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Ortodoxia Y Herejia


Enviado por   •  29 de Abril de 2015  •  1.689 Palabras (7 Páginas)  •  311 Visitas

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M.D. CHENU (Unidad 4)

ORTODOXIA Y HEREJIA. EL PUNTO DE VISTA DEL TEOLOGO.

Dos categorías contrastadas de la creencia: la ortodoxia y la herejía. La herejía es un fenómeno muy complejo de la mente. Herejía es elección. Los teólogos occidentales reflexionaron, en el siglo XII y XIII, sobre lo que según ellos era la fe, sobre las condiciones y los valores de su aceptación, recurrieron lúcidamente a ese sentido etimológico, y lo convirtieron en eje de los diversos elementos psicológicos y sociológicos observables en el fenómeno de la herejía. La idea de herejía puede extenderse más allá de las confesiones religiosas propiamente dichas, hasta las ideologías, que, aun siendo profanas en su intención y su objetivo, comportan un compromiso total del ser humano, la entrega a una causa, con las especies de absolutismo que implica un destino supremo.

Herejía, ortodoxia se emplearan, pues, en sentido estricto en el dominio de la religión, más concretamente con relación a una fe. Es ortodoxo aquel que da su consentimiento al conjunto de las verdades admitidas, con una franqueza completamente leal y confiada en el diálogo con Dios. Es hereje aquel que, por razones y según una impugnación que tendremos que examinar psicológicamente y sociológicamente, separa, por su “elección”, tal o cual elemento de ese contenido del misterio. Herejía, es por consiguiente verdad, aunque verdad parcial, que, como tal, se convierte en error, en tanto que se toma por una verdad total, pronto exclusiva de las verdades primitivamente unidas. Herejía y ortodoxia dependen, en todos los sentidos, de las estructuras y del dinamismo de la fe. Ahora bien, la fe, al menos en su estatuto normal y explicito, comporta 2 elemento estrictamente coherentes, a pesar de una tensión bastante difícil de equilibrar, practicar y teóricamente: una adhesión interior del espíritu a la divinidad con la que se está en comunicación de su misterio, y ello, en segundo lugar, en una comunidad cuyo lazo intimo esta precisamente constituido por esa adhesión de cada uno de los participantes.

Es cierto que las variantes serán muy notables según las diversas religiones, desde las que “regulan” su fe por medio de un “título” institucionalizado (catolicismo) hasta las que, sin tener un órgano dogmático de la fe, rige las creencias de los individuos por medio de un consensus de la comunidad (caso del Islam).

La herejía, que es una ruptura (por “elección”) en el asentimiento, implica pues, sociológicamente, una ruptura con la comunidad, que, de una forma u otra, es la sede de la ortodoxia.

El hereje, es decir el creyente que “elige”, comete: 1º una impertinencia hacia el Dios cuya Palabra pretende escuchar, y 2º un distanciamiento, y pronto una ruptura, hacia la comunidad cuyo consensus es, sino regla jurídica, al menos la superficie sustentadora de la comunicación de los misterios divinos. El creyente no tiene “derecho a la herejía”.

Hay 3 observaciones importantes: 1) el acto del hereje se produce en el interior de su fe, y no mediante eliminación de la fe, que le transformaría ya no en hereje sino en infiel. El hereje es un creyente ferviente, incluso apasionado, intelectualmente antes de serlo sociológicamente. La fe ha desencadenado en su espíritu, una curiosidad ansiosa de penetrar en el misterio. La intimidad de esa santa exigencia constituye la grandeza conmovedora del hereje, aunque se encuentre a veces afectado por un cierto desequilibrio psicológico. Solo un bautizado puede ser hereje. No es siempre un intelectual, con bastante frecuencia es el propio pueblo, sobrecogido por fuertes emociones, más instintiva que razonada, quien reaccionará frente a la ortodoxia, situaciones que son denominadas como herejías populares. 2) El hereje es pertinax, pertinaz, ante las reacciones de la comunidad, cuya verdad se ha puesto en duda, se obstina, tanto por la pasión intelectual que lo anima, como por la adhesión sincera de la parte de la verdad que defiende y 3) La herejía se presenta, a veces, como una innovación progresista, y a veces como una vuelta a la pureza primitiva.

G. DUBY

HEREJIAS Y SOCIEDAD

Hay que considerar la permanencia, la ubicuidad de la herejía, siempre decapitada y siempre renaciente bajo múltiples formas. Se trata de ubicar, también, al hereje en el proceso histórico, es decir se necesita una cronología del hereje. En este sentido, la época medieval es una época, según Duby, de las herejías vencidas, o mejor dicho, de las herejías sofocadas. La herejía en la edad media es permanente, abundante; es endémica, incluso necesaria, vital orgánica, pero termina siempre derrotada. En el desarrollo de las herejías se pueden ver dos fases: una primera fase de herejías cortas, seguida de otra fase en la que las herejías se hacen mucho más tenaces y cada vez más resistentes. Después de una primer época de las herejías sofocadas, domesticadas y paulatinamente vencidas, comienza a principios de siglo XVI, con la ruptura luterana, con esa herida que aun no ha cicatrizado y que contribuyo a hacer estallar un universo hasta ahora entonces unitario, la época de la coexistencia y de la participación territorial, participación que fue soportada antes de ser aceptada y aceptada luego con una

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