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Musica En La Epoca Del Milagro Mexicano


Enviado por   •  3 de Marzo de 2013  •  3.351 Palabras (14 Páginas)  •  3.579 Visitas

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“MUSICA EN LA EPOCA DEL MILAGRO MEXICANO”

El milagro mexicano fue iniciado por Ávila Camacho, impulsado por Miguel Alemán, consolidado por Adolfo Ruiz Cortines, promocionado por Adolfo López Mateos y destruido por Díaz Ordaz.

En el periodo que va de 1948 a 1970, México entró en una etapa de rápido crecimiento económico y aparente estabilidad política. Los respectivos gobiernos tuvieron la visión de llevar a nuestro país a la industrialización, se construyeron muchos kilómetros de carreteras y varios aeropuertos. Se extendió la telefonía y las líneas de corriente eléctrica a lo largo y ancho del país. Hubo un gran impulso a la empresa privada. De ser una sociedad tradicionalmente agraria, se paso a una sociedad industrial, con la migración del campo a la ciudad y el consiguiente freno a la reforma agraria, fomentándose el ingreso de capitales extranjeros. Como uno de los principales aspectos a desarrollar fue el sector salud, lo cual permitió un gran crecimiento de la población. En las artes y el ocio, la música, el cine y el turismo se convirtieron en los medios por los cuales México se dio a conocer en el extranjero.

México vivió uno de los mejores momentos culturales y artísticos. En la música surgieron nuevos géneros musicales los cuales han trascendido hasta la época actual y que son muy importantes para la cultura mexicana.

 Temas campiranos

Durante los años de la década de 1940 se fortaleció, en el creciente contexto urbano, un particular género de lo que se conoce como la canción ranchera; que se separa de las principales formas de la música tradicional mexicana, y en especial del espíritu narrativo del corrido y otras formas regionales de música popular, que se habían impuesto como expresión de la influencia del proceso revolucionario y del desarrollo del nacionalismo, las cuales se expresaba con una gran diversidad regional, en donde se elogiaba la pureza de la provincia con sus paisajes y habitantes.

Esta nueva vertiente de música popular, de supuesto ambiente campirano, al decir de Monsiváis (2010), incorporaría formas de monólogos desesperados; que al principio discurrieron con mariachi en tono bronco o melancólico, en la forma de melodías festivas que difundían emotivos estados de ánimo. Se desarrolló en el contexto de una época de tránsito, entre una sociedad agrícola patriarcal y otra de modernidad incierta, que pregonaba la nueva vida urbana impulsada por el Estado a partir de 1940, y tal vez un poco antes.

En principio, sus antecedentes se encuentran en la música de mariachi que se originó como folklore urbano, a fines de la década de los años de 1920, que pronto adquirió características que suplieron aquellas de las regiones de donde provenía; al conformarse estos grupos como un conjunto musical que podía ejecutar, para las fiestas familiares y eventos diversos, varios tipos musicales como las polkas, el vals o los corridos.

Cuya música fue proyectada de manera significativa por el cine en las películas “Allá en el rancho grande” (Fernando de Fuentes 1936) y ¡Ay Jalisco, no te rajes! (Joselito Rodríguez 1941); además, obras de música clásica fueron compuestas utilizando sus temas por Blas Galindo (Sones de mariachi), que compitieron con otras obras del nacionalismo, que también utilizaban temas y música regional como el Huapango de José Pablo Moncayo; obras que llegaron a formar parte de la música popular, de tanto repetirse en los eventos oficiales gubernamentales del proyecto modernizador estatista, que fueron aceptadas por la población como versiones secundarias del Himno Nacional.

Así tenemos que la música de mariachi se convirtió, a partir del cardenismo, en la expresión musical de lo nacional, seguramente por su versatilidad, y al terminar la Segunda Guerra Mundial diversos grupos, como el Mariachi Vargas de Tecalitlán, difundieron sus interpretaciones en Europa; asentando así, internacionalmente, hasta la época actual, que representa la típica música mexicana.

Algunos intérpretes fueron: Fernando Fuentes, Joselito Rodríguez, Blas Galindo, José Pablo Moncayo, Mariachi Vargas, Lucha Reyes, Pedro Infante, Manuel Negrete, José Alfredo Jiménez, Chávela Vargas, Antonio Aguilar, Lucha Villa, Tito Guizar, Jorge Negrete, Luis Aguilar, y Juan Gabriel entre otros.

 Danzón y otros temas afro antillanos

Por su parte, en el terreno de otro género musical se difundiría el danzón (Acerina y su danzonera interpreta Salón México), vals de los pobres como señala Monsiváis (2010: 224), muy importante dentro de la cultura popular mexicana de esos años y difundido en la capital en los salones de baile como el Salón México, inaugurado en 1920, que inició la difusión en nuestro país de la llamada música tropical; la cual incluyó posteriormente, entre otros ritmos, a las guarachas (Celia Cruz canta Al pai y la mai), rumbas (La rumba documental cubano), guaguancós (Grupo Raíces habaneras), congas (La conga Santiaguera), sones (Chan Chan con el Buena Vista Social Club), boleros (María Luisa Landin canta Amor perdido), mambos (Dámaso Pérez Prado Que rico el mambo), chachachás (El bodeguero con Clave cubana) y, posteriormente, la salsa (Llorarás con Oscar D’León); toda esta música integra modalidades en donde la letra de las canciones es subsidiaria del ritmo, que tiene énfasis en fortalecer lo festivo y las cadencias del baile.

 Boleros

Para finales de la década se multiplicó, al decir de Monsiváis (2010), en el centro de las ciudades y sus arrabales el teatro frívolo, en locales o carpas, como laboratorio múltiple de emociones, de humor político y humor sexual, de modas en el vestir y de poesía reconocible a simple oído; que en la música tuvo como su máximo exponente a Agustín Lara y sus boleros (Aventurera), además de múltiples sones (Aquel amor), tangos (Arráncame la vida), pasodobles (Silverio), valses (Farolito), canciones rancheras (Se me hizo fácil) y coplas

(Valencia), cuya obra se difundió también ampliamente en la naciente radio y posteriormente en la televisión.

Este canta autor realizó una versión propia de la herencia poética del romanticismo decimonónico con sus piezas musicales, en formas de sensibilidad exasperada como la llama Monsiváis, para imponer la importante función de la canción romántica en la cultura popular durante la primera mitad del siglo XX, con una continuidad posterior hasta casi finalizar el siglo.

Con estas nuevas expresiones musicales, que se generalizaron en la música popular urbana de la época, al decir de Monsiváis, se enalteció el cambio moderado de costumbres; contribuyendo al fortalecimiento de la idealización de la renovada sexualidad

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