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Comentarios A Libro De Julio Cotler


Enviado por   •  30 de Octubre de 2013  •  1.458 Palabras (6 Páginas)  •  445 Visitas

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Comentarios a Clases, estado y nación en el Perú de Julio Cotler

Por: Luis Marín

La obra de Cotler presenta un recorrido por las etapas de instauración de la llamada “República Aristocrática” y de los interludios que se sucedieron para su consolidación, y crisis. Cotler nos presenta un país escindido, que se debate entre los intereses de grupo por sobre el proceso de construcción de una nación. Sin embargo, la particularidad es que estos procesos interruptos, vienen y se van conforme cambian las coyunturas frente al contexto internacional, particularmente, al rol del capital en nuestra economía nacional. No queremos con esto decir que existe un determinismo económico en nuestro análisis, ya que procesos sociales que también han influido para la génesis de los cambios que se dieron en el Perú de cambio de siglo. Pero debemos apuntar que el protagonismo del capital, y de las relaciones en torno a él, han significado grandes estructuras alrededor de las cuales se han configurado los distintos grupos de interés, en un país divorciado territorialmente con un sistema político en ciernes y con características coloniales aún.

En la primera parte (La formación capitalista dependiente: la “República Aristocrática” y el enclave imperialista), Cotler empieza dando cuenta de cómo se sucede el tránsito de una dominación a otra: de los dominios españoles pasamos a un dominio de los grandes propietarios[1], y de cómo en ese contexto el Partido Civilista enarbola propuestas explicativas y a su vez, una posible solución integradora, constituir un “ente nacional mestizo” que supere los cortes regionales y construya una cultura sintética. Para ello era importante la constitución de una clase dominante que se inserte en el ámbito internacional y que alrededor de la misma se articulen los grupos dominados. Luego nos relata el desarrollo de conflictos por el poder, en el que los pierolistas y civilistas pugnan por el mismo, en un escenario dual, donde la burguesía limeña buscaba insertarse a la economía internacional mientras que los terratenientes eran claramente anticapitalistas. Podríamos decir que las expresiones de estos grupos se reflejaban en las pugnas de poder, sin embargo, cuando triunfó el pierolismo aún era demasiado pronto para que la débil burguesía surgiera, permaneció a un lado mientras crecía la influencia de los oligarcas regionales, que conservaban prácticas de explotación precapitalista. Ya en el gobierno las cosas dieron un giro, se fortaleció la burguesía y disminuyó el dominio terrateniente. Esta coyuntura –la del Gobierno de Piérola en 1895[2]- da inicio a la llamada República Aristocrática. A pesar del apoyo, aún era muy pronto para la formación de una burguesía que tardaba en nacer. El factor del capital internacional comienza a pesar más en la economía peruana adueñándose del agro y la minería, relegando a la clase burguesa. Surgen así los enclaves (azúcar, algodón, minas) que a mediano plazo ejercían pequeñas soberanías en nuestro territorio fragmentado, que incluso hacía uso de formas de trabajo precapitalistas[3]. Esta realidad calza con lo que Pinto llama la heterogeneidad estructural: en la costa economía capitalista y en la sierra se reproducían formas precapitalistas. Esta economía de enclave fortaleció a la larga a los burgueses y debilitó a terratenientes, quienes tenían que ceder ante el poder del capital extranjero. Podríamos decir que los burgueses se convirtieron en aliados marginales del capital imperialista, ya que si por un lado se beneficiaban parcialmente con las economías de enclave, por el otro esta estructura no permitía un desarrollo del capital nacional.

Por otro lado, las características clasistas del modelo de la República Aristocrática se reflejaban en dos posturas frente a las clases populares, por un lado había quienes le negaban abiertamente derechos y por el otro quienes pensaban que debían asimilarse al capitalismo, entre estos últimos figuraba José Pardo.

Posteriormente entraría en la escena Augusto B. Leguía, quien bifurcaría el Partido Civilista, entre los que estaban a su favor, el civilismo tradicional y los que estaban en su contra, el partido Civil Independiente. Estos últimos eran quienes se resistían al cambio de estructura social con el auge de las clases populares y las medidas para paliar sus movilizaciones. Cabe mencionar que la clase dominante[4] se resistía al cambio y a hacer frente a estas nuevas presiones populares. Billinghurst es quien mejor oye estos movimientos y promueve reivindicaciones para las clases populares. Billinghurst democratiza el poder y convierte al Estado en mediador entre la sociedad y el trabajo, pero como aún era incipiente la movilización y fuerte la dominación

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