Maestros Y Aprendices

DESARROLLO

En la antigüedad, la educación de los niños y adolescentes no se llevaba en su totalidad en instituciones educativas tal y como funcionan hoy en día, sino que, se llevaban a cabo en los oficios de los padres o bien, en talleres ajenos a la familia, es decir fuera del hogar.

La función de esta educación consistía en que los niños aprendieran si era posible, un oficio diferente al que ejercían los padres además de, aprender buenos modales y trabajos domésticos. Esta situación se manejaba de la siguiente manera. Cuando un niño se encontraba en la edad de 7 años (aproximadamente), los padres platicaban con algún conocido que tuviera oficio, y le ofrecían a su hijo como ayudante de trabajo.

Aquí es donde surge el concepto de maestro y el aprendiz. Es notorio entonces, que en la antigüedad la educación era basada en el desarrollo de un oficio o trabajo, para en un futuro lograr una inserción efectiva en la sociedad. Existían algunas escuelas, pero éstas pertenecían a la iglesia. Aquí a los jóvenes se les enseñaban lenguas y artes. Pero este tipo de instituciones no eran destinadas para la población en general, si no solamente a personas con recursos económicos superiores, ya que esta educación era muy diferente comparada a la que se le impartía a los aprendices.

El muchacho aprendía con la práctica, y esa práctica no se limitaba a una profesión, tanto más cuanto que no había entonces, ni hubo durante mucho tiempo, límites entre la profesión y la vida privada. La educación se hacía, pues, mediante el aprendizaje, y se daba a esta noción un sentido muchacho amplio que el que tomo posteriormente. No se conservaba los hijos en el hogar propio: se les enviaba a otras familias, con o sin contrato, para que permanecieran y comenzaran allí su vida. Hay que ver en este aprendizaje una costumbre difundida en todas las clases sociales. Para parecer buen educado, no era suficiente saber comportarse en la mesa, como hoy día; era preciso además saber servirla.

INTRODUCCIÓN

En la actualidad, es común escuchar que la educación ahora es muy distinta a la de hace años, que los tiempos eran mejores cuando más se exigía, que todo era distinto y que en estos días la educación está falta de valores.

Probablemente algo tenga de razón la persona que piense que hace varios años se enseñaba de manera distinta y con mejores resultados, después de todo no muchos criticarían lo que en algún tiempo vivieron.

Durante las diferentes épocas cada civilización fue marcando reglas, creando normas morales que rigieran el comportamiento de sus sociedades y evitar situaciones que pudieran arruinarla.

Nuestra forma de relacionarnos con los demás, algunas de las acciones que realizamos y la forma en la que vemos la comunidad que habitamos giran alrededor de un sistema de normas y leyes establecidas por diversos grupos de funcionarios, pero existen reglas que aun sin estar establecidas por escrito, y siendo que su único respaldo es la tradición se preservan a lo largo del tiempo y prevalecen por pasarse de generación en generación.

En el México actual, podemos hablar de un saludo cordial al entrar a un lugar, de un respeto más formal al hablar con personas mayores, de abrir la puerta y dejar pasar antes que a uno mismo, e incluso de la maravillosa muestra de caballerosidad y que ejemplificaba un hombre al quitarse el sombrero ante un dama.

Tradiciones arraigadas y fuertes que hasta la fecha se conservan en algunos puntos del país pero que se encuentran escritas en nada más que en el tiempo y entra los habitantes que lo escuchaban.

CONCLUSIÓN

Es importante señalar que la educación de los jóvenes a temprana edad, no se impartía en las escuelas como ahora sucede, sino que se realizaba a través del trabajo.

Las escuelas de esa época se les denominaban ESCOLÁSTICAS, es decir donde se les enseñaba filosofía cristiana, arábiga y judaica, en la que domina la enseñanza de las doctrinas de Aristotélicas, concertada con las respectivas doctrinas religiosas, dirigidas por los cléricos y eran sostenidas por sacerdotes y congregaciones religiosas.

Los estudiantes podían reflexionar acerca del oficio y disciplina a la que eran sometidos por el maestro, quien tenía la facultad de aceptar al aprendiz y en las que se realizaría su aprendizaje, los conocimientos que debería transmitir, las habilidades, las técnicas y manualidades que los jóvenes debían aprender.

Cada maestro podía regular la cantidad de aprendices que podía aceptar, la edad en la que podía incorporarse, el periodo de formación que tenían que cumplir y las

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