Mein Kampf

Traducido a ocho idiomas diferentes y siendo uno de los libros más vendidos en Alemania, “Mein Kampf” (“Mi Lucha” en castellano), publicado en el año 1925, es una de los obras políticas más célebres y representativas de la postguerra (1945-1947).

Desde el presidio en Landsberg Am Lech tras el fallido “putsch de la cervecería” en Múnich, el futuro dictador alemán Adolf Hitler escribe no solo lo que se considera su autobiografía sino también lo que posteriormente será la sólida base en la que se sustenta el partido nacionalsocialista alemán. Por otro lado, el libro nos ofrece la visión del mundo por parte Hitler y lo que sería su programa en los años posteriores.

Sobre el autor cabe destacar que, tras haber ganado las elecciones en el año 1932 y subir al poder en enero de 1933, Adolf Hitler creará uno de los mayores imperios del siglo XX: el Tercer Reich. Bajo un gobierno de represión y terror para el pueblo judío que ocupaba el territorio alemán, Hitler se convirtió en el gran propulsor y defensor de la raza aria.

El capítulo XI del libro “Mein Kampf” destaca por ser el capítulo clave en el que se plasma por primera vez y de manera abierta y concisa el rechazo que siente Hitler por la raza judía. Aquí salen a la luz las raíces del antisemitismo que caracterizará a una de las dictaduras más radicales de mediados del siglo XX.

Apoyándose en que la naturaleza es sabia y sus especies tienen como única finalidad reproducirse con los de su propia especie, Hitler afirma que la raza humana no debe ser menos y destaca que la ruina de la raza aria vino dada por la mezcla con razas claramente inferiores. El judío, considerado como egoísta, que jamás ha tenido un territorio propio y es un parásito en el organismo social de otros pueblos. Ser judío no significa pertenecer a una religión y ser de nacionalidad francesa, inglesa o alemana. Esa es sin duda la principal mentira de los judíos. No son una religión sino una especie de vida inferior que se aprovecha de razas superiores.

En el terreno económico el judío a través de la bolsa consiguió hacerse un hueco y acabaría, según Hitler, controlando la economía nacional desde dentro y destruyendo radicalmente los fundamentos de una economía realmente útil al pueblo.

Finalmente el capítulo acaba con la frase: “Un Estado germánico en la nación alemana”, reclamando de esta manera la eliminación de razas inferiores a la aria y dejando que impere en el territorio alemán la raza legitima.

Se sabe que una de las principales influencias en la obra de Hitler fue el libro: “El judío internacional: el primer problema del mundo”, escrito por el empresario americano y fundador de la cadena de producción moderna Henry Ford.

Comparemos entonces las teorías expuestas en ambas obras. Comparemos el capítulo XI de “Mein Kampf” con el primer capítulo de “El judío internacional: el primer problema del mundo”, “los judíos: carácter individual y actividad productiva de los mismos”.

Henry Ford nos propone una definición del judío adaptable según el país en el que estos se encuentren, aunque casualmente ninguna de sus versiones deja a los hebreos en buen lugar. En Rusia son causantes del bolchevismo, en Alemania se les culpa de todos los males que afrontaba el país en la época, en Gran Bretaña el judío es el amo del mundo que mediante el oro es capaz de controlar a las demás razas y en Estados Unidos los consideran oportunistas cuyo único objetivo es alcanzar un puesto de funcionario del Estado.

Tanto el Führer como Ford coinciden en que, ser judío no es pertenecer a una religión sino a una raza con unas características determinadas que, al no tener tierras se dedica a ocupar territorios ajenos corrompiendo a la sociedad y causando el mal allá por donde pasan. Lo que es cierto es que ambos están firmemente convencidos de que la raza judía tiene una conspiración contra el mundo y que a la larga, acabarán volviendo a su vieja patria desde donde dominarán el mundo y conseguirán que su raza predomine frente al resto que acabarán sometidos a ellos.

Pero, ¿dónde comienza el ascenso hacia el poder de la raza judía en el famoso país de las oportunidades?: en el ámbito económico. Aportando datos espeluznantes sobre la obsesión judía por el dinero, Henry Ford explica cómo la mayoría de judíos americanos accedían desde jóvenes a pequeños puestos de trabajo relacionados con el dinero, como por ejemplo siendo un vendedor callejero o dependiente en algún comercio. Finalmente el judío acabará por pisar a norteamericanos que se dediquen al negocio para llegar a la cima de la economía y convertirse en ricos.

Esta exposición de hechos por parte del empresario americano fue uno de los principales incentivos para ayudar a que brotase ese sentimiento antisemita en de Adolf Hitler. El Führer veía venir “el terror del expansionismo judío” dentro del territorio alemán tal y como los judíos habían hecho en otros territorios

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