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La historia es como es porque fue como fue

Felipe Muñoz VenegasTrabajo25 de Mayo de 2020

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La historia es como es porque fue como fue

El descubrimiento de América por los españoles y su posterior colonización, fue un acontecimiento histórico que impactó en gran medida al orden del mundo occidental del siglo XV. Consigo, trajo consecuencias de todo tipo, tanto para España como para el nuevo mundo. Entre ellas, se puede destacar el legado cultural que a día de hoy perdura en muchos rincones del continente. Sin embargo, hay relatos que indican que Cristóbal Colón no fue el primero en pisar tierra americana. Entre estos, se hace alusión a un pueblo de dudosa reputación, el cual habría llegado mucho antes que el español, pero tuvo que retroceder por estar en desigualdad numérica con respecto a los nativos. Estos fueron los vikingos, cultura del norte de Europa. Suponiendo que estas personas renunciaran a marcharse, mantuvieran en secreto este nuevo mundo, y Cristóbal Colón nunca desembarcara en América, ¿qué habría ocurrido con lo que es actualmente el continente?

        Se puede afirmar que en esta ucronía, América sería completamente distinta a lo que es hoy día, tanto en su forma de vida como en sus métodos de relacionarse.

        En primer lugar, el legado cultural que imperaría ya no sería el heredado por la corona española, sino que lo haría el del pueblo nórdico.

        Bastan unos segundos para darse cuenta de que casi todo lo que rodea al humano hispanoamericano, es producto del intercambio cultural entre los aborígenes de América y muchas culturas de Europa, África y Asia, destacándose España, hace varios siglos atrás. Lo más rápido que se puede identificar es el idioma. El español, una lengua mestiza entre el latín, catalán y árabe, fue uno de los tantos legados que dejó la llegada de Cristóbal Colón a América. Actualmente, la gran mayoría de los países que conforman este continente hablan el idioma. Aunque no es el único, puesto que el español ha estado en constante contacto con culturas precolombinas. Por ejemplo, en México también se habla el náhuatl, Perú conserva el quechua y Paraguay el guaraní. La literatura se ha referido en diversas ocasiones a la herencia hispana, como Pablo Neruda, quien en su libro Confieso que he vivido, afirma que “se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras”. De esta forma, si los vikingos hubiesen invadido y colonizado América, imponiendo así su cultura, ya no se hablaría español, siendo reemplazado por el lenguaje nórdico, o bien el danés, ambos muy usados en la civilización vikinga. Por esto, acciones tan cotidianas como saludar, cambiarían, pues ya no se diría “hola” sino que hej. No obstante, el legado traído por los españoles no se limita solo al idioma, también abarca otros temas, como son las tradiciones y costumbres. En Chile, ya no existiría la siesta (traída por los europeos), ni el hábito de beber vino, ni comer pan de trigo, y lo más impactante, no se conservarían caracteres fenotípicos propios de la herencia española, como son la estatura media, piel un poco más morena, cabello principalmente negro, entre otros. En suma, todo sería diferente.

        En segundo lugar, América habría dado un vuelco rotundo de haber sido colonizada por los vikingos porque ya no sería el catolicismo el que se impondría en el continente, sino que lo harían las religiones traídas por este pueblo nórdico.

La corona española, y Europa en general, tuvo gran influencia de la Iglesia Católica, por lo que la colonización también implicó la evangelización de los indígenas, llegando incluso a imponer su visión. Comenzaron a hacer obligatorio el bautismo y el matrimonio, adoptaron nombres españoles, ingleses y franceses, la sociedad fue reeducada con principios de esta religión, y se persiguió a quienes no respetaran la palabra del Señor escrita en La Biblia. Otras características de esta creencia es la adoración a solo un Dios todopoderoso, quien creó el cielo y la tierra. Sumado a lo anterior, se rescata la existencia de templos y organizaciones jerárquicas, donde un líder, el papa de Roma, está en lo alto de la sociedad católica. Todo esto es opuesto a la civilización vikinga. Los nórdicos no creían en una única divinidad, sino que eran politeístas e incluso paganos; carecían de un libro sagrado que dictaminara lo que podían y no podían hacer; los templos de adoración brillaron por su ausencia, ya que se les rendía culto a los dioses desde sus casas o en un simple altar; y los sacerdotes no eran  vistos como predicadores supremos. Lo anterior habría sido heredado por los americanos en el proceso de la colonización vikinga. Las catedrales e iglesias características del centro de Santiago de Chile no existirían, así como la tan llamativa Fiesta de La Tirana que cada año reúne a cientos y cientos de turistas en el norte, y muchas tradiciones, como los días de adoración a la Virgen, e inclusive semana santa, dejarían de ser fechas importantes en el calendario. En su ausencia, se adoptarían prácticas y tradiciones de los vikingos, como los sacrificios en ciertos ámbitos, el Veturnætur y Freysblót, los que consistían en rendir culto a los antepasados al inicio del invierno, así como Ostara, adoración a Iðunn, diosa de la primavera y el rejuvenecimiento, entre muchas otras. Por supuesto, las grandes figuras nórdicas tendrían sus fechas, como el 8 de octubre, cuando se celebra el Día de Erik el Rojo, descubridor de Groenlandia.

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