Es El Programa De Filosofía Para Niños Una Práctica Educativa Hacia La Alteridad?

¿Cómo se reorganiza la enseñanza en el aula desde la relación ética?, ¿de qué modo se acerca el profesor al inasible alumno?, ¿qué nuevas u olvidadas categorías surgen de la horizontalidad del aprendizaje? Expondremos y evaluaremos el programa de Filosofía para Niños y Niñas de Matthew Lipman como intento hacia una práctica transformadora de la enseñanza filosófica donde la alteridad se hace presente en la comunidad de indagación. Desde aquí el conocimiento deja de ser propiedad del que enseña, más bien se construye en conjunto horizontal y/o democráticamente, confluyendo la visión del profesor(a) (guía, orientador) y la del estudiante (participante activo de la comunidad de diálogo). La relación dialógica entre maestro y alumno nunca es fija. Es decir, no sólo el maestro puede aportar algo que el alumno no tiene, sino también el alumno puede aportar lo que el maestro no tiene. Lo que hay que entender en esta lógica levinasiana es que el Yo es siempre apertura (acogida y hospitalidad) a lo Otro, pudiendo ser este otro, el maestro, el alumno o el libro. El Otro instruye, dice Lévinas. Por eso es que en la lógica levinasiana de la relación maestro alumno el primer inteligible, por nombrarlo de alguna manera, es un "no sé nada" radical, de ahí la posibilidad entonces de orientarse al recibimiento del Otro, a la novedad sin mayéutica del Otro.

Ahora bien, desde la radicalidad del Otro inalcanzable levinasiano, el programa de FpN, ¿fracasa como una práctica educativa hacia la alteridad? Desecharlo, sería incurrir en una ceguera ante todas los caminos que se abren para una relación profesor(a)-estudiante en clave ética, libre de verticalidades. Más bien, proponemos atender a una crítica que impulse una visión regulada que conciba a la infancia desde un modo inclusivo del otro en su alteridad radical.

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