SIMON RODRIGUEZ
Enviado por • 9 de Agosto de 2013 • 1.743 Palabras (7 Páginas) • 409 Visitas
Hablar Simón Rodríguez, es hablar de un hombre que se adelanto a los acontecimientos que vivía Venezuela en la época de la colonia, pero antes detengámonos a saber un poco de su origen. Nació en Caracas el 28 de Octubre de 1769. Pedagogo, pensador filosófico, escritor de densas obras de contenido histórico y sociológico, y conocedor a fondo de la sociedad hispanoamericana. Fue maestro y mentor del Libertador Simón Bolívar.
Hijo expósito, cuyo significado para hoy es referido a “hijo natural”, los expósitos nacían en el secreto de la familia y se les abandonaba también en secreto, acompañados generalmente de una nota en la que se indicaba su condición de blanco para que no perdiera su calidad social.
Se dice que fue hijo adoptivo de Cayetano Carreño y de Rosalía Rodríguez. De su infancia, se conoce muy poco. Simón Rodríguez es un niño expósito y su único familiar conocido es su hermano Cayetano.
Su carácter nada común lo lleva a quitarse el apellido paterno, el adoptivo y a quedarse sólo con el de su madre (originalmente se hubiera llamado Simón Carreño Rodríguez), por eso es que, el mismo Simón se presenta como expósito en el acta matrimonial.
Simón Rodríguez significa un nombre-símbolo en el proceso de cultural latinoamericana, especialmente en el ámbito educativo, en tanto es, cronológica y pedagógicamente, el Primer Maestro de América. Si bien compartió espacios e ideales con los grandes emancipadores de Nuestra América es, quizás, el más desconocido, y de su larga y azarosa vida, quizás su etapa chilena sea, a su vez, la más ignorada.
Sus ideas democráticas y reformistas respecto a la Escuela, escritas ya en 1794 en Caracas, se irán robusteciendo a través de sus ricas experiencias como caminante por Jamaica, Estados Unidos y gran parte de Europa.
De hecho, aunque en varios documentos oficiales aparece como expósito, en esos mismos documentos se le da el título de Don a Simón Rodríguez. De todas maneras, esos datos tienen poca importancia a lo que él escribió. Por ejemplo él dijo: “no soy vaca para tener querencia ni nativo para tener compatriotas, nada me importa el rincón donde me parió mi madre ni me acuerdo de los muchachos con quienes jugué el trompo” porque para cuando escribió esto ya la historia le había enseñado que el momento y la hora de nacimiento son de pura curiosidad, su vida activa de maestro la comenzó en mayo de 1791, cuando el Cabildo de Caracas lo admite para ejercer el cargo en la escuela de primeras letras para niños. Impartió clases al niño Simón Bolívar, enseñándole los rudimentos de las lenguas española y latina, aritmética e historia. A los 21 años ya se desempeñaba como maestro en su ciudad natal, llegó a tener bajo su pupilaje a un grupo de niños que para finales del año 1792 ascendía a 114, además dentro d e sus discípulos, se encontraba el niño Simón, con apenas 9 años.
Quizás sea el más revolucionario de los maestros venezolanos. Intentará establecer las bases programáticas de una educación popular, capaz de promover conocimientos y virtudes sociales.
Con sólo 23 años presenta al Ayuntamiento sus Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento. En estas reflexiones fluyen sus ideas pedagógicas. Reflexiones en las cuales no tuvo cabida la discriminación de ningún tipo muy frecuente en ese momento de la historia nacional. Su carácter de educador lo forma enfrentándose apasionado contra el racismo imperante y contra los dogmas impuestos por la iglesia católica a la educación.
Denunció las prerrogativas políticas y sociales que se resistían a los cambios de la situación colonial, engendradora de los desencajes presentes en el seno de la sociedad venezolana. Para enfrentar estos desmanes pensó y reflexionó sobre la idea de ver a la educación como una potencialidad creadora capaz de revertir el orden establecido: “Para tener República hay que comenzar por hacerlos republicanos, por formar pueblo, por crear una mentalidad, vamos a formar ciudadanos de un país en crecimiento, vamos a convertirlos en la gente capaz de realizar esa República, en la escuela” (Simón Rodríguez).
Probablemente haya sido el educador quien hablara por primera vez de la profunda vinculación existente entre la escuela y la sociedad, o lo que es igual, la escuela en función social. La escuela que establece Rodríguez es aquella que ayude a la gente a mitigar sus dificultades y mejorar sus condiciones de vida. Una escuela que permita que el pueblo comience a valerse por si mismo y en la misma medida, serle útiles a los otros para que la realización particular vaya de la mano con el desarrollo del país. Creyó con poderosa virulencia en la escuela en donde los maestros tuviesen una mística profesional y ayudasen a sus discípulos a reconciliarse con el trabajo de su propia experiencia.
Apuntaba que la educación debe tomar en cuenta que vale más saber que tener. “El gobierno debe instruir. Debe obligar a adquirir la educación. Es fundamental que se conceda el tiempo para ir a un plantel. Que cada quien piense en todos para que todos piensen en él. Era intervencionista de estado en educación” (J. F. Reyes
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