Sobrevivir Para Contarlo
Enviado por GeorgeWalker • 26 de Mayo de 2014 • 961 Palabras (4 Páginas) • 490 Visitas
No puedo evitar pensar en los macabros paralelismos que ocurren de tiempo en tiempo en el mundo y en cómo la historia se repite. Por eso algunas veces me he preguntado… ¿qué similitudes pueden haber entre una campesina de El Salvador y una estudiante universitaria de Ruanda, ambas testigos de un exterminio masivo y sangriento? Me refiero a la salvadoreña Rufina Amaya, sobreviviente de la masacre de El Mozote (en El Salvador) en diciembre de 1981, y a la africana Immaculée Ilibagiza, sobreviviente del holocausto de Ruanda de abril de 1994.
El libro “Sobrevivir para contarlo” escrito por Immaculée Ilibagiza, con la ayuda de Steve Erwin y publicado en 1996, cuenta la historia personal de cómo esta joven africana se enfrentó a uno de los más grandes genocidios que hayan ocurrido en el mundo, acaecido en un lugar del África Central, lejano y desconocido por muchos, el país en cuestión es Ruanda, mismo que colinda con Uganda, Burundi, República Unida de Tanzania y la República Democrática del Congo.
Ruanda había sido colonizado hacía muchos años atrás por los belgas y los alemanes, quienes se encontraron con que en ese país habían tres grandes tribus racialmente diferentes: los Hutus, que eran la mayoría, los Tutsis y los Twa, estos dos últimos eran una minoría en orden decreciente. Con la colonización, los belgas se encargaron de acentuar esas diferencias raciales que en un primer momento radicaban, principalmente, en la estatura y el ancho de la nariz, siendo así que los Hutus eran más bajos de estatura que los Tutsis y con la nariz más ancha. Los Twa, por su lado, eran una minoría de pigmeos. Sin embargo es de hacer notar que el mestizaje de tribus se ha dado a través del tiempo por generaciones, terminando en una mezcla de características fenotípicas que muchas veces poco pueden ayudar a la separación de etnias a simple vista.
Antes de ser colonizado, Ruanda era gobernado por un rey Tutsi, que había mantenido la paz y la armonía durante varios siglos. Cuando los gobernantes Tutsis exigieron más libertad y poder a los invasores belgas, éstos se molestaron mucho y alentaron a los Hutus a la toma violenta del poder, durante la cual hubo un gran baño de sangre. Ya instalados los Hutus en el gobierno, una gran cantidad de Tutsis derrotados fueron exiliados. Los Tutsis que se quedaron se convirtieron en ciudadanos de segunda clase. Es más, en las escuelas los profesores pasaban lista de acuerdo a la tribu a la que pertenecían los estudiantes. Con el pasar de los años, los descendientes de los Tutsis en el exilio formaron el Frente Patriótico Ruandés (FPR), con el objetivo de regresar a Ruanda y arrebatar el poder a los Hutus.
De izquierda a derecha: el padre y la madre de Immaculée, Aimable, Damascene, Immaculée y Vianney.
En 1994, el país se hundió aún más en el odio étnico posterior a la firma de paz por parte de su presidente (un hutu) llegando a algunos acuerdos de mejoría para los Tutsis; sin embargo
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