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EL Extranjero Camus


Enviado por   •  16 de Diciembre de 2012  •  501 Palabras (3 Páginas)  •  503 Visitas

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El protagonista de El extranjero , Meursault, es un hombre que parece no amar ni odiar. No tiene apegos afectivos. Hay una gran frialdad emocional en sus actos y palabras. Deja la vida pasar, con la actitud del que la contempla desde fuera sin implicarse, sin grandes padecimientos ni alegrías. Su sensibilidad apunta casi exclusivamente a lo corporal: el calor, los olores del verano.... La indiferencia preside la vida de Meursault, pero no diríamos de él que es un cínico, que está representando un papel. Tampoco es un inmoral que haga alarde de no creer en nada.

El personaje principal del libro, su protagonista y narrador en primera persona es Meursault, un joven francés que vive en Argel. Su madre acaba de morir pero él de verdad no siente nada, parece sumido en una apatía o indiferencia que lo domina todo y se deja llevar por la vida sin mayor atención. Una serie de circunstancias lo llevan a cometer un crimen sin sentido, sin motivo. Es condenado a muerte en un juicio absurdo, donde el argumento que se utiliza en su contra es su aparente falta de sentimientos: que no lloró por su madre, que se tomó un café con leche durante el velorio, que no siente culpa por el asesinato, que dice que lo mató porque hacía calor. Meursault nos cuenta los eventos desde su perspectiva, y a pesar de saber que su vida depende de ese juicio, no hace nada por salvarse. Parece que le da igual.

Entre los múltiples paralelismos de "El Extranjero" y las obras de Kafka, específicamente "El Proceso" se halla la representación de la existencia como un proceso judicial, la culpabilidad inmanente a la condición humana, el invariable veredicto condenatorio y la muerte como pena universal. En ambas novelas, el personaje central, que representa al hombre expía una culpa que no admite y termina pagando con la muerte el único crimen imperdonable, parafraseando a Schopenhauer: el haber vivido

demás, “la vida no vale la pena de ser vivida”. No hay otra certeza que la muerte y la existencia de Dios es irrelevante comparada con “el cabello de una mujer”. En El mito de Sísifo (1942) hay un giro, y el nihilismo aparece en un sentido positivo: la vida es absurda, sí, pero la conciencia de ese hecho ya implica un progreso y el ser humano, en la medida de lo posible, debe esforzarse en transformar la realidad, combatiendo el mal moral y social.

En 1947 aparece La peste, una alegoría sobre las sociedades infectadas por el totalitarismo. Camus adopta la figura del santo laico, que sólo actúa por una motivación ética, pero sin la expectativa de una justicia sobrenatural. Al luchar contra la peste, el artista y el doctor que protagonizan la novela demuestran que la solidaridad es posible y que “hay una cosa que se desea siempre y se obtiene a veces: la ternura”. El hombre rebelde (1951) cuestiona la filosofía de la historia de Hegel y Marx, que reemplazan a Dios por el Estado.

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