El Modelo De Pickman
Enviado por PabloDG27 • 15 de Abril de 2015 • 5.726 Palabras (23 Páginas) • 278 Visitas
El modelo de Pickman
No tienes por qué pensar que estoy loco, Eliot; muchos otros tienen manías raras.
¿Por qué no te burlas del abuelo de Oliver, que jamás monta en un automóvil? Si a mí
no me gusta ese maldito metro, es asunto mío; y, además, hemos llegado más
deprisa en taxi. Si hubiéramos venido en tranvía habríamos tenido que subir a pie la
colina desde Park Street.
Sé perfectamente que estoy más nervioso que cuando nos vimos el año pasado, pero
no por ello debes pensar que lo que necesito es una clínica. Bien sabe Dios que no
me faltan motivos para estar internado, pero afortunadamente creo que estoy en mi
sano juicio. ¿Por qué ese tercer grado? No acostumbrabas a ser tan inquisitivo.
Bueno, si tienes que oírlo, no veo por qué no puedes hacerlo. Tal vez sea lo mejor,
pues desde que te enteraste de que había dejado de ir al Art Club y me mantenía a
distancia de Pickman no has cesado de escribirme como lo haría un atribulado padre.
Ahora que Pickman ha desaparecido de la escena voy por el club de en cuando, pero
mis nervios ya no son lo que eran.
No, no sé qué ha sido de Pickman, y prefiero no adivinarlo. Podías haber sospechado
que dejé de verle porque sabía algo confidencial; ése es precisamente el motivo por el
que no quiera pensar a dónde ha ido. Dejemos a la policía que averigüe lo que
pueda.. que no será mucho, a juzgar por el hecho de que no saben todavía nada de la
vieja casa del North End que Pickman alquiló bajo el nombre de Peters. No estoy
seguro de que volviera a encontrarla yo... ni de que lo intentara, ni siquiera a plena luz
del día. Sí, sé bien, o temo saber, por qué la tenía alquilada. De eso voy a hablarte. Y
espero que entiendas antes de que haya terminado por qué no pienso ir a decírselo a
la policía. Me pedirían que les llevara hasta allí, pero yo no podría volver a aquel lugar
ni aun en el supuesto de que conociese el camino. Algo había allí... Bueno, por eso
ahora no puedo coger el metro ni (y puedes reírte también de lo que voy a decirte)
bajar a ningún sótano.
Supongo que comprenderías que no dejé de ver a Pickman por las mismas estúpidas
razones que les movieron a hacerlo a esas mojigatas mujerzuelas que son el doctor
Reid, Joe Minot o Rosworth. No me escandalizo ante el arte morboso, y cuando un
hombre tiene el talento de Pickman considero un honor el haberle conocido, al
margen de la dirección que tome su obra. Jamás tuvo Boston un pintor con las dotes
de Richard Upton Pickman. Lo dije hace mucho y sigo manteniéndolo, y ni siquiera me
retracté un ápice de lo dicho cuando expuso su «Demonio necrófago alimentándose».
A raíz de aquello, como recordarás, Minot dejó de tratarle.
Tú sabes bien que producir obras como las de Pickman requiere un arte profundo y
una especial intuición de la Naturaleza. Cualquier ganapán de esos que dibujan
portadas puede embadurnar un lienzo sin orden ni concierto y darle el nombre de
pesadilla, aquelarre o retrato del diablo, pero sólo un gran pintor puede conseguir que
resulte verosímil o suscite pavor. Y ello porque sólo un verdadero artista conoce la
anatomía de lo terrible y la fisiología del miedo: el tipo exacto de líneas y proporciones
que se asocian a instintos latentes o a recuerdos hereditarios de temor, y los
contrastes de color y efectos luminosos precisos que despiertan en uno el sentido
latente de lo siniestro. No creo que tenga que explicarte a estas alturas por qué un
Fuseli nos hace estremecer mientras que la portada de un vulgar cuento de fantasmas
nos mueve a risa. Hay algo que esos artistas captan -algo que trasciende a la propia
vida- y que logran transmitirnos por unos instantes. Doré poseía esa cualidad. Sime la
posee, y otro tanto puede decirse de Angarola de Chicago. Y Pickman la poseía en un
grado que jamás alcanzó nadie ni, quiéralo el cielo alcanzará en lo sucesivo.
No me preguntes qué es lo que ven. Tú sabes perfectamente que en el arte normal
existe una gran diferencia entre lo vital y palpitante, ya proceda de la naturaleza o de
modelos, y estas porquerías sin el menor valor que los pintorzuchos mercantilizados
producen a discreción en el estudio. Bien, pues diría que el artista realmente original
tiene una visión que le lleva a configurar modelos o a plasmar escenas del mundo
espectral en que vive. De cualquier modo, consigue unos resultados que difieren tanto
de los almibarados sueños del que quiere dárselas de pintor, como la producción del
pintor de la naturaleza de los pastiches del dibujante que ha seguido cursos por
correspondencia. Si yo hubiera visto lo que Pickman vio... Pero, ¡basta! Será mejor
que echemos un trago antes de seguir adelante. ¡Dios mío!, yo no estaría vivo si
hubiera visto lo que aquel hombre... si es que hombre era.
Recordarás que el fuerte de Pickman era la expresión de la cara. No creo que desde
Goya nadie haya puesto tal carga de intensidad diabólica en una serie de rasgos o en
una expresión. Y, con anterioridad a Goya, habría que retrotraerse a aquellos artífices
del medioevo que esculpieron las gárgolas y quimeras de Nôtre Dame y del Mont
Saint-Michel. Ellos creían en toda clase de cosas... y posiblemente veían también toda
clase de cosas, pues la Edad Media pasó por varias fases muy curiosas. Recuerdo
que el año antes de irte le preguntaste a Pickman en cierta ocasión de dónde diablos
le venían semejantes ideas y visiones. ¿No se echó a reír a carcajadas? A aquellas
risotadas se debió en parte el que Reid dejara de hablarle. Reid, como bien sabes,
acababa de empezar un curso sobre patología comparada, y utilizaba un vocabulario
un tanto engolado al hablar sobre el sentido biológico o evolutivo de este o aquel
síntoma físico o mental. Según me dijo, Pickman le desagradaba más cada día que
pasaba, hasta el punto de que al final llegó casi a asustarle, pues, veía que sus
rasgos y expresión tomaban un cariz que no le gustaba, un cariz que no tenía nada de
humano. Hablaba mucho sobre el régimen alimenticio, y dijo que a su juicio Pickman
era un ser anormal y excéntrico en grado sumo.
Supongo que le dirías a Reid, si es que cruzasteis alguna carta al respecto, que se
dejó arrebatar los nervios o atormentar la imaginación
...