EL MACHISMO EN LA LITERATURA HISPANOAMERICANA
Enviado por AnysRivas • 20 de Septiembre de 2014 • 2.424 Palabras (10 Páginas) • 1.202 Visitas
EL MACHISMO EN LA LITERATURA HISPANOAMERICANA
En cada sociedad del mundo, hay una jerarquía social que determina el papel de las personas. Los poderosos afectan a los papeles de los ciudadanos no solo en muchos, si no todos, aspectos de la vida. Frente a esto la escritura y otras obras creativas ofrecen la oportunidad de demostrar y criticar las diferencias en las posiciones de cada miembro de una cultura específica.
Una de las divisiones de poder más comunes se basa en los sexos. El hombre basa su identidad en una actitud de poder, agresión, y dominación. Debe ser fuerte, trabajador, sexual y debe exhibir un elemento masculino en cada situación. El hombre es un pilar de estoicismo, especialmente enfrente de la mujer y la familia, excepto cuando se siente amenazado. Si hay un peligro a su poder, el hombre tiene que reafirmar y defender su dominancia.
La consecuencia de este tipo de caracterización de papeles basados en los sexos también tuvo su auge a lo largo del desarrollo de la Literatura Hispanoamericana desencadenando en lo que podríamos denominar “machismo”. No nos interesa brindar definiciones categorizadas sino que dicho concepto llegue a su significado a través del análisis de algunas obras sobresalientes de literatura antes mencionada. Solo podríamos realizar una pequeña aproximación al concepto “machismo” siempre desde una perspectiva personal. Podríamos decir que el machismo se define como una armadura invisible de milenarios tabúes que restringe y endurece los tratos físicos y psicológicos del hombre hacia la mujer.
La teoría que muchos afirman es que; los conquistadores empezando por Colon y sus seguidores trajeron el concepto del hombre como un guerrero fuerte y un defensor al Nuevo Mundo, evolucionando en lo que hoy categorizamos como “machismo”. Casi dos siglos más tarde Sor Juana protestara con elegancia “hombres necios que acusais/a la mujer sin razón/sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpais”. Revelando asi una continuación acelerada de esa erosión del machismo.
Tiempo más tarde alrededor de 1900 (Primer momento de la literatura hispanoamericana 1900-1945) comienza a surgir un hombre americano nuevo ya con un pasado independiente del de Europa. Los narradores presentaban un ibero-indígena enriquecido por la sangre y espíritu del mundo pero decididamente original.
En 1916 en las cumbres de la narrativa hispanoamericana desde la independencia en adelante, Azuela tan mexicano como Sor Juana revela en su novela “Los de abajo” un ubicuo machismo. Así mismo Azuela se interesa principalmente por dejar en claro la pureza del héroe indio –pese al celebrismo español- y el servilismo del educado criollo.
“Que se me hace que usted está enamorado, curro- le dijo Demetrio, bromista, un día, después de la curación y comenzando a encariñarse con él.
Poco a poco fue tomando interés por sus comodidades. Le pregunto si los soldados le daban su ración de carne y leche. Luis Cervantes tuvo que decir que se alimentaba solo con lo que las buenas viejas del rancho querían darle y que la gente le seguía mirando como a un desconocido o a un intruso.
-Todos son buenos muchachos, curro – repuso Demetrio - ; todo está en saberles el modo. Desde mañana no les faltara nada. Ya verá.”Primera parte apartado VIII.
-“Si viera que bien explica las cosas el curro, compadre Anastasio- dijo Demetrio(…)La verdad que es gente que como sabe leer y escribir, entiende bien las cosas (…)” Primera parte apartado XIV
Las críticas al machismo si las hubiera estarían dadas en las intervenciones de la figura de la india Camila, pero dicha protesta quedaría anulada ante la crueldad y la violencia al asesinarla, “La pintada”, impunemente, ante el propio Demetrio.
“Camila se cubrió de rubor, y como él intentaba asirla por un puño, asustada, tomo la vasija vacía y se escapó más que de prisa.
-No compadre Demetrio- observo gravemente Anastasio Montañes-; hay que amansarlas primero…” Primera parte apartado VI
“La pintada paseó sus ojos en torno. Y todo fue en un abrir y cerrar de ojos; se inclinó, sacó una hoja aguda y brillante de entre la media y la pierna y la lanzó sobre Camila.
Un grito estridente y un cuerpo que se desploma arrojando sangre a borbotones” Primera parte apartado XI
Sin embargo podemos decir que las primeras erosiones del machismo en la narrativa aparecerán en el triángulo meridional del continente. Tal vez haya sido así porque la alta cultura tardó en llegar a esas colonias sin oro.
Décadas pasaran hasta que un novelista prescinda del machismo en el norte de Hispanoamérica, a menos que se considere que algo de eso hizo Rómulo Gallegos en su alegórica Doña Bárbara (1929) “la devoradora de hombres” atractiva, cerrada y agresiva evocando una conducta tradicionalmente varonil. En esta novela hispanoamericana de ambiente rural tiende a predominar la figura del terrateniente. En consecuencia, en estos tiempos el orden en la escala de poder ya no reside en la dominación de unos sobre otros, como nos ha mostrado el anterior periodo de conquista, ahora la sociedad se halla dominada por una oligarquía cuyo poder se origina en la posesión de la tierra, lo cual le presta una indudable legitimidad a su posición a los ojos del resto de la población. Doña Bárbara presenta un hombre “un terrateniente” en un medio donde lo que el necesitaba es afirmar su dominio de la tierra para hacerla rendir al máximo. Estableciendo la fuente de su poder en ella, dejando de lado su posición dominante con respecto al género opuesto. Santos establece su lucha con Doña Bárbara de igual a igual, exceptuando su calidad de mujer.
“-Se trata de que la señora–prosiguió Santos se niega a darme trabajo en sus sábanas. Trabajo que necesito urgentemente y la Ley del Llano la obliga a darme.
-Es cierto lo que dice el doctor-manifestó doña Bárbara- se lo he negado y se lo niego otra vez” Pág. 142
Si bien Santos actúa bajo los lineamientos de la ley, condición que le impone su clase (civilización), la lucha que se establece con doña Bárbara no diferencia géneros anteponiendo uno ante otro, es decir Santos en su calidad de hombre y ella en su lugar de mujer luchan en una escala igualitaria de posiciones, el hombre no se impone ni prioriza su dominación en su virilidad o sexo, más bien se ampara en la ley, considerando a su oponente un rival con las mismas capacidades y posibilidades. Hasta podríamos llegar a afirmar que es la mujer quien trata de eliminar a su rival por medios poco convencionales.
En el comienzo de la obra podríamos marcar la presencia de un hombre, un macho dominante que trasgrede la figura de la mujer mediante la violación que sufre doña Bárbara, hecho que
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