PRINCIPALES REPRESENTANTES DE LAS CONCEPCIONES PEDAGOGICAS
Enviado por hje2015 • 4 de Junio de 2013 • 7.723 Palabras (31 Páginas) • 3.402 Visitas
INTRODUCCIÓN
El aprendizaje y las teorías que tratan los procesos de adquisición de conocimiento han tenido durante el último siglo pasado, un enorme desarrollo debido fundamentalmente a los avances de la psicología y de las teorías instruccionales, que han tratado de sistematizar los mecanismos asociados a los procesos mentales que hacen posible el aprendizaje.
El propósito de las teorías educativas es el de comprender e identificar estos procesos y a partir de ellos, tratar de describir métodos para que la instrucción sea más efectiva. Es en este último aspecto en el que principalmente se basa el diseño instruccional, que se fundamenta en identificar cuáles son los métodos que deben ser utilizados en el diseño del proceso de instrucción, y también en determinar en qué situaciones estos métodos deben ser usados.
De la combinación de estos elementos (métodos y situaciones) se determinan los principios y las teorías del aprendizaje. Un principio de aprendizaje describe el efecto de un único componente estratégico en el aprendizaje de forma que determina el resultado de dicho componente sobre el enseñante bajo unas determinadas condiciones. Desde el punto de vista prescriptivo, un principio determina cuándo debe este componente ser utilizado. Por otro lado, una teoría describe los efectos de un modelo completo de instrucción, entendido como un conjunto integrado de componentes estratégicos en lugar de los efectos de un componente estratégico aislado.
A este respecto, el estudio de la mente y de los mecanismos que intervienen en el aprendizaje se ha desarrollado desde varios puntos de vista basados en la misma cuestión fundamental, a saber: ¿Cuáles son las condiciones que determinan un aprendizaje más efectivo?.
En un primer lugar, desde un punto de vista psicológico y pedagógico, se trata de identificar qué elementos de conocimiento intervienen en la enseñanza y cuáles son las condiciones bajo las que es posible el aprendizaje. Por otro lado, en el campo de la tecnología instruccional, se trata de sistematizar este proceso de aprendizaje mediante la identificación de los mecanismos y de los procesos mentales que intervienen en el mismo.
Diferenciación de las concepciones pedagógicas entre John Dewey y Williams James y Williams Kirpatrick
Para abordar éste tema tenemos antes que señalar lo que es el pragmatismo, el cual de manera general podríamos interpretarlo de la siguiente forma: movimiento filosófico desarrollado especialmente en Estados Unidos e Inglaterra, pero con repercusión y desarrollo parcial en otros países. El pragmatismo consiste en reducir “lo verdadero a lo útil” negando el conocimiento teórico en diversos grados; para los más radicales sólo es verdadero aquello que conduce al éxito individual, mientras que para otros, sólo es verdadero cuando se haya verificado con los hechos.
“El intelecto es dado al hombre, no para investigar y conocer la verdad, sino para poder orientarse en la realidad. El conocimiento humano recibe su sentido y su valor de este su destino práctico. Su verdad consiste en la congruencia de los pensamientos con los fines prácticos del hombre, en que aquellos resulten útiles y provechosos para la conducta práctica de éste.”
En general, para las diversas formas de pragmatismo, la verdad radica en la utilidad y en el éxito, por lo tanto, todo conocimiento es práctico si sirve para algo, si es posible de realizar.
John Dewey
Dewey define a menudo su filosofía como naturalismo empírico o empirismo naturalista. La experiencia es la base de su teoría y precisamente por ella debe desecharse toda idea de trascendencia, porque la experiencia enseña que todo cambia, tonto en el orden material como en el espiritual.
“Las ideas sólo tienen un valor instrumental para la acción en la medida en que ellas estén al servicio de la experiencia activa; de donde el valor de una idea radica en su éxito.” De este modo, el pragmatismo se convierte para él en un general “instrumento”.
Asimismo, el pragmatismo no es para Dewey una realidad última, un absoluto, un proceso que cree la realidad objetiva en sentido metafísico. Para él “el pensamiento es una forma altamente desarrollada de la relación entre estímulo y la respuesta al nivel puramente biológico”; en la interacción ambiente-hombre, el fin del pensamiento estimulado por una situación problemática, es transformar o reconstruir el conjunto de condiciones antecedentes que han planteado un problema o una dificultad. El hombre en su libertad puede reaccionar ante una situación problemática de un modo inteligente.
Para Dewey, la filosofía es verdadera sabiduría a lo antiguo, no conocimiento, sino aplicación de lo conocido a la conducta inteligente de las acciones de la vida humana.
El hombre incrustado en el mundo tiene por destino modificar la naturaleza y darle significado, de tal forma que el hombre pragmático se valga de la técnica y no de ilusiones metafísicas. El hombre piensa solo cuando hay dificultades que superar y esto indica que el valor de la idea es únicamente instrumental y se mide por su éxito.
“La verdadera revolución filosófica no sería la kantiana sino la pragmatista, cuando nos enseña que el conocimiento no debe pretender conocer la realidad, sino utilizarla.”
El hombre a lo largo de la historia ha aprendido a desarrollar sus habilidades cognoscitivas en el descubrimiento de muchas ciencias que en nuestro tiempo sin valoradas y estudiadas en diferentes centros de educación, tanto media como superior.
El pragmatismo tiene de este modo, gran influencia en nuestra actualidad, puesto que ha sido el hombre quien durante un largo proceso de elaboración de conocimientos, comienza a encontrar un “sentido práctico” de este producto (saber). De este modo, podemos decir que en un sentido positivo, gracias al pragmatismo, nos hemos dado cuenta que el hombre, ocupando el centro del mundo que lo rodea, transforma las cosas, las trasciende, y mediante un proceso de relación hombre-ambiente como lo presenta Dewey reconstruye y transforma los elementos que “ya están” en algo que a él le favorezca, le sean benéficos.
Además, hay que reconocer, que nuestra sociedad en cuanto estamento en vía de progreso, requiere hombres prácticos que promuevan obras que sean en bien, tanto del individuo como de la sociedad, que sea el hombre el que produce y se autosupere y no sea desplazado o reemplazado por una máquina; aunque no debemos dudar que nuestra sociedad también requiere hombres teóricos inteligentes, que mantengan en su fluidez de pensamiento, lógico y práctico, un deseo
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