Antigona Velez
Enviado por joaquinv • 2 de Julio de 2014 • 2.263 Palabras (10 Páginas) • 1.370 Visitas
ANTÍGONA VÉLEZ
Análisis
La obra está dividida en seis cuadros; el último, que epiloga la tragedia, es llamado cuadro final.
CUADRO PRIMERO: Presentación del conflicto y diálo¬go de las hermanas.
CUADRO SEGUNDO: Enfrentamiento de Antígona con don Facundo y decisión de enterrar a su hermano.
CUADRO TERCERO: Descubrimiento del entierro y dictado del castigo.
CUADRO CUARTO: Interludio amoroso entre Antígona y Lisandro.
CUADRO QUINTO: Cumplimiento del castigo. Lisandro se une a Antígona para morir juntos.
CUADRO FINAL: Llegada de los soldados que derrotan a los indios. Justificación de don Facundo, proyectando al futuro lo sucedido.
No hay división de escenas, pero éstas en cierto modo están determinadas por las acotaciones.
Como toda escenificación de un mito, Antígona Vélez conserva características comunes a las estructuras míticas; la dimensión temporal está dicotomizada en un antes versus después:
antes entierro - infracción
después castigo
También la obra mantiene, como en los mitos, otra categorización: lo individual versus lo colectivo, que siempre permite destacar un héroe que, apartándose de la comuni¬dad, aparece como un agente gracias al cual se produce la inversión de la situación antes mencionada:
Antígona versus Don Facundo y el resto de los habitan¬tes de La Postrera.
Es notorio como los componentes estructurales del re¬lato mítico se mantienen en las formas teatrales; pero, ade¬más, la obra está construida de acuerdo con los parámetros clásicos: hay unidad de lugar y de tiempo. En cuanto a la unidad de acción la obra expone un conflicto central, condensador, pero hay también una instancia casi paralela en el plano de los valores, que no se puede calificar como secunda¬ria: la revelación y afianzamiento del amor entre Antígona y Lisandro. El tiempo sigue, como en la tragedia ática, un orden cronológico; sin embargo, en el cuadro IV, Antígona y Lisandro retroceden en su pasado y el tiempo es más una duración significativa que lógica.
Por lo general, en la tragedia griega, las evocaciones que permitían conocer los acontecimientos anteriores a la acción misma, estaban en boca del coro o de personajes circunstanciales. También es así en la obra de Marechal, ya que empieza, según el deseo aristotélico, «in medias res», en medio de los hechos, y los sucesos anteriores a la acción misma son evocados por personajes del coro, salvo en el caso seña¬lado. Esto sucede porque el reconocimiento del mutuo amor -la anagnórisis trágica- se alcanza por una experiencia cognoscitiva a través de la evocación y debe ser realizada por los mismos protagonistas. Para Antígona hay dos momentos de revelación: el primero se da durante la noche: la vida se transforma en destino y esta densa comunicación con lo inexo¬rable, acrecienta su voluntad de heroísmo, amparada antes solamente en el impulso piadoso y humano. La segunda ex¬periencia sucede en pleno día: ya no es el encuentro con la muerte, sino con la vida. La pareja recuerda un momento revelador: ocurrió cuando Lisandro domó su primer potro, en una ceremonia de iniciación. Esta segunda revelación permi¬te a Antígona la esperanza de una transformación de la fata¬lidad en posibilidades vitales.
«ANTÍGONA. (Conturbada.) —Porque hoy, a mediodía, olvidé lo que supe ayer, a medianoche.»
Pero Antígona no puede claudicar, se mantiene como heroína trágica, apoyada sin querer por las mujeres que pre¬tenden ayudarla, pero ya la ven como muerta.
«MUJERES. —¡Es que su corazón está lejos!
MUJER 1ª. —Sí, el corazón adivina, y se adelanta. Se ade¬lanta el corazón a su muerte.»
Las incursiones de Antígona por el amor y la muerte son dos, pero le resta otra, la tercera y definitiva.
Un principio simétrico rige la construcción de la obra: los personajes que coadyuvan a la progresión dramática es¬tán dados en tríadas: tres mujeres, tres hombres, tres bru¬jas, tres mozas.
Las funciones de los hombres y las mujeres en el de¬sierto se dan por oposición simétrica.
«HOMBRES. —Anoche no soltamos las armas. Hemos velado junto a las bocas de fuego.
MUJERES. —Nosotras rezábamos y llorábamos. Dicen que tal es nuestra ley.»
El coro está dividido en dos; uno de hombres y otro de mujeres.
Aunque, en general, los parlamentos son dichos en forma individual por los integrantes de cada coro, el peso y significado de la presencia coral y aún su dinamismo equiva¬len a la estructura del coro clásico.
LA OBRA: SU UBICACIÓN
A diferencia de Anouilh, Marechal sitúa su Antígona en un escenario bien definido: una casa en la pampa, último baluarte en la frontera sur, durante la conquista del desierto, cuando indios y blancos disputaban el derecho al territorio y a la supervivencia.
La inserción del mito en estas coordinadas espacio-tem¬porales constituye un acierto, porque la soledad, la frecuen¬tación de la muerte, la dureza de las condiciones de vida, permiten el aflo¬ramiento de situaciones límites, donde la tragedia puede desarrollarse.
LOS PERSONAJES
Antígona es seguramente el personaje femenino más activo de la obra de Marechal. Ama la vida como el personaje de Anouilh, pero la acepta en toda su realidad, sin idealizaciones inalcanzables y no teme, como aquélla, degra¬darse al vivir. Cuando tiene la certeza de que ama a Lisandro y éste a ella, lamenta su muerte sobre todo por el dolor, que le va a infligir. La Antígona de Sófocles no tiene en cuenta para nada a Hemón; en su único momento de claudicación lamenta el morir sin haber vivido; es verdad que los dos per¬sonajes masculinos se les unen voluntariamente en la muer¬te, pero la Antígona clásica permanece ajena al sacrificio de Hemón; en cambio Antígona Vélez y su Lisandro afrontan la muerte en una suerte de comunión.
La figura de Antígona se engrandece con respeto a Carmen y a las demás mujeres de La Postrera, pero eso es¬tablece distancias entre una y otras. Conocen su poder de voluntad y su decisión, desde que cuidaba a sus hermanitos, pero no la entienden y lo manifiestan: «¡No la entendemos! ¡Nunca la entendimos a ella!» La misma Antígona busca una autoprotección en el sueño para poder enterrar a Ignacio, tan enorme es el esfuerzo que va a realizar. Piensa que sueña, y que al despertar, ha cumplido su misión. No es lo mismo una princesa que enfrenta el poder real en su propio palacio que una mujer sola, en medio de la pampa, de noche, con el enemigo cerca. Por eso es vista como
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