Ley De Asociaciones Religiosas Y Culto Público

Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público (1992)

El objetivo de mi trabajo es saber el efecto que ésta ley tuvo sobre la población mexicana y la Iglesia misma; y qué opinó El Vaticano y el Papa sobre ésta misma.

Ésta ley surgió durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari que, en cuánto tomó posesión, él había afirmado que era necesario modernizar relaciones con la Iglesia y el Estado. Fue a partir de ése momento dónde el gobierno no mostraba una gran disposición de modificar su trato con el clero pero sin ceder en tres principios: la libertad de cultos, la educación secular en las escuelas oficiales y la separación Iglesia-Estado.1

Fue cuándo El Diario Oficial de la Federación del 15 de Julio de 1992 dio a conocer la nueva “Ley Reglamentaria de Asociaciones Religiosas y Culto Público”, que es la que sustituye a la anterior reglamentaria del artículo 130 constitucional la cuál mencionaba que no podían celebrarse en los templos reuniones de carácter político2; ésta nueva legislación dada en 1992 otorgaba a las iglesias el reconocimiento jurídico a cambio de que se registrasen en la Secretaría de Hacienda: se eliminó la prohibición absoluta de que las organizaciones religiosas formaran parte de la educación; se permitió que las iglesias tuvieran los bienes necesarios para su funcionamiento y se permitía a sus miembros ejercer el derecho al voto. 1

Éste suceso histórico generó en las asociaciones religiosas sus consiguientes ministros de culto, derechos y deberes establecidos en ésta ley.3 En éste mismo año se establecieron por primera vez en la historia de México relaciones diplomáticas con el Vaticano, ya que una vez de que entraron en vigor las reformas a la Constitución las relaciones diplomáticas se hicieron oficiales mediante el intercambio de notas diplomáticas entre la Cancillería mexicana y la Secretaría de Estado de la Santa Sede, las cuales fueron publicadas simultáneamente el 21 de septiembre de 1992, un día después de haber llegado a tales acuerdos. 4 La renovación de las relaciones entre las Iglesias y el Estado no fue otra cosa más que formalizar por medio de las leyes una relación que se venía dando

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