Reformadores Protestantes

HISTORIA DE LA TEORÍA POLÍTICA – CAP. XIX LOS PRIMEROS REFORMADORES PROTESTANTES

La reforma protestante mezclo la teoría política con diferencias de credo religioso, aunque estos tenían problemas de dogma teológico, en todas partes se defendieron teorías políticas con argumentos de este tipo y se hicieron alianzas políticas en nombre de la verdad religiosa. Pero no hubo un partido religioso, católico o protestante que relacionara sus convicciones políticas con la teología.

La reforma protestante no produjo nada semejante a una teoría política católica, puesto que si se le daban tiempo y una relación estable con el gobierno, cualquier grupo podía seleccionar una doctrina política más o menos coherente, adecuada a su situación y relativamente característica de las creencias de sus miembros. La semejanza de las convicciones políticas dependía más de las circunstancias que de la teología, las diferentes políticas fueron resultado de las diversas situaciones a las que se enfrentaba la iglesia.

Para los protestantes, la ruptura de relaciones con la iglesia de Roma no resolvió en ningún caso las dificultades que habían surgido en la edad media con relación de la interferencia del clero en la política o la interferencia del poder secular en la religión. La relación entre la iglesia y estado vario con la situación política y religiosa de cada país, se quebrantó de modo permanente la unidad de la iglesia, de tal manera que hubo un número creciente de estas. Aunque perduro la concepción de una sola iglesia como guardia de la única verdad revelada, la seguridad de la escritura no hizo que las otras iglesias reformadas fueran menos autoritarias.

El hecho de que fracasara el intento de reformar la iglesia mediante un concilio significo la imposibilidad de llevar a cabo con éxito una reforma, a menos que se pudiera contar con el apoyo o incluso la fuerza de los gobernantes seculares. Puede afirmarse que en todas partes el éxito correspondió al partido religioso que resultaba aliado de una política interna vigorosa. Los grupos reformistas más poderosos se sentían obligados a crear una guerra, en la que se tenía que luchar contra el papa y este fin utilizaba todos los principios y argumentos que habían llegado a ser patrimonio común. Los reformistas protestantes, aún más que los católicos se sentían obligados a distinguir los movimientos más oscuros y radicales de la reforma religiosa y social.

La reforma se unió a las fuerzas económicas ya existentes para hacer del gobierno regio, investido de poder absoluto en el interior y con las manos libres en la política exterior, se constituyeron grupos numerosos para que pudieran obligar sin poner en peligro el orden público, cada uno de estos grupos era una fuente potencial de desorden y todas las diferencias religiosas serán un problema político. Lentamente y bajo la presión de las circunstancias surgió una política de tolerancia religiosa, a medida que se iba descubriendo que era posible una común lealtad política para personas de diferentes religiones.

El respaldo a los gobernantes se convirtió en un artículo primordial de la fe religiosa, en tanto que la defensa

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