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El Aula Como Contexto Social: Las Relaciones Entre Iguales.


Enviado por   •  3 de Mayo de 2014  •  2.296 Palabras (10 Páginas)  •  1.386 Visitas

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El aula como contexto social: las relaciones entre iguales.

Vicente Pinto Tena. Susana Sorribes Membrana

“Hoy todo el mundo va a ir a la fiesta de María. Yo soy parte de los que se quedan. No estoy invitada a la fiesta, así que no haré nada este fin de semana. A cualquiera de los sitios donde va el grupo, yo no voy… Yo soy siempre la que se queda. A lo mejor ellos no se dan cuenta de que me quedo, de que estoy aquí, pero es algo que siempre pasa” (niña de 10 años) (Tomado de Hayden, Tarulli y Hymeel, 1988).

“Cada mañana voy al cole contento, no me importa estudiar y me gusta oír al profesor cuando habla… lo que prefiero del cole es encontrarme con mis compañeros, me llevo muy bien con ellos. Hablamos de los dibujos de la tele, o cuando no entendemos algo de matemáticas, hablamos para ver cómo va esto y esto…” (Niño de 9 años) (Tomado de Díaz –Aguado, 1996).

“Mi hija prefiere jugar sola en vez de jugar a las cartas o a otro juego conmigo. A menudo dice cosas como: Susie no me gusta. El pasado marzo me dijo que no quería ir al cole.

Es muy pasiva en la escuela. No quiere la atención del grupo, prefiere jugar sola, pero le gusta mirar cómo juegan los otros. Ella parece que desee formar parte del grupo, pero no sabe cómo” (madre de niña de 10 años) (Tomado de Rubín y Asendorpf, 1993).

Pinto Tena, V. y Sorribes Membrado S. (1996). El aula como contexto social: las relaciones entre iguales, en Rosa Ana Clemente Estevan y Carlos Hernández Blasi, Contextos de desarrollo Psicológico y educación. Granada: Aljibe (Educación y Psicología).

1. Fundamentos de las relaciones con los compañeros

En el Título Preliminar de la LOGSE, se especifica que uno de los fines que persigue la reforma del sistema educativo español es el de preparar a los estudiantes para participar activamente en la vida social y cultural. Al igual que ocurre con otros objetivos de índole semejante, su consecución no depende solamente de una instrucción rigurosa y sabiamente planificada, sino también, y, en este caso, sobre todo, de la posición que cada uno ocupe en el entramado social del grupo y del tipo de relaciones que establezca con los compañeros. Una y otras van perfilando el estilo de interacción que finalmente adoptará el niño en su convivencia con los demás. En el origen de esa interacción social hay que distinguir el papel que juega la familia, el de la escuela y aún el que pueden jugar otros agentes como los medios de comunicación.

Antes de llegar a la escuela el niño tiene pocas posibilidades de establecer relaciones con sus iguales. Sin embargo, conviene tener en cuenta que en este momento se cuenta ya con un importante bagaje de experiencias sociales y comunicativas provenientes de las interacciones familiares. La familia se encarga de proporcionar experiencias afectivas íntimas al niño, de instruirle directa y verbalmente y de ofrecerle modelos de sus propios valores y expectativas. El conjunto de estas experiencias permiten al niño aprender a comportarse en situaciones sociales. De esta forma, la investigación en este terreno ha demostrado por ejemplo que los niños que han mantenido un vínculo de apego positivo y estable en el seno familiar; son normalmente niños que demuestran una mayor competencia social en sus relaciones con los compañeros de la misma edad, a pesar de las evidentes diferencias que existen entre una interacción asimétrica con los adultos y las relaciones simétricas entre iguales.

Así mismo, se ha observado que un estilo paterno hostil e inconsciente se asocia normalmente con incompetencia, mientras que uno autoritativo lo hace con destreza social.

Recordemos, a este respecto que las principales características del estilo denominado autoritativo son una disciplina coherente con las normas previamente establecidas y una comunicación fundada en el razonamiento y la claridad entre los miembros de la familia (véase capítulo VIII de este libro). Desde esta perspectiva, Kochanska (1992) exploró si las técnicas de aserción de la madre influían en sus hijos contribuyendo a la cualidad del estilo del niño durante las interacciones con los iguales. Los resultados del estudio indicaron por una parte que la interacción de los niños con sus madres era predictiva del desarrollo de competencias sociales en la interacción con los iguales. Así, los niños cuyas madres empleaban estrategias aversivas o disruptivas, fueron agresivos y sin éxito con sus iguales. A su vez, los niños cuyas madres empleaban a menudo el control negativo, eran agresivos y sin éxito con sus iguales, mientras que los niños cuyas madres eran educadas y daban consejos a sus hijos, rara vez eran mal hablados y coercitivos con sus iguales. Por último, las madres poco claras en sus mandatos tenían hijos menos afortunados en sus interacciones y menos prosociales con sus iguales.

En un resultado realizado por Putallaz (1983), los chicos competentes mostraron tener padres que preferían los juegos físicos con manifestación emocional y madres que estimulaban verbalmente a sus hijos, empleando un lenguaje explicativo y no coercitivo, y proporcionándoles abundantes refuerzos positivos. En niños más mayores la conducta materna estaba relacionada además con los aspectos cognitivos de la relación; más exactamente con su denominado conocimiento social (i.e., cantidad y calidad de información que el niño sabe acerca de la estructura social de su entorno). De esta forma, la conducta materna demostró ser un buen predictor de su futuro status social. Tales correlaciones son fácilmente interpretables si tenemos en cuenta que en ambos casos el niño tiene ocasión de practicar tanto la expresión como la interpretación de las manifestaciones afectivas propias y ajenas; componente éste que, como veremos más adelante, es de gran importancia para el desarrollo de la llamada habilidad social.

En este sentido, los investigadores Dekovic y Janssens (1992) han planteado la necesidad de investigar el eslabón que media entre la conducta parental y el estatus socio métrico de los niños, ya que las investigaciones en socialización mostraban que ciertas prácticas paternas (en concreto, un alto grado de afecto paterno y educación democrática) estimulaban la orientación positiva hacia los iguales. Los resultados de su estudio indicaron que los padres de los niños populares eran los que mostraban un estilo autoritativo-democrático cuando interactuaban con sus hijos, usando indirectamente las estrategias de persuasión verbal, como la sugestión y la explicación, y promoviendo un mayor apoyo, animo y esfuerzo positivo. Por su parte, los padres de niños rechazados en el aula mostraban un mayor uso del estilo autoritario-restrictivo, teniendo a un menor uso de las emociones

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