Tradiciones Peruanas
Enviado por anapatricia1999 • 29 de Octubre de 2014 • 599 Palabras (3 Páginas) • 310 Visitas
El reconocimiento mundial de Ricardo Palma se basa mayormente en la creación de la «tradición peruana». Menos conciencia existe de su gran actividad lingüística, a pesar de cierta notoriedad lograda por sus dos opúsculos -Neologismos y americanismos y Papeletas lexicográficas- y pocos se han fijado en esa labor tal como se ha llevado a cabo dentro de las Tradiciones peruanas mismas. Lo que me propongo en este trabajo es analizar brevemente ese interés palmiano desde el ángulo de su función y manifestación dentro de las tradiciones.
Con la llegada del siglo XX, Palma declara lo siguiente en su breve escrito «Charla de viejo»: «Han de saber ustedes que yo soy un chiflado del siglo XIX, y que mi inofensiva chifladura consiste en preocuparme de cuestiones sobre gramatiquería y lingüística castellana». Tal preocupación no comenzó con la llegada del siglo XX sino en días juveniles cuando Palma se daba, como él mismo dice, un «hartazgo de la lectura castellana», del cual «nació mi ya incurable chifladura o apasionamiento por la lengua de Cervantes». [Luego añade:] «Peor habría sido que me acometiese la chifladura politiquera»1.
Aquel apasionamiento por el idioma hizo que don Ricardo se volviese profundamente interesado en la lengua misma y su continua evolución y que desarrollase en momentos tempranos de su carrera un criterio bien pensado y sentido sobre cómo debía desenvolverse aquella evolución. En su estudio de 1896 Neologismos y americanismos describe su criterio así: «El espíritu, el alma de los idiomas, está en su sintaxis más que en su vocabulario. Enriquézcase éste y acátese aquélla, tal es nuestra doctrina» (1380). En «Charla de viejo» señala que el habla castellana es «[n]oble, solemne, robusta, armoniosa, flexible y lógica en la sintaxis» pero no tan rica en cuanto al léxico. «Lengua que no evoluciona y enriquece su léxico con nuevas voces y nuevas acepciones va en camino de convertirse en lengua litúrgica o lengua muerta» (1507).
Tal postura impelió al tradicionista «a la caza de americanismos» (Barrenechea XIX) y peruanismos que merecieran entrada en el Léxico. A lo largo de los años se empeñó en coleccionar millares de voces nuevas, tanto las suyas como aquéllas con las que tropezaba en sus vastas lecturas. Luego, como era de suponer, entró en pugna con la Real Academia para lograr que los académicos viesen la precisión e importancia de aprobarlas para ser incluidas en las siguientes ediciones del Diccionario. Palma opinaba que lo que legitimaba cierto término era un tirano, «y ese tirano es el uso generalizado» (1505)2. Concordaba con Pompeyo Gener, a quien cita en su Neologismos y americanismos: «La vida del idioma consiste en el equilibrio de conservar lo antiguo que corresponda a las ideas cuyo uso sea lógico y adecuado, y de enriquecerle con nuevas significaciones, nuevas palabras y nuevos giros creados siempre conforme al genio de la
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