Maderista

CIUDAD DE MÉXICO, México, nov 23, 2010.- Considerado como un personaje de contrastes, leyendas y verdades a medias, Francisco I. Madero fue un hombre con una devoción espiritista que a lo largo de su vida se dedicó a difundir por diversos medios. Fue tal su inclinación por la doctrina espírita, que ésta formó parte de la fórmula que el personaje revolucionario utilizó en su lucha por la democracia.

Éste es el perfil que describió el historiador Enrique Krauze, al exponer uno de los rasgos íntimos del líder del movimiento antireeleccionista: el espiritismo. El acercamiento de Madero con esta doctrina, fundamentada en la creencia de espíritus, se dio a finales de 1886 durante un viaje que hizo a Francia para continuar con su formación académica.

Sus estudios continuaron en EU, y más tarde Madero volvió a México para convertirse en un exitoso empresario y administrador. De acuerdo con el historiador, una de las posibles causas que motivaron al líder revolucionario a practicar esta doctrina fue la muerte de su hermano Raúl, quien murió cuando era muy pequeño.

"Tragedia en su infancia que no pudo superar; fue tanto el dolor que no toleró la idea de no saber nada de él", añadió el escritor al referir que hace algunos años pudo conocer a René González, sobrina de Madero, para hablar sobre el tema, "tuve esa fortuna y la visité en su casona de San Ángel y me prestó los libros espiritistas originales que él escribió".

"A través de estos libros se 'comunicaba' al más allá, primero con Benito Juárez, con un espíritu llamado José y con su hermano Raúl", detalló Krauze, al dictar la conferencia Madero: El hombre, durante su participación en el ciclo Grandes escritores del México independiente y revolucionario, organizado con motivo del Centenario de la Revolución, y que concluirá el próximo 28 de noviembre en el Palacio de Bellas Artes.

"Entre lo franciscano y lo jesuita, entre lo etéreo y espiritual", así definió el escritor a Francisco Ignacio Madero, nacido el 30 de octubre de 1873 en Coahuila, luego de subrayar que la devoción espiritista del líder revolucionario era tal que se dedicó a la reflexión, meditación y oración, incluso en 1901 intensificó sus sesiones espiritistas.

Su labor, dijo, no se limitó a ello, porque además se dio a la tarea de difundir la doctrina espírita por diversos medios, como la organización de un centro de estudios psíquicos, la colaboración en la fundación de un órgano para divulgar la doctrina, la realización de artículos y la publicación de un pequeño libro llamado La sucesión presidencial (1909), escritos que más tarde fueron compilados en las Obras Completas de Francisco Ignacio Madero "Escritos sobre espiritismo" 1901-1913, publicada en 2000.

Fundar, construir, escribir, publicar y organizar, fue la fórmula que utilizó Madero para la difusión

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