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Mexico Mutilado


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2012  •  7.448 Palabras (30 Páginas)  •  816 Visitas

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PRIMER CAPITULO

LA REVOLUCION DE LAS TRES HORAS

Cuanta satisfacción experimenta el líder cuando exhibe su ingenio, su astucia y su talento, como quien desenvaina se espada de acero refulgente y la blande en el vacio en busca de una sonora ovación para no dejar duda alguna de su agradecimiento a la herramienta acreedora de su triunfo.

Yo estuve ahí, a un lado de los inquisidores, sentado entre las bancas de la iglesia de la Profesa, cuando el alto clero, dueño de vidas y haciendas en México, nombro a Agustín de Iturbide para que se encargara de independizar a México de la corona española. De esta manera, la iglesia católica no se vería lastimada ni en sus bienes ni en sus privilegios, según disponían las cortes de Cádiz. Acordaban la rendición de nuestros pueblos y ciudades a cambio de que Estados Unidos se comprometiera a dejar intacto el patrimonio del clero católico, para algo servían los pulpitos y los confesionarios…

No pude comprender la traición de destacados patriotas cuando, de pronto, aparecieron defendidos los objetivos enemigos, una vez convencidos, tanto de la inutilidad de su lucha en nuestro país, como de la calidad ética de sus coetáneos.

James Polk, presidente de Estados Unidos, al declararle la guerra a México: “después de reiteradas amenazas, México ha traspasado la frontera de los Estados Unidos, ha invadido nuestro territorio y ha derramado sangre norteamericana en tierra norteamericana”.

¿Y los principios…? Hoy, como ayer, se siguen subastando al mejor postor. ¿Lugar? La Habana, en los primeros días del mes de enero de 1846, todavía recuerdo cuando caminaba yo lentamente sobre la arena del mar y recorrer la playa con la valenciana recogida para evitar que las olas, invariablemente juguetonas, me empaparan.

Santa Anna ocupa nuevamente la presidencia de la Republica, sobre todo después de haber sido aprehendido por Sam Houston en San Jacinto en aquel remoto 1836, cuando dormía una siesta en lugar de defender la integridad territorial de México. Los tratados de Velasco, aquellos que suscribí o estando preso, en términos secretos, a espaldas del gobierno y del pueblo de México, para entregar Tejas a los yanquis con tal de no ver herida su hermosa piel lozana. ¿Cómo es posible aceptar en 1853 a la presidencia por decima primera ocasión y solo para que enajenara La Mesilla a nuestros odiados y admirados vecinos del norte?.

John Tyler, el presidente de norteamericano, había firmado un tratado de anexión con 12 representantes tejanos. Por supuesto que faltaban, entre otros ingredientes jurídicos, la ratificación del Congreso de Estados Unidos, objetivo difícil de lograr, por que Tejas se incorporaría como un estado esclavista, y con los votos de los representantes tejanos en el congreso yanqui, se descompondría el equilibrio de fuerzas en el Senado.

Inglaterra jugaba un papel sobresaliente en las maquinaciones de Tyler. El norte de Estados Unidos se oponía a la penetración inglesa en los estados sureños porque los británicos se apropiarían, a la larga, de sus respectivos mercados… El sur, por su parte, rechazaba también la injerencia inglesa, aun la comercial, porque el Reino Unido estaba en contra de la esclavitud. El espionaje para descubrir oportunamente los planes europeos en Tejas llega a extremos inverosímiles. Se trata de impedir la anexión y de pelear por la supervivencia de la republica de Tejas.

Luchar por la reconquista de Tejas, nuestra Tejas, con “jota”, en ningún caso Texas,a la norteamericana. Ponerlo de otra forma o usarse otro nombre constituye toda una blasfemia.

Si algo podía desquiciar a Santa Anna, su Excelencia, era, sin duda, la existencia de los Congresos, la oposición, los contrapesos políticos propios de una estructura republicana. En la mente de un dictador resultaba imposible darle cabida a semejantes instituciones liberales y democráticas, que se atrevían a desafiar su indisputable autoridad.

En 1829, España intento por ultima vez recuperar México, la gran joya de la corona, por medio de las armas. El general Barradas, jefe de la expedición naval española, fue destruido prácticamente por un huracán y otras calamidades, todas ellas naturales, como las enfermedades tropicales, sin haber librado mas allá de tres escaramuzas en Tampico. Santa Anna no gana una sola batalla, ni una, pero eso si, gana la guerra y aprovecha la coyuntura geográfica y climática para ostentarse como el vencedor indiscutible.

Traición. La palabra que todo mexicano tiene en la punta de la lengua. La prensa nacional estimula la hoguera a través de los periódicos siglo XIX, la abeja y el jalisciense, cuando pregunta a sus paginas: “¿ Que están haciendo con esos ingresos?” “¿A dónde van a dar nuestros impuestos, entre otros, los que pagamos por cada puerta, cada ventana y cada perro que vigile el hogar…? Los gobernantes integran una cáfila de maleantes, rateros…”

El jueves 3 de octubre, a las siete de la noche, se celebraran en el salón principal del palacio nacional, el matrimonio del excelentísimo señor presidente constitucional de la republica, general de división, Benemérito de la patria, don Antonio López de Santa Anna, con la excelentísima señora doña Dolores de Tosta.

En otoño de 1844,las calles de la cuidad de México se encontraban infestadas de rateros, carteristas y mendigos. Los leperos, la clase baja, pululaban por las vecindades, donde los borrachos, la prostitución, el desempleo y la vagancia mostraban cada vez mas los alcances de la degradación social. La violencia y los robos proliferaban sin control al mismo tiempo que las autoridades confesaban su incapacidad para erradicar el crimen y el asesinato en sus mas diversas modalidades. La pobreza y sus consecuencias ocupaban los temas de conversación de la aristocracia y de los sectores moderados. “Un sustancial incremento del ingreso nacional es indispensable si se quiere evitar la ruina de la sociedad”, se decían en la prensa nacional… En contraste con las mayorías desamparadas, una pequeña minoría integrada por militares acaudalados, especuladores financieros, políticos corruptos, sin faltar, claro esta el alto clero, disfrutaban de inmensas fortunas. “Unos ostentaban su riqueza con esplendidez asiática, viviendo en mansiones ricamente amuebladas, transportándose por la ciudad en carruajes importados y apostando sumas sorprendentes en las peleas de gallos”. Las diferencias, a simple vista, eran abismales.

¿El golpe? El golpe esperado y deseado lo encabeza Mariano Paredes Arrillaga, un general resentido con el Cesar Mexicano por haberle humillado, rebajado y cesado después de haber sido nombrado gobernador general de la Ciudad de México y, todo ello, por una borrachera de celebración que condujo al propio Paredes a despertar

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