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Iglesias Protestantes


Enviado por   •  3 de Agosto de 2013  •  3.162 Palabras (13 Páginas)  •  336 Visitas

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IGLESIAS PROTESTANTES Y SECTAS

INTRODUCCION.

Dios no ignora nada. Dios no tiene que improvisar. Desde toda la eternidad (Ef.1,3-10) sus designios salvíficos para redimir al hombre del pecado incluían la Encarnación de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. El Eterno se haría hombre "nacido de mujer, nacido bajo la Ley" (Gál.4,4) con todo lo que esto significa, o sea, la aceptación de vivir en el tiempo.

Jesucristo sabe perfectamente que su permanencia entre nosotros es temporal y que su obra debe ser continuada hasta el fin de los tiempos por la Iglesia por El fundada.

Vemos cómo al dar comienzo a su vida pública, lo primero que hace es elegir de entre sus seguidores a "los que El quiso" (Mc.3,13) constituyendo los Apóstoles y designando un jefe de entre ellos en la persona de San Pedro.

Si su muerte redentora en el Calvario es suficiente para salvar a la humanidad de todos los tiempos, la predicación de su Evangelio tenía que ser llevada por sus Apóstoles y sus sucesores, siglo tras siglo. No sería lógico suponer que aquella orden de "ir a predicar a toda criatura y bautizar a todas las naciones" (Mt.28,19-20) tendría su cabal cumplimiento durante la vida de los Apóstoles. Y vemos cómo antes de la muerte del último de los Doce, ya la Iglesia ha designado sucesores para proseguir la evangelización del mundo.

La fundación de la Iglesia, es pues, obra directa y expresa del Señor Jesús. La Iglesia no se inventó a sí misma ni surgió por generación espontánea. Tanto en el libro de los Hechos de los Apóstoles como en las mismas cartas de San Pedro o San Pablo, vemos cómo la Iglesia fundada por Jesucristo va tomando forma y se va extendiendo por todo el Imperio romano.

Los Apóstoles y sus sucesores tienen plena conciencia de que la tarea emprendida no terminaría con la muerte del último de los Doce, sino que deberá continuar hasta que el Señor vuelva según lo prometió.

No es concebible, pues, la idea de que en el transcurso de los siglos, se hayan ido fundando "iglesias cristianas" totalmente separadas de la Iglesia de Cristo, tanto en creencias como en autoridad y normas morales.

Todos los deseos de Nuestro Señor de que fuéramos "un sólo rebaño y un sólo Pastor" (Jn. 10, 16), de que fuéramos "uno como Tú Padre y Yo somos Uno" (Jn.10,30), se ven contradecidos por el nacimiento de otras comunidades separadas y en contra de la Iglesia Católica.

Ya desde el primer siglo hubo dificultades porque Cristo fundó su Iglesia con hombres comunes y corrientes. La historia de la Iglesia es una continua lucha por preservar la unidad, dejando a izquierda y derecha herejes y cismáticos. Las causas de dolorosas separaciones, como la de Focio en el siglo décimo, han obedecido a razones mucho muy complejas en las que se han mezclado dogmas, autoridades civiles, ansias de poder, etc...

Pero el colmo llegó en el siglo XVI con el movimiento mal llamado de Reforma en el que la cristiandad occidental se dividió dramáticamente, división que perdura hasta nuestros días a pesar de los esfuerzos ecuménicos de algunas autoridades religiosas.

Debemos los católicos conocer el origen de esas divisiones para comprender la proliferación de sectas venidas en su mayoría de Estados Unidos y apreciar el don gratuito de haber nacido en un país católico. La ignorancia de hechos históricos irrefutables nos hace perder de vista en dónde está la Iglesia que Cristo fundó y contentarnos con cualquier otra fundada por un hombre cualquiera, venga de donde venga.

Mientras que otras religiones, como los judíos o musulmanes no hacen proselitismo en nuestra patria, tenemos en cambio la experiencia de las visitas siempre inoportunas de agentes de sectas derivadas del protestantismo.

Muchísimas familias católicas han vivido ya la tragedia de que alguno de sus miembros ha apostatado. En todos los barrios y pueblos de México ya existen "templos evangélicos" con mayor o menor éxito. El fenómeno de la expansión de dichas iglesias es mucho muy complejo, pero hasta el Santo Padre nos ha pedido actuar valientemente para detener su avance.

"Ellos salieron de entre nosotros mismos, aunque realmente no eran de los nuestros. Si hubieran sido de los nuestros, se habrían quedado con nosotros. Al salir ellos, vimos claramente que entre nosotros no todos eran de los nuestros"

Jn.2,18-19

IGLESIAS PROTESTANTES

-Definición.

Bajo el término general de "protestantismo" se comprende el conjunto de doctrinas y de iglesias salidas de la "Reforma" del siglo XVI.

La palabra "Reforma" sirve también para designar al protestantismo y la razón es que sus principales jefes, Lutero y Calvino se creyeron enviados por Dios a reformar la Iglesia de Cristo, restaurar la religión del espíritu y sustituir las tinieblas del error y la corrupción de costumbres por la luz de la verdad y la pureza de la moral. "Post tenebras, lux".

-Origen.

Haciendo a un lado particularidades, podemos decir que: el protestantismo tuvo tres tipos de causa: intelectuales, religiosas y políticas.

*Causas intelectuales:

Hay muy estrecha relación entre la Reforma, movimiento religioso y el Renacimiento, movimiento intelectual. Desde el siglo XV, filósofos y pensadores redescubren en el culto a la antigüedad, un humanismo que poniendo al hombre corno el centro de todo, choca con la filosofía cristiana de los siglos anteriores, en los cuales Dios dominaba absolutamente el pensamiento de los intelectuales.

Iniciando ya desde entonces el racionalismo, hacen una crítica independiente de la cual no se escapa ni la Sagrada Escritura.

*Causas religiosas:

A la independencia de espíritu correspondía una gran libertad de costumbres. Desde hacía algunos siglos, abusos deplorables se habían infiltrado más o menos en todas partes; se notaba un rebajamiento en la moral de la Iglesia, que no cumplía sino imperfectamente su misión divina; en Alemania, de una manera señalada, el alto clero, mal reclutado entre los grandes señores, poseedor de grandes extensiones de terreno, no soñaba sino en la dominación y para ello se servía de la Iglesia, en vez de servirla.

El mal no era menor en los monasterios y el mismo Papado, convertido en una potencia italiana, preocupado por sus intereses materiales, olvidaba con frecuencia

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