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Caperucita Roja


Enviado por   •  8 de Mayo de 2015  •  Síntesis  •  4.412 Palabras (18 Páginas)  •  332 Visitas

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Caperucita Roja

Había una vez una niña llamada Caperucita Roja. Su mama, que sabía coser muy bien, le había hecho una caperuza roja para que estuviera calentita y protegida del viento y como a la niña le gustaba mucho la llevaba a todos los dias, por lo que todo el mundo la llamaba así.

Un día, la mamá de Caperucita la mandó a casa de su abuelita porque estaba enferma, para que le llevara en una cesta pan, chocolate, azúcar y dulces.

Su mamá le dijo: no te apartes del camino de siempre, ya que en el bosque hay lobos y es muy peligroso.

Caperucita iba cantando por el camino que su mamá le había dicho y , de repente, se encontró con el lobo y le dijo:

-Caperucita, Caperucita, ¿dónde vas tu tan bonita ?.

-A casa de mi abuelita a llevarle pan, chocolate, azúcar y dulces.

-¡Vamos a hacer una carrera!- Le dijo el lobo

-Te dejaré a ti el camino más corto y yo el más largo para darte ventaja.

Caperucita aceptó pero ella no sabía que el lobo la había engañado.

El lobo llegó antes a la casa de la abuelita y se comió a la pobre ancianita.

Cuando Caperucita llegó, llamó a la puerta:

-¿Quién es?, dijo el lobo vestido con las ropas de la abuelita.

-Soy yo, dijo Caperucita. Pasa, pasa nietecita.

Cuando Caperucita vio a su abuelita se sorprendió con su aspecto :

-Abuelita, qué ojos más grandes tienes, dijo la niña extrañada.

-Son para verte mejor.

-Abuelita, abuelita, qué orejas tan grandes tienes.

-Son para oírte mejor.

-Y qué nariz tan grande tienes.

Es para olerte mejor.

-Y qué boca tan grande tienes.

¡Es para comerte mejor!.

Caperucita empezó a correr por toda la habitación y el lobo tras ella.

Pasaban por allí unos cazadores y al escuchar los gritos se acercaron con sus escopetas y sus cuchillos de caza. Uno de ellos le dió un golpe muy fuerte al lobo feroz en la cabeza y el lobo cayó al suelo desmayado. El cazador cogió su cuchillo y le abrió la panza al lobo sacando a la abuelita de Caperucita, que aún estaba viva y para darle un escarmiento al lobo le lleno la barriga de piedras y le volvió a coser la barriga. Después de esto se fueron apresuradamente de allí.

Al cabo de un rato el lobo despertó y sintió una terrible sed y se fue corriendo al rio a beber agua pensando que la pesadez de su barriga era por la abuela de Caperucita. Al acercarse a la orilla, la barriga le pesaba tanto tantísimo que se tambaleó y cayó al agua, ¡ y se ahogó !.

.

Caperucita después de este susto aprendió la lección y núnca jamás volvió a desobedecer a su mamá.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

FIN

El patito feo

Como cada verano, a la Señora Pata le dio por empollar y todas sus amigas del corral estaban deseosas de ver a sus patitos, que siempre eran los más guapos de todos.

Llegó el día en que los patitos comenzaron a abrir los huevos poco a poco y todos se congregaron ante el nido para verles por primera vez.

Uno a uno fueron saliendo hasta seis preciosos patitos, cada uno acompañado por los gritos de alborozo de la Señora Pata y de sus amigas. Tan contentas estaban que tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo, el más grande de los siete, aún no se había abierto.

Todos concentraron su atención en el huevo que permanecía intacto, incluso los patitos recién nacidos, esperando ver algún signo de movimiento.

Al poco, el huevo comenzó a romperse y de él salió un sonriente pato, más grande que sus hermanos, pero ¡oh, sorpresa!, muchísimo más feo y desgarbado que los otros seis...

La Señora Pata se moría de vergüenza por haber tenido un patito tan feísimo y le apartó con el ala mientras prestaba atención a los otros seis.

El patito se quedó tristísimo porque se empezó a dar cuenta de que allí no le querían...

Pasaron los días y su aspecto no mejoraba, al contrario, empeoraba, pues crecía muy rápido y era flacucho y desgarbado, además de bastante torpe el pobrecito.

Sus hermanos le jugaban pesadas bromas y se reían constantemente de él llamándole feo y torpe.

El patito decidió que debía buscar un lugar donde pudiese encontrar amigos que de verdad le quisieran a pesar de su desastroso aspecto y una mañana muy temprano, antes de que se levantase el granjero, huyó por un agujero del cercado.

Así llegó a otra granja, donde una vieja le recogió y el patito feo creyó que había encontrado un sitio donde por fin le querrían y cuidarían, pero se equivocó también, porque la vieja era mala y sólo quería que el pobre patito le sirviera de primer plato. También se fue de aquí corriendo.

Llegó el invierno y el patito feo casi se muere de hambre pues tuvo que buscar comida entre el hielo y la nieve y tuvo que huir de cazadores que pretendían dispararle.

Al fin llegó la primavera y el patito pasó por un estanque donde encontró las aves más bellas que jamás había visto hasta entonces. Eran elegantes, gráciles y se movían con tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado porque él era muy torpe. De todas formas, como no tenía nada que perder se acercó a ellas y les preguntó si podía bañarse también.

Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vio en el estanque, le respondieron:

- ¡Claro que sí, eres uno de los nuestros!

A lo que el patito respondió:

-¡No os burléis de mí!. Ya sé que soy feo y desgarbado, pero no deberíais reír por eso...

- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás cómo no te mentimos.

El patito se introdujo incrédulo en el agua transparente y lo que vio le dejó maravillado. ¡Durante el largo invierno se había transformado en un precioso cisne!. Aquel patito feo y desgarbado era ahora el cisne más blanco y elegante de todos cuantos había en el estanque.

Así fue como el patito feo se unió a los suyos y vivió feliz para siempre.

Blancanieves y siete enanitos

En un país muy lejano vivía una bella princesita llamada Blancanieves, que tenía una madrastra, la reina, muy vanidosa.

La madrastra preguntaba a su espejo mágico si ella era la más guapa del mundo entero y éste respondía:

- Tú eres,

...

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