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Como Agua Para Chocolate


Enviado por   •  6 de Junio de 2014  •  532 Palabras (3 Páginas)  •  262 Visitas

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Desde el espacio más íntimo de una casa mexicana, desde las historias de las criaturas que

nacen, aman y mueren en la cocina, desde las propias recetas, regadas a menudo con las

lágrimas de las mujeres y transmitidas degeneración en generación, la fuerza motriz de Como

agua para chocolate está en la recreación de las palabras al servicio de una metáfora de los

sentimientos.

La escritora mexicana va a utilizar las más humildes herramientas del lenguaje de los

peroles, el fuego y los ingredientes culinarios para ir más allá y abrirse paso hasta narrar una

historia secreta de amor y deseo. Porque Laura Esquivel, como mujer que escribe y como autora

latinoamericana, apunta claramente hacia el proceso creador del lenguaje mismo.

En La nueva novela hispanoamericana, Carlos Fuentes afirma que «inventar un lenguaje es

decir todo lo que la historia ha callado». Carlos Fuentes observa en la tendencia generalizada a

la exploración verbal de los escritores latinoamericanos «la elaboración crítica de todo lo no

dicho en nuestra larga historia de mentiras, silencios, retóricas y complicidades académicas».

Contra «lo no dicho», contra la imposibilidad de Tita para casarse con el hombre que ama,

contra la subordinación a viejas costumbres irracionales, contra la condena injusta de la hija

menor que no podrá consumar su amor por sumisión a añejas órdenes familiares no escritas

pero ejercidas con la violencia de los hechos, proclama Laura Esquivel un lenguaje imaginativo,

ancestral, irónico y pletórico que rebasa el ámbito culinario para constituirse en la lengua de

una pasión desbordante. Pero esa pasión desbordante se expresará sólo a través del proceso

amoroso, lento y sensual de la elaboración de la cocina de Tita.

Cada plato provocará en los comensales toda una serie de imágenes y sensaciones de

efectos inesperados e incontrolables. Así le ocurrió a Gertrudis antes de subir desnuda al

caballo de Juan para perderse en una copulación a todo galope: «Parecía que el alimento que

estaba ingiriendo producía en ella un efecto afrodisíaco pues empezó a sentir que un inmenso

calor le invadía las piernas». Así, una inmensa tristeza se va a adueñar de los que probaron el

pastel de boda fraguado con las lágrimas de Tita, una melancolía que llevará a los invitados al

convite a «terminar en el patio, los corrales y los baños añorando cada uno el amor de su vida».

Si Laura Esquivel ha regresado al espacio tan femenino y anteriormente enclaustrador de la

cocina, no ha sido para condenar a Tita a la aceptación de un destino de renuncias, sino para

enfrentarse a la vida de las mujeres limitadas a una acción que sólo será expresada mediante

los esfuerzos

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