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Metrologia


Enviado por   •  24 de Agosto de 2014  •  6.824 Palabras (28 Páginas)  •  244 Visitas

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BREVE HISTORIA DE LA METROLOGÍA

Desde sus primeras manifestaciones, normalmente incluída dentro de la antropología general,

pasando por la arquitectura y la agrimensura, hasta las transacciones comerciales, la propiedad

de la tierra y el derecho a percibir rentas, donde rápidamente se encuentra el rastro de alguna

operación de medida, la metrología, al igual que hoy, ha formado parte de la vida diaria de los

pueblos [1].

Antes del Sistema Métrico Decimal, los humanos no tenían más remedio que echar mano de lo

que llevaban encima, su propio cuerpo, para contabilizar e intercambiar productos. Así aparece

el pie, casi siempre apoyado sobre la tierra, como unidad de medida útil para medir pequeñas

parcelas, del orden de la cantidad de suelo que uno necesita, por ejemplo, para hacerse una

choza. Aparece el codo, útil para medir piezas de tela u otros objetos que se pueden colocar a la

altura del brazo, en un mostrador o similar. Aparece el paso, útil para medir terrenos más

grandes, caminando por las lindes. Para medidas más pequeñas, de objetos delicados, aparece la

palma y, para menores longitudes, el dedo [2].

Pero hay un dedo más grueso que los demás, el pulgar, el cual puede incluirse en el anterior

sistema haciendo que valga 4/3 de dedo normal (véase Fig. 1). Con ello, el pie puede dividirse

por 3 o por 4 según convenga. Y dividiendo la pulgada en 12 partes, se tiene la línea para

medidas muy pequeñas.

Fig. 1 – Palma, cuarta, dedo y pulgada

Al necesitarse una correspondencia entre unas unidades y otras, aparecen las primeras

equivalencias: una palma tiene cuatro dedos; un pie tiene cuatro palmas; un codo ordinario tiene

un pie y medio, esto es, 6 palmas; y si a ese codo se le añade un pie más, tenemos el grado o

medio paso que es igual, por tanto, a un codo más un pie, o dos pies y medio, o diez palmas; y

por fin el paso que es la distancia entre dos apoyos del mismo pie al caminar. Así que una vez

decidido cuanto mide un pie, o un codo, todas las demás medidas se obtienen a partir de él, con

lo cual puede hacerse un primer esbozo de un sistema antropométrico coherente, como el que

muestra la Tabla 1 [2].

1Tabla 1 – Unidades antropométricas [2]

Cada una de estas medidas, además, se corresponde con un gesto humano característico. Así, la

braza es la altura del cuerpo humano, pero se forma al poner los brazos en cruz con las puntas de

los dedos estiradas; y la vara, al doblar los brazos, es lo que mide el hombre de codo a codo

(véase Fig. 2) [2].

Hasta el Renacimiento, la mayor parte de la información existente sobre metrología se refiere a

su aplicación en las transacciones comerciales y en las exacciones de impuestos. Solo a partir del

Renacimiento se hace visible la distinción entre metrología científica y otras actividades

metrológicas, que podríamos denominar “de aplicación”.

Fig. 2 – La braza y la vara [2]

Una regla general observada a lo largo de la historia es que cuanto más barato es un género, más

deprisa se hace su medición y con menor precisión. Hoy día diríamos que tanto la técnica de

medición como el instrumento deben adaptarse a la tolerancia de medida que deseamos

comprobar y que, en efecto, mayores tolerancias permiten una medición más rápida y menos

cuidada.

2Un hecho que parece claro es el de la aceptación del nacimiento de la ciencia, entendida en el

mismo sentido que hoy día, en la ciudad griega de Mileto, en el siglo VI a.C. y, posteriormente,

en la Alejandría de los Ptolomeos, hacia el año 250 a.C., nacida de una necesidad puramente

práctica. La medición de largas distancias, basándose en la semejanza de triángulos, según Tales,

ha permitido el levantamiento de planos por triangulación hasta nuestros días.

Son innumerables los ejemplos de la aportación griega a la historia del pensamiento científico y

de la metrología en particular, no solo debidos a ellos mismos sino al rescate de conocimientos

anteriores derivados de los egipcios, haciendo inteligible lo que hasta entonces era confuso.

Puede decirse que los Griegos realizaron el estudio sistemático de lo conocido hasta entonces,

estableciendo un nuevo espíritu que se mantendría posteriormente con Pericles, Alejandro

Magno, Roma, etc. hasta nuestros días, pasando por nuevos impulsos, más recientes, obtenidos

sucesivamente en dos épocas claves, el Renacimiento y la Revolución Francesa, las cuales

destacan curiosamente por haberse producido en ellas un nuevo acercamiento al “espíritu”

griego. Puede sacarse la conclusión, no errónea, de que las épocas de avance de la ciencia

coinciden con una vuelta al espíritu griego o helenístico; es decir, a esa forma única de entender

el pensamiento y el método para progresar en los estudios.

Antes del Renacimiento, el Imperio Bizantino jugó también un papel importante, por ser su

metrología el germen de los módulos árabes posteriores. Todos los módulos empleados por

Bizancio derivan de los griegos y de las aportaciones romanas posteriores, éstas “helenizadas”,

conduciendo a nombres griegos en su totalidad.

La Ciencia, entendida como tal, llegó al Islam con la dinastía de los Omeyas, que en el año 661

trasladaron su capital a Damasco, tras haber estado afincados en Siria y haber vivido

“helenizados”. De nuevo, el espíritu “helenizador” fue la correa de transmisión de la Cultura. En

el año 827, el califa Al-Ma’mun ordenó volver a medir el grado de meridiano, tratando de cotejar

el cálculo efectuado en su tiempo por Ptolomeo.

El primer erudito que estudió la metrología árabe parece que fue Sylvestre de Sacy, el cual

efectuó la traducción del tratado metrológico de Makrizi. Este tratado es una recopilación del

sistema de medidas y monetario empleado por los árabes. En las obras de Ruiz-Castillo [3] y

Sánchez Pérez [4] figura una relación importantísima de instrumentos científicos, en su mayoría

astronómicos, desarrollados en este periodo.

Posteriormente, entre el final del siglo XV y el XVIII, se consiguieron importantes avances en la

astronomía, la geodesia y la medida del tiempo. La aparición de nuevas ideas marca para siempre

el devenir de la ciencia en los países desarrollados.

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