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MINEROS Y COMERCIANTES EN EL MEXICO BORBONICO


Enviado por   •  13 de Abril de 2015  •  1.041 Palabras (5 Páginas)  •  325 Visitas

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 MINEROS Y COMERCIANTES EN EL MEXICO BORBONICO (1763-1910)

En 1599 Gonzalo Gómez de Cervantes comento que la mayoría de los españoles de México preferían poner una tiendita o un puesto en la calle, a dedicarse a la agricultura. La razón s, declaraba, que “no hay en que emplear sus haciendas, que sea cosa permanente, ni se puede emplear en más que mercaderías”.

Un siglo más tarde, el virrey Linares (1711-16) afirmo que en América todos deseaban hacerse ricos “y para selo quieren todos ser mercaderes”. Los celebres viajeros Jorge Juan y Antonio de Ulloa atribuyeron un significado económico más profundo a estas declaraciones: “el comercio, único ejercicio que hay en las indias capaz de mantener los caudales sin decaimiento”. Ahora bien por comercio estos observadores entendían la importación de mercancía del otro lao de los océanos, de Sevilla y Manila. Y no el intercambio de producto locales. Las grandes fortunas que se referían, estaban basadas en el comercio internacional y no en el interior…

En términos actuales, el comercio de la Nueva España era esencialmente pasivo, es decir, que los artículos importados se compraban con moneda y no mediante la venta de productos domésticos. Además, su comercio era también pasivo en el sentido de que el intercambio transatlántico era dirigido por las casas mercantiles de la Península, especialmente las de Cádiz, y, en el caso del contrabando, por los tratantes de Jamaica. Los mercaderes de la Nueva España recibían la mercancía, que pagaban en efectivo; su función principal era la distribución interna de estas mercancías importadas.

Ya en el siglo XVIII eran los comerciantes de México y no los de Cádiz, los que tenían mayores ganancias. A partir de 1729 toda la mercancía, después de ser desembarcadas, era enviada a la feria comercial de Jalapa, que tenía lugar en esa ciudad situada en las montañas que dominaban el puerto de Veracruz. No se permitían a los comerciantes de Cádiz que pasaran de ese lugar.

No obstante, aunque el intercambio en Jalapa era favorable para los comerciantes residentes en la colonia, tenían este afecto únicamente sobre los que poseían suficiente efectivo para comprar grandes cantidades de mercancías. Porque los exportadores, temiendo que sus mercancías más valiosas se vendieran inmediatamente, y que las demás tardaran mucho en venderse o no hubiera quien las quisieran, generalmente exigían la compra de lotes completos y pago inmediato.

Las grandes casas importadoras no se limitaban al comercio al mayoreo. Cada almacenero de la ciudad de México tenía una tienda en la capital para ventas directas al público. Tampoco tenían empacho en poseer tiendas “mestizas” más pequeñas, en las que vendían azúcar, cacao, aguardiente, verduras, velas y jabón. Los almaceneros vendían cualquier cosa que pudiera producirles utilidad.

Los almaceneros de México encontraron otro mercado para sus artículos en el sur indígena. En esta región se acostumbraba que los magistrados reales se dedicaran al comercio. Prestaban dinero en efectivo, con seis meses de anticipación, sobre las cosechas de algodón, caco y especialmente la cochinilla.

No obstante, aunque la financiación de empresas productivas era hasta cierto punto necesaria, el comerciante hábil procuraba no participar demasiado en la producción, prefiriendo dar crédito a plazo corto y no hacer inversiones

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