en el caso de la Casa de los Azulejos no es la excepción.

Uno de los sucesos que acontecieron en ésta casa y marcó una tragedia en sus habitantes, fue el asesinato del ex-Conde Andrés Diego Suárez de Peredo, descendiente de Don Rodrigo de Vivero a manos del Oficial Manuel Palacios, ocurrido al bajar las escaleras del patio del palacio. Tal crimen sucedió durante el motín de la Acordada, cuando se desató el saqueo en la ciudad. Los hechos refieren a una venganza por parte de Manuel Palacios en contra del ex-Conde, quien se oponía a que Palacios tuviera una relación formal con una joven de la familia. El Oficial, una vez encontrado culpable del crimen fue sentenciado a garrote vil,6 ejecutándose frente a la llamada Plaza de Guardiola.

La casa continuó en manos de los descendientes del Conde hasta el año de 1871, que fue habitada por la última descendiente del título del Condado del Valle de orizaba, también en ese año se decide ponerla en venta, siendo adquirida por un abogado de apellido Martínez de la Torre, el cual fue el dueño de la propiedad tan solo por seis años debido a su muerte, por lo cual el palacio es puesto en venta de nuevo pasando a manos de la familia Yturbe Idaroff,3 quienes fueron los últimos habitantes en darle un uso residencial al palacio.

Don Felipe de Yturbe y del Villar, deja la propiedad a su primogénito Don Francisco-Sergio de Yturbe e Idaroff, éste realiza los trabajos de readaptación del inmueble durante la apertura de la Calle Cinco de Mayo, por lo cual la parte Norte del edificio se reduce en unos veinte metros, y en el trabajo de sus respectivas fachadas se ordena cubrir con azulejos y labrado de cantera en las molduras de las ventanas, imitando el diseño original de la Calle Francisco I. Madero.

El palacio perteneció a la familia Yturbe hasta el año de 1878, pero todavía lo habitó hasta el año de 1881, cuando la ofrecieron en renta, pasando a formar la sede del Jockey Club de México, uno de los varios centros de reunión más exclusivos de la élite porfiriana, quien decidió ocupar tan imponente palacio en una de las avenidas más afrancesadas de la capital, que también comenzaba a transformarse. Este centro de reunión, y los famosos salones que fueron realizados dentro del inmueble, fueron inmortalizados en la obra de Manuel Gutiérrez Nájera, y en uno de sus más conocidos poemas, titulado La duquesa Job, del cual se refiere uno de los fragmentos:

"...Desde las puertas de la Sorpresa

Hasta la esquina del Jockey

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