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Movimientos de Protesta Social


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2013  •  Examen  •  1.952 Palabras (8 Páginas)  •  473 Visitas

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Se trata de los denominados ‘(Nuevos) Movimientos Sociales’, o ‘Movimientos de Protesta Social’.

Los movimientos sociales no son partidos, y su intención no es llegar al poder ni ejercer el poder sobre la sociedad. Surgen en torno a problemas que son a la vez generales y específicos, tratando de politizar a la sociedad en torno a cuestiones que, para ellos, tienen alcance global o colectivo; y respecto de los cuales exigen solución al Estado, por medio de la movilización de la opinión pública, y una estrategia de lucha en los espacios públicos conocida como la ‘protesta callejera’, o la ‘manifestación’. Allí donde los partidos políticos tienden a aglutinar y articular diversas demandas de distinta índole, en grandes programas nacionales de acción, los movimientos sociales de protesta se concentran, cada uno, en un eje problemático respecto del cual buscan llamar la atención de la ciudadanía, y del Estado. Estos problemas, típicamente, han sido: los derechos de la mujer; el problema ecológico; los derechos de las minorías sexuales; los derechos de los inmigrantes; las demandas culturales de grupos juveniles, el rechazo a la burocratización de la sociedad por parte del Estado; etc. Además, allí donde los partidos proponen la ‘representación’ de la sociedad, los ‘nuevos movimientos sociales’ promueven la ‘participación’ cívica, reivindican nuevas y ampliadas formas de la ciudadanía, y políticas de acción directa, no representativa.

Los nuevos movimientos sociales fueron una consecuencia indirecta de la crisis de los partidos políticos ‘clasistas’ o ideológicos, producto de las transformaciones sociales producidas por el Welfare State. La sociedad civil de las sociedades industriales desarrolladas dio lugar al surgimiento de nuevas demandas, que eran demandas por una ampliación de la ciudadanía basada en un mejoramiento de la calidad de vida. Las grandes amenazas a estas demandas eran, fundamentalmente, la polución ambiental generada por la sociedad industrial (ya fuere capitalista o socialista); y la homogeneización e impersonalidad que las prácticas burocráticas estatales imponían a una sociedad cada vez más diversificada. A su vez, el rechazo a la burocratización incidía en una cada vez mayor toma de distancia respecto de los partidos tradicionales, a los que se percibía como frías maquinarias captadoras de votos, y no representativas de los problemas de la vida cotidiana de los ciudadanos. Surgió entonces una demanda de mayor participación e involucramiento en los problemas de ciudadanía, conservación del medio ambiente, y lucha contra el empobrecimiento de la calidad de vida en las grandes ciudades, etc. Los movimientos sociales de protesta recuperaron, en los años ’70 y ’80, la ética de la militancia, hace tiempo dejada de lado por los grandes partidos.

Es así que los ‘nuevos movimientos sociales’ se hallan vinculados a un reverdecer de las demandas de ciudadanía, y de la politización, participación y movilización de la sociedad civil en las sociedades industriales desarrolladas.

Fue quizás por todo ello que hacia mediados de los años ’70 muchos sociólogos y filósofos sociales consideraron que los partidos políticos estaban caducos, y que los verdaderos agentes del cambio histórico habrían de ser de ahora en más los movimientos sociales de protesta. Se les atribuyó –en buena medida con razón- la capacidad de generar una nueva subjetividad, y nuevas identidades, políticas. Y de proponer un retorno a las formas más primarias y auténticas de hacer política. Pues es cierto que los NMS basan su estrategia política en el establecimiento de nuevos conflictos, y en la lucha y la confrontación directa contra el Estado, y contra todas las ‘fallas’ de la sociedad moderna. Son el sujeto de la crítica política intransigente, y de la lucha por la igualdad, el reconocimiento, los nuevos derechos, y nuevos principios de justicia.

Ahora bien: efectivamente los NMS basan su estrategia de lucha en la confrontación y la lógica del ‘todo-o-nada’; contra el Estado, y también contra los partidos –para diferenciarse de ellos, que basan su política en la negociación-. Por eso su discurso siempre es polémico, y hasta agresivo o violento a veces. Su lucha se lleva a cabo en los espacios públicos y la opinión pública, planteando grandes problemas a la vez globales y concretos, para conmover y sacudir la conciencia cívica. Por todo ello su existencia es siempre problemática, pues requiere de un compromiso permanente de sus militantes, ya que característicamente se resisten a formar grandes organizaciones estables y jerárquicas (‘burocráticas’). A veces, su mismo éxito los conduce a la desaparición, al satisfacerse sus demandas puntuales. Por eso requieren elaborar programas de más largo plazo. Otras veces acaban sirviendo como semillero de dirigentes civiles representativos que finalmente se incorporan a la lista de algún partido. O a veces también, a fin de mantener su programa en el tiempo, e incidir en la toma de decisiones de un modo más directo, acaban ellos mismos por transformarse en partidos, o por desarrollar una expresión o rama partidaria.

Los NMS constituyeron el principal factor de revitalización de la política en las sociedades modernas industriales de fines del siglo XX. Crearon una nueva subjetividad, estimularon la participación directa y una nueva conciencia cívica, y movilizaron a la sociedad civil; además, a ellos se debe en muchos casos la conquista de nuevos derechos, o la ampliación de su alcance. Pero no pudieron sustituir a los partidos políticos: estos poseen aún mucha resistencia a la desaparición, pues son funcionales al funcionamiento del Estado en un régimen representativo, y sus estructuras burocráticas, redes de alianzas, y mecanismos de movilización de recursos organizativos y financieros les proporcionan modos de asegurar su permanencia, y su carácter de ‘imprescindible’ para asegurar la gobernabilidad de sociedades complejas. Los NMS no se proponer sustituirlos, ni aspiran a ‘contaminarse’ con el ejercicio del poder. Es así que, aunque puedan desaparecer muchos partidos, incluso de larga data y tradición, los que sobreviven tienden a adaptarse a la cambiante e inestable situación global actual; y la constitución partidaria misma no parece destinada a desaparecer, pues aún no existe la

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