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CASA DE CONTRATACIÓN

En el tiempo de la conquista antes del tercer viaje de Cristóbal Colon, había bastado con una Aduana, una Aduana en Cádiz y otra en La Española, pero aumentando las necesidades del tráfico y las importaciones después del tercer viaje, se impuso la creación de un centro general de contratación, que hoy se llamaría Docks, y que en 20 de Enero de 1503 se les ocurrió ya a los Reyes Católicos, siempre solícitos e todo lo que se refería a la buena administración y gobierno de sus pueblos.

Su personal estaba compuesto, al principio, por un factor, a cuyo cargo estaba el aprovisionamiento y revisión de los buques y la compra y expedición de ciertas mercancías por cuenta de la Hacienda (armas y municiones, azogue para extraer la plata, etc.); Un tesorero, que recibía todos los caudales procedentes de América, tanto de particulares como de la corona, y se hacía cargo de los bienes de las personas fallecidas allí, en tanto no eran entregados a sus herederos (los bienes de difuntos); Un contador-secretario, encargado de la contabilidad de cuantas operaciones realizaba la Casa.

Estos tres funcionarios (oficiales reales) actuaban y eran responsables conjuntamente en ciertos trámites fiscales: registro de navíos, concesión de licencias de embarque y cobranza y administración de ciertos gravámenes sobre el tráfico (en especial la avería, fondo destinado a sufragar los gastos que originaba la protección armada de los buques mercantes).

Al ensanchar el comercio su esfera de acción, fue necesario facilitar la contratación, simplificar sus fórmulas y poner en contacto y relación a los comerciantes y mercaderes. En unas partes llamándose Casas de Contratación y en otras Lonjas de Comercio.

La Casa de Contratación más antigua en España es la de Barcelona, iniciada en 1380 y habilitada en 1401; la de Burgos en 1494; la de Bilbao en 1511; la de Zaragoza en 1551; la de Madrid en 1632, y la de San Sebastián en 1682. Pero la de Sevilla merece especial mención por haberse establecido cuando empezó a florecer el comercio de los reinos con el de Indias por el descubrimiento de estas.

La Casa de Contratación no se estableció en las Atarazanas de Sevilla, sino en el Alcázar viejo, que antiguamente llamaban el Cuarto de los Almirantes, y la declaración de Puerto Franco por un lado, y por otro las importantes operaciones que se le habían confiado, hicieron de Sevilla el centro del comercio español, y de su mencionada Casa un establecimiento de depósitos, compras, ventas, almacenes de abastecimientos y contratación, que le permitían concertar con Juan de la Costa, entre otros, su expedición al Urabá, para ir a descubrir las tierras e islas de las Perlas, que aún no habían sido visitadas por Colon ni por el Rey de Portugal. Poco después nos dice que los oficiales expusieron a la Reina D. Juana que la experiencia aconsejaba conservar y aumentar el tráfico con las Indias, en especial en lo de los cambios que los Maestres de los navíos tomaban a riesgo, y sin los cuales no podrían realizar sus viajes, y la Reina, afirmando que la malicia en los hombre de los malos pensamientos no cesaba, ordeno a todo el que quisiere tomar dinero a cambio, probarse antes la propiedad de la nave o la autorización para obligarla, con pena de perder el buque y cien ducanos de oro aplicables al Fisco.

A medida que aumentaba el tráfico mercantil con las Indias, acrecían sus necesidades y tenían que ampliarse las atribuciones de la Casa de Contratación, donde eran frecuentes y casi diariamente las cuestiones con los comerciantes, mercaderes, navieros, maestres, capitanes, pilotos y marineros. Además; no bastando la práctica, ni satisfaciendo los estudios de las matemáticas que se cultivaban en varias provincias y Estudios generales del Reino, se pensó en satisfacer las necesidades científicas, para promover los adelantamientos en la marina y de la navegación, fomentando el estudio y los progresos de la náutica.

La Reina D. Juana determino, que los debates y diferencias que pudiera haber entre los mercaderes, comerciantes, maestres y marineros que iban a las Indias, fuesen resueltos por los Jueces de la Contratación, breve y sumariamente, sin figura de juicio, tan solo la verdad sabida.

Las facultades mercantiles, administrativas e interventoras, que fueron la base de la primera organización de la Casa de Contratación, se extendieron a lo judicial, y desde entonces ya no hubo asunto grande ni pequeño que con las Indias se relacionase, que no pasara por sus manos.

El establecimiento de la Casa de Contratación de las Indias en Sevilla, y las atribuciones que se le otorgaron, hicieron de dicha ciudad el emporio del comercio en España. Allí se encontraban la mayor parte de los productos nacionales, y allí se recibían las mercaderías de Flandes, Francia, Inglaterra, Italia y Portugal; y abastecida la Nación, el resto se tornaba a cargarse para las Indias.

La

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