Verdad De Platon
Enviado por yelus • 29 de Abril de 2013 • 6.433 Palabras (26 Páginas) • 261 Visitas
VERDAD Y OPINIÓN.
El objeto estudiado por la ciencia, a la que denomina “episteme” es el ser inmutable, es decir, la idea.
Como ya habían observado Parménides y Heráclito, el encuentro con la verdad es algo insólito en la vida del hombre: la mayoría vive en la no-verdad; y aun aquellos pocos que tienden a ella -y que por esta tendencia deben ser llamados “filósofos” (o sea amantes de la verdad, de la sabiduría)- la encuentran al término de un laborioso proceso, que conduce más allá del común modo de pensar y de vivir.
La verdad, como saber incontrovertible, es conocimiento de la idea o sea el ser inmutable, del ser que es absolutamente: la mayoría, en cambio, sólo conoce el mundo sensible: ignora lo bello en sí, lo bueno en sí, lo grande en sí y todas las otras ideas, y sólo sabe de cosas bellas, de cosas buenas, de cosas grandes; conoce úni¬camente las imágenes de los seres vivos, sin saber que son imágenes y, por lo tanto, viven como en un sueño, porque soñar es justamente considerar que las imágene son realidades verdaderas. Al igual que Parménides, Patón llama opinión (doxa) a este saber que consiste en el conocimiento vulgar del mundo sensible.
El objeto de la opinión es el ser que deviene. - Por otra parte, si la ciencia (la episteme) se refiere al ser que es de manera absoluta, no puede sostenerse que la opinión se refiera a la nada (a esta consecuencia no podía escapar Parménides); el objeto de opinión no puede, ciertamente, coincidir con el objeto de la ciencia, sino que es siempre algo que, aun no siendo el ser absoluto, participa de él. En efecto, las cosas sensibles, objeto de opinión, son lo que son en cuanto, como hemos visto, participan de las ideas correspondientes; pero ya que participan de las ideas eternas e inmutables, pero no coinciden con ellas, las cosas sensibles participan también del no-ser; por ello se generan y se corrompen.
La opinión tiene, pues, como contenido algo de “intermedio” entre el ser y el no- ser; este intermedio es justamente la realidad sensible que, en cuanto que está sometida al movimiento y el cambio, participa del ser y del no-ser.
En la primera parte del "mito de la caverna" el camino que conduce de la opinión a la verdad representa a la filosofía. La opinión es la situación en la que el hombre vive comúnmente; hasta las mejores opiniones son “ciegas”: quien las posee se asemeja a un ciego que camina recto por la calle; en efecto, no conoce las razones de aquello de lo que está convencido. Por ejemplo, si se pregunta a alguien qué pasará si tiro una piedra hacia arriba, lo normal es que conteste que “caerá”. Eso lo dirá porque está acostumbrado a ver caer las cosas por sus sentidos. Su opinión será correcta; pero si se le pregunta por la razón de que caiga, esa razón ya no es sensible. Precisa del conocimiento científico. Igualmente, si vemos a una persona cualquiera diremos, porque así lo hemos aprendido, que es un ser humano. Pero, si se nos pregunta ¿ por qué? No creo que digamos que es porque tiene cabeza, tronco y extremidades.
En el libro VII de La República, Platón compara al que vive en la opinión con un prisionero que, atado desde el naci¬miento en el fondo de una caverna, no puede moverse y menos volver la cabeza. Detrás de él, arriba, arde un fuego; y entre él y el fuego hay un pequeño muro del que sobresalen, llevados por ciertos portadores, estatuas y simulacros que representan todo tipo de cosas. Desde el nacimiento, el prisionero ve sus sombras proyectadas sobre la pared de enfrente y está convencido de que las sombras son la verdadera y única realidad. Pero si logra liberarse de las cadenas, puede descubrir las simulaciones que se mueven detrás de él, y si sale de la caverna puede contemplar finalmente -cuando se haya acostumbrado a la luz del día- las verdaderas realidades de las que esos simulacros son copias e imágenes.
La vida en la caverna corresponde a la opinión (doxa); la de fuera de la caverna, al conocimiento de lo inteligible, o sea a la ciencia (episteme). Opinión y ciencia se dividen a su vez en dos grados. En la vida cotidiana (que es justamente el mundo de la opinión) se pueden encontrar o no cuerpos sensibles (que corresponden a los simulacros del mito de la caverna) o las imágenes de éstos (las sombras del mito) de cualquier manera que se formen: en los sueños, en las fantasías, en los productos del arte humano, etc. Estos dos momentos de la opinión son llamados por Platón "fe"(pistis) e "imaginación" (eikasia) respectivamente. Como la opinión respecto de la inteligencia es no-verdad, también la imaginación es no-verdad respecto de la fe.
También la ciencia está constituida por dos momentos, el primero de los cuales es no-verdad respecto del segundo. En efecto, la inteligencia también puede ser conocimiento geométrico-matemático . Este tipo de conocimiento -llamado por Platón "raciocinio"- en la filosofía platónica recibe una de las caracterizaciones más fundamentales y duraderas.
El conocimiento geométrico-matemático ( dianoia) se sirve de ciertas figuras sensibles: las figuras geométricas dibujadas en el papel, en la arena o de otra manera. Pero estas figuras sensibles no son el objeto propiamente dicho de la geometría, sino sólo la imagen de tal objeto. En efecto, cuando la geometría considera las pro¬piedades, por ejemplo, del cuadrado, refiriéndose a un cua¬drado concreto dibujado en una hoja, no afirma que tales propiedades competan justamente a este cuadrado sensible y específico, sino que las atribuye al cuadrado en sí: tiene como objeto la idea del cuadrado, en la que participa y a la que imita todo cuadrado sensible. Las disciplinas geométrico-matemáticas son, pues, formas de conocimiento conceptual, sin embargo aún no son ver¬dad y ciencia. En efecto, parten de hipótesis no justificadas, y al asumirlas como conocimientos indudables y evidentes, construyen sobre ellas todas sus demostraciones. Su saber es hipotético.
El conocimiento conceptual debe liberarse del carácter hipotético y controvertible que aún compete a las disciplinas matemá¬ticas; en general, debe superar todo tipo de conocimiento hi¬potético y opinable a fin de lle¬gar al "principio no hipotético de cada cosa", es decir, a ese contenido inteligible originario, cuya inteligibilidad no depen¬de de ninguna otra cosa y de la que en cambio depende todo conocimiento del mundo inteligible.
Platón llama intuición ( noesis) a esta forma suprema de la inteligencia humana. Esta superación de todo conocimiento carente de verdad, que se eleva al principio no hipotético y desde él desciende hasta los términos últimos del mundo inteligible, es llamada por Platón dialéctica.
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