Rencantamiento Del Mundo
Enviado por yasnaormazabal • 18 de Mayo de 2014 • 1.641 Palabras (7 Páginas) • 157 Visitas
Figura 3. La concepción de Descartes de la interacción mente-cuerpo.
El énfasis que hace Descartes sobre las ideas claras y distintas, y el basar
su conocimiento en la geometría, también sirvió para reafirmar, si no realmente
para canonizar, el principio aristotélico de no-contradicción. De acuerdo con este
principio, una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo. Cuando golpeo la tecla
"A" en mi máquina de escribir, obtengo una "A" en el papel (suponiendo que la
máquina está funcionando bien), no una "B". La taza de café que está a mi
derecha podría ponerse en una balanza y veríamos que pesa, digamos, 143
gramos, y este hecho significa que el objeto no pesa cinco kilos ni dos gramos.
Dado que el paradigma cartesiano no reconoce autocontradicciones en la lógica, y
ya que la lógica (o geometría), de acuerdo con Descartes, es la forma en que se
comporta la naturaleza y se nos da a conocer, el paradigma no permite autocontradicciones
en la naturaleza.
Los problemas que presenta el punto de vista de Descartes son tal vez
obvios, pero por ahora bastará con hacer notar que la vida real opera
dialécticamente, no críticamente12. Amamos y odiamos la misma cosa
simultáneamente, tememos lo que más necesitamos reconocemos la
ambivalencia como la norma más que como una aberración. La devoción que
Descartes profesaba a la razón crítica lo llevó a identificar los sueños, que son
afirmaciones profundamente dialécticas, como el modelo del conocimiento no
confiable. Los sueños, nos dice en las Meditaciones sobre la Primera filosofía, no
son claros ni distintos, sino invariablemente obscuros y confusos. Están llenos de
frecuentes auto-contradicciones, y no poseen (desde el punto de vista de la razón
crítica) una coherencia externa ni interna. Por ejemplo, puedo soñar que cierta
persona que conozco es mi padre, o incluso que yo soy mi padre, y que estoy
discutiendo con él. Pero este sueño es (desde el punto de vista cartesiano)
internamente incoherente, porque simplemente no soy mi padre, ni él puede ser
él mismo y ala vez alguien más; y es externamente incoherente, porque al
despertar, no importa lo real que todo parezca por un momento, pronto me doy
cuenta que mi padre está a tres mil millas de distancia y que la supuesta
confrontación jamás sé llevó a cabo. Para Descartes, los sueños no son de
naturaleza material, no pueden medirse, y no son daros ni distintos. Por lo tanto,
dados los criterios de Descartes, ellos no contienen ninguna información
confiable.
Resumiendo entonces, el racionalismo y el empirismo, los dos polos del
conocimiento tan fuertemente representados por Descartes y Bacon
respectivamente, pueden considerarse complementarios en lugar de
irrevocablemente conflictivos. Descartes, por ejemplo, Apenas si se oponía al
experimento cuando éste servía para discernir entre hipótesis rivales —un rol que
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mantiene hasta hoy en día. Y como he argumentado, su enfoque atomístico y su
énfasis en la realidad material y su medición, fácilmente se prestaron al tipo de
conocimiento y poder económico que Bacon visualizaba como factible para
Inglaterra y Europa Occidental. De todas formas, esta síntesis de la razón y del
empirismo carecía de una expresión concreta, una demostración clara dé cómo
podría funcionar en la práctica esta nueva metodología; el trabajo científico de
Galileo y Newton suministró precisamente ésta demostración. Estos hombres
estaban ocupados no solamente del problema de la exposición metodológica
(aunque ciertamente cada uno de ellos hizo sus propias contribuciones a ese
tópico), sino que anhelaban ilustrar exactamente cómo podría la nueva
metodología analizar los eventos más simples: la piedra que cae sobre la tierra, el
rayo de luz que atraviesa un prisma. Fue mediante tales ejemplos específicos que
los sueños de Bacon y Descartes se tradujeron a una realidad operante.
Galileo, en sus esmerados estudios sobre el movimiento llevados a cabo
veinte años antes de la publicación del New Organon, ya había explicitado aquello
que Bacon únicamente sugería como una construcción artificial en sus
generalizaciones acerca del método experimental13. Los planos sin roce, las
rondanas sin masa, la caída libre sin resistencia del aire, todos estos "tipos
ideales", que forman los conjuntos básicos de problemas de física de los primeros
años de universidad, son el legado de ese genio italiano, Galileo Galilei. Se le
recuerda popularmente por un experimento qué jamás realizó —lanzar pesas
desde la Torre Inclinada de Pisa— pero de hecho realizó un experimento mucho
más ingenioso en cuerpos sometidos a caída libre, un experimentó que
ejemplifica muchos de los temas mayores de la búsqueda científica moderna. La
creencia de que los objetos grandes o densos debieran llegar a la tierra antes que
los más livianos es una consecuencia directa dé la física teleológica de
Aristóteles, que era ampliamente aceptada durante la Edad Media. Si las cosas
caen a la tierra porque buscan su "lugar natural", el centro de la tierra, podemos
ver por qué acelerarían a medida que se acercan a ella. Están excitados, vienen
de vuelta a casa, y como todos nosotros, se apuran al llegar al último tramo del
viaje. Los objetos pesados caen a una determinada distancia en un tiempo más
corto que los livianos porque hay más materia para excitarse, y así adquieren una
velocidad mayor y llegan a la tierra antes. El argumento de Galileo, el que un
objeto muy grande y uno muy pequeño deberían
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