Camus, Albert - La peste

Introducción

He escuchado que a algunas personas solo se les conoce de verdad cuando se toca fondo, y que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y este libro ha hecho resonar esto conmigo más que nunca, durante este ensayo expondré lo que esta obra me ha transmitido, pues “La peste” es presentada con más de un significado en esta obra.

Desarrollo

Oran, comunidad argelina que no ha tenido carencias extremas, se nos retrata como una ciudad que sin sufrir abiertamente, ha sido consumida por la monotonía, la rutina, la falta de entusiasmo, “la peste”, de la primera forma que se nos ha presentado, sin embargo, la aparición de ratas enfermas y muertas anuncia futuros cambios, y sin embargo puede notarse la apatía de la población hacia esto en las primeras etapas de este mal.

Tras una prolongada evolución, se empiezan a notar los efectos que la pandemia ha tenido en nuestros habitantes y sus vidas, gente enferma, muriendo, aislamiento respecto al resto del mundo y es aquí donde comienza nuestra historia y las observaciones verdaderamente importantes.

Este libro expone de formas inteligentes y a través de varios personajes con historias entrecruzadas como esta epidemia afecta a los diferentes tipos de personas, las autoridades, que vendrían a ser el ámbito político, demuestran incompetencia al implementar medidas que a la larga resultan ineficientes para frenar la enfermedad, mostrándonos el como una administración podría no tener como prioridad a su población. Tenemos al padre Paneloux, que vendría a aportarnos el punto de vista religioso de la historia, pues el desacredita los avances científicos y políticos, interpretando la enfermedad como un castigo divino, para que la ciudad se “purifique” y asumiendo que la salvación llegara solo para unos pocos “elegidos”. Como su contrario podemos considerar al Dr. Riux, ateo, más calmado y metódico, representante del pensamiento científico, que pese a todo, cree que hay algo más que hace falta para tratar esta epidemia.

De última instancia, tenemos como un “todo” a la población oranense, quienes, al verse azotados por esta enfermedad han “reaccionado” de su letargo. Ya no se respira esa monotonía, todo se retrata como bastante lúgubre, y sin embargo, se respira tranquilidad resignativa, añoranza de aquellos tiempos mejores, cosas que antaño podían considerarse inútiles o de poco valor y que ahora se extrañaban como si nunca se hubiesen tenido. Así mismo, ha aparecido un sentimiento entre la población que se creía perdido; la apatía, las calles, a la vez que llenas de pesimismo, se ha llenado de gestos de amabilidad, unión y esperanza comunitaria, esto repercute en el estado de salud, pues poco a poco se notan mejorías (muere menos gente, se recuperan algunos) lo cual enciende una muy pequeña luz de esperanza. Y es que la peste social también había afectado en gran medida a la población, en el final vemos un Oran que si bien esta bastante mermado por la epidemia ya controlada, se ve más unido que nunca, recodando a sus difuntos, y como estos han hecho despertar su noción de comunidad.

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