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CUENTOS BREVES Y EXTRAORDINARIOS


Enviado por   •  7 de Mayo de 2013  •  Tesis  •  9.961 Palabras (40 Páginas)  •  851 Visitas

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CUENTOS BREVES Y EXTRAORDINARIOS

NOTA PRELIMINAR

Uno de los muchos agrados que puede suministrar la literatura es el agrado de lo narrativo. Este libro quiere

proponer al lector algunos ejemplos del género, ya referentes a sucesos imaginarios, ya a sucesos

históricos. Hemos interrogado, para ello, textos de diversas naciones y de diversas épocas, sin omitir las

antiguas y generosas fuentes orientales. La anécdota, la parábola y el relato hallan aquí hospitalidad, a

condición de ser breves.

Lo esencial de lo narrativo está, nos atrevemos a pensar, en estas piezas; lo demás es episodio ilustrativo,

análisis psicológico, feliz o inoportuno adorno verbal. Esperamos, lector, que estas páginas te diviertan como

nos divirtieron a nosotros.

J.L.B. y A.B.C., 29 de julio de 1953

LA SENTENCIA

Aquella noche, en la hora de la rata, el emperador soñó que había salido de su palacio y que en la oscuridad

caminaba por el jardín, bajo los árboles en flor. Algo se arrodilló a sus pies y le pidió amparo. El emperador

accedió; el suplicante dijo que era un dragón y que los astros le habían revelado que al día siguiente, antes

de la caída de la noche, Wei Cheng, ministro del emperador, le cortaría la cabeza. En el sueño, el

emperador juró protegerlo.

Al despertarse, el emperador preguntó por Wei Cheng. Le dijeron que no estaba en el palacio; el emperdaor

lo mandó buscar y lo tuvo atareado el día entero, para que no matara al dragón, y hacia el atardecer le

propuso que jugaran al ajedrez. La partida era larga, el ministro estaba cansado y se quedó dormido.

Un estruendo conmovió la tierra. Poco después irrumpieron dos capitanes que traían una inmensa cabeza

de dragón empapada en sangre. La arrojaron a los pies del emperador y gritaron:

-Cayó del cielo.

Wei Cheng, que había despertado, lo miró con perplejidad y observó:

-Que raro, yo soñé que mataba a un dragón así.

Wu Ch'eng-en (c. 1505-c. 1580).

EL REDENTOR SECRETO

Es sabido que todos los ogros viven en Ceylán y que todas sus vidas están en un solo limón. Un ciego corta

el limón con un cuchillo y mueren todos los ogros.

Del Indian Antiquary, I (1872).

LA ANIQUILACION DE LOS OGROS

La vida de una tribu entera de ogros puede estar concentrada en dos abejas. El secreto, sin embargo, fue

revelado por un ogro a una princesa cautiva, que fingía temer que éste no fuera inmortal. Los ogros no

morimos, dijo el ogro para tranquilizarla. No somos inmortales, pero nuestra muerte depende de un secreto

que ningún ser humano adivinará. Te lo revelaré, para que no sufras. Mira ese estanque: en su mayor

profundidad, en el centro, hay un pilar de cristal, en cuya cima, bajo el agua, reposan dos abejas. Si un

hombre puede sumergirse en las aguas y volver a la tierra con las abejas y darles libertad, todos los ogros

moriremos. ¿Pero quién adivinará este secreto? No te apesadumbres; puedes considerarme inmortal.

La princesa reveló el secreto al héroe. Este libertó las abejas y todos los ogros murieron, cada uno en su

palacio.

Lal Behari Day, Folk Tales of Bengal (Londres, 1833).

UN TERCERO EN DISCORDIA

En su Vida de Apolonio, refiere Filostrato que un mancebo de veinticinco años, Menipio Licio, encontró en el

camino de Corinto a una hermosa mujer, que tomándolo de la mano, lo llevó a su casa y le dijo que era

fenicia de origen y que si él se demoraba con ella, la vería bailar y cantar y que beberían un vino

incomparable y que nadie estorbaría su amor. Asimismo le dijo que siendo ella placentera y hermosa, como

lo era él, vivirían y morirían juntos. El mancebo, que era un filósofo, sabía moderar sus pasiones, pero no

ésta del amor, y se quedó con la fenicia y por último se casaron. Entre los invitados a la boda estaba

Apolonio de Tiana, que comprendió en el acto que la mujer era una serpiente, una lamia, y que su palacio y

sus muebles no eran más que ilusiones. Al verse descubierta, ella se echó a llorar y le rogó a Apolonio que

no revelara el secreto. Apolonio habló; ella y el palacio desaparecieron.

Robert Burton, The Anatomy of Melancholy (1621).

HISTORIA DE CECILIA

He oído a Lucio Flaco, sumo sacerdote de Marte, referir la historia siguiente: Cecilia, hija de Metelo, quería

casar a la hija de su hermana y, según la antigua costumbre, fue a una capilla para recibir un presagio. La

doncella estaba de pie y Cecilia sentada y pasó un largo rato sin que se oyera una sola palabra. La sobrina

se cansó y le dijo a Cecilia:

-Déjame sentarme un momento.

-Claro que sí, querida -dijo Cecilia-; te dejo mi lugar. Estas palabras eran el presagio, porque Cecilia murió

en breve y la sobrina se casó con el viudo.

Ciceron, De divinatione, I, 45.

EL ENCUENTRO

Ch'ienniang era la hija del señor Chang Yi, funcionario de Hunan. Tenía un primo llamado Wang Chu, que

era un joven inteligente y bien parecido. Se habían criado juntos, y como el señor Chang Yi quería mucho al

joven, dijo que lo aceptaría como yerno. Ambos oyeron la promesa y como ella era hija única y siempre

estaban juntos, el amor creció día a día. Ya no eran niños y llegaron a tener relaciones íntimas.

Desgraciadamente, el padre era el único en no advertirlo. Un día un joven funcionario le pidió la mano de su

hija. El padre, descuidando u olvidando su antigua promesa, consintió. Ch'ienniang, desgarrada por el amor

y por la piedad filial, estuvo a punto de morir de pena, y el joven estaba tan despechado que resolvió irse del

país para no ver a su novia casada con otro. Inventó un pretexto y comunicó a su tío que tenía que irse a la

capital. Como el tío no logró disuadirlo, le dio dinero y regalos y le ofreció una fiesta de despedida. Wang

Chu, desesperado, no cesó de cavilar durante la fiesta y se dijo que era mejor partir y no perseverar en un

amor sin ninguna esperanza.

Wang Chu se embarcó una tarde y había navegado unas pocas millas cuando cayó la noche. Le dijo al

marinero que amarrara la embarcación y que descansaran. No pudo conciliar el sueño y hacia la media

noehe oyó pasos que se acercaban. Se incorporó y preguntó: "¿Quién

...

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