Alteridad
Enviado por Ximenaquintana • 5 de Diciembre de 2012 • 2.585 Palabras (11 Páginas) • 542 Visitas
Ensayo sobre la alteridad
El relacionamiento con otro es una constante desde nuestro nacimiento hasta el fin de nuestra vida. Pero cuál es el estatuto de este otro. Una niña jugando con su muñeca está teniendo una experiencia de relación con otro, que puede tener hambre, frío, puede protestar, llorar, o dormirse. Podemos decir que este otro es puro producto de su fantasía y que allí afuera no hay nadie que la contradiga o entre en interacción con ella, y esto es cierto, pero no lo es menos que hay allí puesto en juego algo del orden de lo otro. Mociones pulsionales que buscan ligadura para poder entrar en escena, también otros que como objetos internos, resabio o nostalgia de vínculos pasados, o presentes, reclaman un lugar para poder tramitar un exceso o conjurar un déficit. Todo esto otro en relación al yo que la niña intenta apropiarse a través de su jugar es un conjunto sumamente heterogéneo y diverso que incluye, mezclando jergas, objetos parciales, totales, internos, externos, narcisistas, del self, transicionales, y podríamos seguir si esta exégesis fuera lo que nos convoca, que no es el caso.
A esta necesidad de discriminación ya había apelado Mariana Wikinski en su presentación, en la que nos llamó la atención sobre el espesor de la deriva que partiendo de un genérico no-yo incluya hasta el reconocimiento del otro más allá de lo previsible y lo intencional, a la hospitalidad con ese otro incluso ajeno al conocimiento, como nos decía Mariana que plantea Mélich. Creo que este amplio espectro contiene también algún salto de nivel de análisis, pasando de modelos que intentan dar cuenta de procesos implicados en la constitución psíquica a consideraciones éticas, morales y filosóficas. El horizonte cultural e ideológico en el que se sustenta la práctica del psicoanálisis no puede estar ausente de nuestra indagación sobre el tema, pero me parece importante tratar de diferenciar, en la medida de lo posible, los diferentes enfoques presentes. Retomo entonces la posta de la tarea iniciada por Mariana desde otra perspectiva, y también desde el diálogo con autores que plantean la presencia de una intersubjetividad desde el inicio, como Daniel Stern, con quienes acuerdo en principio, pero creo indispensable ajustar el foco para ver mejor de qué estamos hablando.
Cuando aquella niña que jugaba con su muñeca, ahora mujer embarazada, elije el nombre que "dará" a su "criatura" está construyendo el nido para alojar una nueva subjetividad. "El nombre es el lugar de la subjetividad del sujeto", dice el Derrida que nos trajo Foster, sin nombre no hay alteridad ni hay reconocimiento. Pero también ese nombre encierra la ajenidad de sí mismo para el futuro sujeto, es su sello de origen, el deseo de otro. ¿Cuál es la diferencia entre esta relación de la mamá con su bebé y aquella de la niña con su muñeca? Ahora hay "alguien" que se manifiesta, se mueve, genera sensaciones en la madre, tiene reacciones a determinadas posturas o acciones de su portadora. El nombre elegido aloja ahora aquellos juegos, que a su vez remiten a otra bebita y otra mamá, pero también este "alguien" pelea por un espacio debajo de este paraguas. Con los sueños soñados en aquellos juegos y con estas manifestaciones, que transformará en intenciones, la mamá irá construyendo un sujeto. Las futuras interacciones con el bebé ya nacido incrementarán notablemente la riqueza de su interioridad. Y llegamos aquí a nuestro primer gran problema: ¿esta riqueza subjetiva es realmente patrimonio del bebé, o es una fantasía de la mamá?
Un bebé llora y su mamá dice que tiene hambre y lo alimenta, en otro momento llora exactamente igual para un observador y la mamá dice que está incómodo y lo acomoda en la cuna. Como se calma con estas maniobras parece obvio que la mamá tenía razón. ¿Pero estos contenidos de conciencia son del bebé y la mamá los interpreta, o son una creación de ella que lo van organizando y entramando en la urdimbre del lenguaje, construyendo así el espesor de su subjetividad? Cuanto más llevemos el péndulo hacia el lado de que la mamá sólo interpreta, más cerca estaremos de un innatismo biologísta, y en el sentido contrario nos acercaremos a la tabula rasa del cachorro a ser transformado en humano. Winnicott no se acerca a ninguno de estos extremos y su respuesta es compleja.
el bebé siente unas necesidades instintivas y apremiantes acompañadas de ideas predatorias. La madre posee el pecho y la facultad de producir leche, y la idea de que le gustaría verse atacada por un bebé hambriento. Estos dos fenómenos no establecen una relación mutua hasta que la madre y el niño vivan y sientan juntos. Siendo madura y físicamente capaz, la madre es la que debe ser tolerante y comprensiva, de manera que sea ella quien produzca una situación que con suerte puede convertirse en el primer lazo entre el pequeño y un objeto externo, un objeto que es externo con respecto al ser desde el punto de vista del pequeño.
Veo los procesos como dos líneas que proceden de distintas direcciones y son susceptibles de acercarse la una a la otra. Si coinciden se produce un momento de ilusión - un fragmento de experiencia que el niño puede considerar o bien una alucinación o una cosa perteneciente a la realidad externa.
Acá cuando él dice "una alucinación o una cosa perteneciente a la realidad externa" es porque este art. es del 45, y acá todavía no tiene armado el asunto del espacio transicional ni de la paradoja
Dicho de otra forma, el niño acude al pecho cuando está excitado y dispuesto a alucinar algo que puede ser atacado. En aquel momento, el pezón real hace su aparición y el pequeño es capaz de sentir que eso, el pezón, es lo que acaba de alucinar. Así que sus ideas se ven enriquecidas por los datos reales de la vista, el tacto, el olfato, por lo que la próxima vez utilizará tales datos para la alucinación. De esta manera el pequeño empieza a construirse la capacidad para evocar lo que esta realmente a su disposición."
Esta disposición a alucinar "algo que pueda ser atacado" la trae el bebé, hay como un espacio previo a ser ocupado, una preconcepción la llamará Bion, que pulsa y orienta la búsqueda de objeto. Por el lado de la madre también hay algo previo y en algún sentido autónomo de ese bebé concreto, esta la idea de un bebé hambriento que la ataque. Son dos series separadas que se entrecruzan en ciertos momentos que dejarán huellas en ambos, preformando y enriqueciendo con detalles otros momentos posteriores. Pero estos encuentros no ocurren en lo concreto de una realidad externa a los protagonistas, son momentos de ilusión. Son espacios de superposición, como los llamará más adelante, de dos series que convergen en un punto y generan la
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