REFORMA AGRARIA PARAGUAY
Enviado por vaditore • 27 de Septiembre de 2012 • 3.308 Palabras (14 Páginas) • 1.259 Visitas
reforma agraria en paraguay.
Hambre, pobreza, enfermedades, desalojos forzosos y una situación de marginalidad y opresión caracterizan la vida cotidiana de las familias sin tierra del Paraguay, tanto campesinas, como indígenas.
Según la Constitución y el derecho humano a la alimentación, el Gobierno paraguayo tiene la obligación
de realizar una amplia reforma agraria que garantice el acceso y control de la tierra a las comunidades
campesinas pobres. La realidad es otra: la reforma agraria no avanza y las políticas del gobierno se
dirigen principalmente a la agricultura de exportación. Por otra parte, las comunidades rurales sufren
una fuerte represión por parte de los latifundistas y sus grupos parapoliciales que se valen de la cruda
violencia y hasta del asesinato para intimidarlas, amenazarlas, desplazarlas y perseguir a sus líderes.
Es así como 54 familias de la comunidad Tekojojá del distrito de Vaquería, departamento de Caaguazú,
fueron desalojadas forzosamente tres veces desde el año 2003 de sus tierras. Hasta el día de hoy las
familias sufren los ataques armados de los productores de soja que cuentan con el respaldo de sus
milicias privadas y de la propia policía. Los sojeros, que en su mayoría son inmigrantes brasileños, disputan las tierras de la comunidad con el fin de plantar soja genéticamente manipulada y destinada a la
exportación. Pero la comunidad campesina resiste. A pesar de los desalojos, regresan una y otra vez a
sus tierras y con el apoyo solidario de colonias vecinas intentan reiniciar su vida en Tekojojá.
TENENCIA DE TIERRA, POBREZA Y HAMBRE
En Paraguay, el 42% de la población viven en zonas
rurales, lo que representa el más alto porcentaje
en toda America Latina. Pero también es el país,
donde la tenencia de tierra es la más desigual del
continente. La cantidad de minifundios, que con
cinco hectáreas o menos no tienen capacidad ni para
garantizar el sustento de una familia campesina, ha
aumentado entre 1981 y 1991 de 36% a 40%. Datos
más recientes no existen. Sobre todo a las mujeres
se les niega el acceso a la tierra: de los propietarios
de tierra, sólo el 9,4% son mujeres. Para presionar la
implementación de la reforma agraria, las familias
campesinas tienen que ocupar tierras en campamentos provisorios en condiciones extremadamente
precarias.
Igual que en la mayoria de los países latinoamericanos, la desigualdad de la tenencia de la tierra tiene
sus raíces en la época colonial. El proceso se intensificó desde el fin de la guerra entre el Paraguay y la Triple Alianza compuesta por Brasil, Argentina y
Uruguay, cuando se vendieron tierras públicas a inversionistas extranjeros. Además, el dictador Alfredo
Stroessner (1954 - 1989) distribuyó 11 millones de
hectáreas en su gran mayoría de manera fraudulenta
a personas que según la ley no podían ser beneficiarias de reforma agraria. Esta relatifundización
sentó las bases para la agricultura de exportación a
gran escala tal como es practicada hoy en Paraguay.
Se calcula que hasta la fecha unos 9 millones de
hectáreas de estas llamadas „tierras mal habidas“
se encuentran en manos de políticos y militares influyentes
Tradicionalmente la pobreza es sobre todo un fenó-
meno rural. Pero desde 1997, el porcentaje de
pobres en las zonas urbanas es por primera vez más
alto que en el campo. Eso se debe al hecho de que
muchos/as campesinos/as han perdido la esperanza
de sobrevivir en las zonas rurales y se ven forzados a
emigrar a la ciudad. Allá, sin embargo, en la mayoría
de los casos, la situación no es mejor. En total, el
nivel de pobreza continúa aumentando. El porcentaje de personas desnutridas había bajado al final de
los años 1990, pero desde 2001 viene aumentando
(FAO). Las causas de la pobreza y desnutrición son
múltiples: la crisis de los principales rubros de ingresos campesinos (algodón), la restricción de los
recursos estatales para el área de salud, educación o
infraestructura, la degradación ambiental y la exclusión social, económica y cultural de las comunidades
campesinas e indígenas. En este proceso, es fundamental el papel que desempeñan la concentración
de la tierra en las manos de unos pocos y el modelo
productivo que favorece a la agricultura altamente
mecanizada y de exportación en perjuicio de los pequeños agricultores. La ganadería latifundista ocupa
más de 16,5 millones de hectáreas en Paraguay, lo
que representa la mayor parte de la superficie agrí-
cola del país. A pesar de eso, la producción de la soja
está avanzando cada vez más. Entretanto Paraguay
se considera el cuarto exportador mundial de soja,
de modo que este monocultivo, del cual cerca del
80% usa semillas genéticamente modificadas, ya ocupa unos 2 millones de hectáreas. Los sojeros hacen
un uso intensivo e inadecuado de agrotóxicos en sus
cultivos, envenenando los alimentos y las fuentes
de agua de las chacras vecinas. Esta intoxicación ha
provocado enfermedades y hasta la muerte entre las
familias campesina
LA REFORMA AGRARIA NO ES PRIORITARIA
En 1992, Paraguay ratificó el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC),
comprometiéndose a tomar las medidas necesarias
para garantizar a su población su derecho humano
a la alimentación. La realización de una reforma
agraria es clave para cumplir con esta obligación
de modo que se asegure a las comunidades rurales
un acceso directo a la tierra, recurso imprescindible
para su subsistencia. En el capítulo 9 (artículo 109,
y artículos 114 a 116) de la Constitución Paraguaya
se establece que la reforma agraria debe incorporar
efectivamente a la población campesina al desarrollo
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