Teodoro
Enviado por ojosdiablo • 25 de Mayo de 2014 • Informe • 421 Palabras (2 Páginas) • 285 Visitas
No son la doctrina del pueblo hebreo o la biblia judeo-cristiana las únicas que reclaman para sí una normativa moral respetuosa con el medio ambiente y portadora de una carga importante de responsabilidad humana para con la naturaleza. Tal vez por el hecho de la descalificación de que estas tradiciones son objeto en orden a hacer frente a la crisis ecológica que, según el repetido argumento, ellas mismas han contribuido a generar, lo cierto es que no sólo amplios sectores de juventud sino incluso ecólogos divulgadores de su disciplina y requeridores de otras instancias no científicas que concurran a la creación de una conciencia ecológica, han vuelto la mirada a otros modelos de religiosidad, sobre todo a las grandes religiones orientales. El factor místico y contemplativo, con predominancia sobre el racionalista y activo, la propia cosmovisión panteísta y la integración del hombre en los ritmos cíclicos de la naturaleza, componentes todos ellos típicos de estas religiones, parecen a muchos más idóneos para fomentar una ética ecológica efectiva de respeto y colaboración con el medio natural. Contamos con trabajos recientes (véanse, por ejemplo, el de GOODMAN, 1980, y el de IP, 1983) que, partiendo de los conceptos taoístas de naturaleza, de igualdad ontológica y axiológica de todos los seres, de la doctrina del wu wei (“actividad sin acción”), la constancia del cambio cíclico, etc., tratan de fundamentar en ellos, no sólo opciones contemporáneas concretas del ecologismo —como la obtención de energía de origen solar o la agricultura biológica—, sino incluso toda una ética medioambiental que conlleve, además, una relación estrecha con la ciencia.
En todo este capítulo se ha puesto de manifiesto un elemento común a las diversas elaboraciones recogidas: el recurso, más que a una opción ética “secular”, a una “disposición de fe”, a una ascética de la supervivencia, incluso en autores laicos (cfr. DUMONT, 1973). Un tipo de fundamentación que, si útil para el creyente y, ciertamente, eficaz en orden a propiciar comportamientos y tomas de postura frente al problema, no puede ser la idónea para sustanciar un ethos ecológico dentro de los límites de la mera racionalidad.
Era necesario, no obstante, prestar atención, dentro de este trabajo, a este tipo de discursos, cada vez más frecuentes y que constituyen una clara muestra de que la urgencia y magnitud del deterioro ecológico no permite que los sistemas doctrinales de creencia religiosa recluyan las reponsabilidades de conciencia en el ámbito de la pura espiritualidad, de espaldas a un medio natural que se extingue y a un medio social y humano que se deteriora.
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