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Prision Verde Ramon Amaya Amador


Enviado por   •  19 de Febrero de 2014  •  1.446 Palabras (6 Páginas)  •  1.007 Visitas

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Ramón Amaya Amador fue un novelista nato. Concebía con una gran facilidad de argumento, el plan y ios episodios fundamentales de yus obras. Asimismo, el trabajo de redacción, que para muchos escritores es una tarea laboriosa y de grandes esfuerzos, no le ofrecía mayores dificultades, pues Ramón Amaya Amador redactaba a chorros! Su técnica era la siguiente: primero preparaba un esquema general de la obra, luego escribía a mano, en un cuaderno, los capítulos de la misma. El manuscrito obtenido de esta manera era pasado a máquina por el autor y, para diferenciarlo de nuevas versiones, se cuidaba de escribir en él la siguiente frase: "Primer Bosquejo". El texto mecanografiado era sometido a una revisión completa y pasado nuevamente en limpio para enviarlo a la imprenta. Este trabajo le consumía al novelista de tres a cuatro meses, por lo cual durante la última etapa de su actividad, Ramón Amaya Amador escribió hasta tres novelas por año. Sus obras postumas suman aproximadamente unas cinco mil páginas en total, las que incluyen no menos de veinte títulos, entre novelas, cuentos, obras de teatro, diarios personales y hasta poesías.

EDITORIAL UNIVERSITARIA Tegucigalpa, Honduras

Ramón Amaya Amador nació en la ciudad de Olanchito, departamento de Yoro, el 29 de abril de 1916. Fue el producto de los amores clandestinos del cura Guillermo R. Amador y de María Isabel Amaya. Pasó la educación elemental en la escuela "Modesto Chacón", de la referida ciudad, e inició estudios secundarios en el Instituto "Manuel Bonilla", de La Ceiba, los que se vio obligado a interrumpir por motivos económicos. De las aulas secundarias salió para trabajar como maestro empírico en las escuelas rurales del Municipio de Olanchito. Con el objeto de no quedarse sin una base cultural que le permitiera aportar algo a su pueblo, Ramón Amaya Amador aprovecha las horas libres de su docencia campesina para leer cuanto libro puede encontrarse al alcance de su mano, lo cual no le resulta tan difícil, dada la inquietud intelectual que siempre ha caracterizado a Olanchito. El producto de estas lecturas y de este esfuerzo individual, fue el despertar de su vocación literaria, como lo confirman las numerosas colaboraciones remitidas por él al semanario "El Atlántico", dirigida en La Ceiba por Ángel Moya Posas. Así se hizo escritor. Por eso, igual que Máximo Gorki,pudo hablar de "mis universidades", refiriéndose a la aldea y a la lucha de los aldeanos por un destino mejor.

La pedagogía no era la vocación de Ramón Amaya Amador, aunque lo caracterizaba una gran bondad y un extremado afecto por los niños. Para ser maestro de escuela, sobre todo en aquellos tiempos, le faltaba la autodisciplina que permite mantener conforme al espíritu pueblerino, virtud muy alejada de su carácter y temperamento. La vacación de Amaya ■ Amador -lo hemos dicho ya- era la pedagogía de las letras. Por eso abandonó el aula y, mientras le era posible dedicarse por entero a ese magisterio, no menos difícil y elevado que el otro, tuvo que trabajar de cualquier cosa en los campos bananeros, principal-mente en Palo Verde y Coyoles Central. Uno de esos trabajos fue el de regador de veneno, quizá el más duro y menos remunerado que entonces podía realizar-se en el infierno de las bananeras. Consistía este trabajo -si es que no era una tortura- en asperjar las matas de banano con el famosa caldo bórdeles, una solución a base de sulfata de cobre, que si bien tiene poderes para matar los gérmenes de la sigatoka, también los tiene para destruir el organismo de los hombres que lo aplican. Es Indudable que la brutalidad de este trabajo y la observación directa de los estragos producidos por él en los "veneneros" más antiguos, influyó enormemente en la orientación, no sólo literaria, sino también ideológica, de Ramón Amaya-Amador.

El 8 de octubre de 1943 fundó, con su amigo Dionisio Romero Narváez, el semanario "ALERTA", en el que se consagró a la defensa de los Intereses de los trabajadores bananeros. Este paso, que puede considerarse insignificante en una época distinta a aquélla, constituye una muestra formidable de la combatividad y la entrega incondicional de Ramón Amaya - Amador a las causas de nuestra pueblo, pues entonces vivíamos bajo el terror de la dictadura encabezada por Tiburcio Carias Andino, quien se apoyaba en el desenfreno de los famosos "comandantes de armas", es decir, sus principales testaferros, quienes contaban con autorizaciones en blanco para hacer su voluntad en cada pueblo. La aparición del semanario "ALERTA" bajo aquellas condiciones,

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