El Naranjo De Carlos Fuentes
Enviado por claolua • 18 de Agosto de 2013 • 2.956 Palabras (12 Páginas) • 2.394 Visitas
LITERATURA Y CONTEXTO
Fuentes introduce ciertas características y obstáculos que la nueva novela hispanoamericana del Boom tiene que superar; el primero es el de la naturaleza, o de la naturaleza devoradora, en el que expresa: “Haber llegado a la independencia sin verdadera identidad humana, sometidos a una naturaleza esencialmente extraña que, sin embargo, era el verdadero personaje latinoamericano” 1. (Fuentes, 1969: 11). Esta característica tiene tendencia a la necesidad de contestar a los estereotipos o mitos culturales impuestos por la colonización, entonces dice “… el conquistador llegó en busca de los tesoros de la naturaleza, [...] y liberarse, en la segunda década del siglo XIX, del conquistador, significaba también convertir la naturaleza enajenada en naturaleza propia”2. (Fuentes, 1969: 11). En la nueva novela hispanoamericana se supera y remueve esta orientación naturalista.
Otras características de la novela hispanoamericana fueron el dictador y, de consecuencia, la masa explotada, con la explosión de la novela de la dictadura y de la novela populista de corte marxista. Fuentes habla del portavoz de los silenciados y denuncia las injusticias para defender a los explotados, habla también del populismo convencional de la novela hispanoamericana de las primeras décadas del siglo XX.
Para Carlos Fuentes, el puro Realismo era un obstáculo más a superar; realiza una división entre Realismo y Fantasía, pues para él, la creación de una segunda realidad y, entonces, la superación del Realismo, es uno de los objetivos que los escritores hispanoamericanos del Boom se proponen alcanzar, y dice: “Es, por una parte, la expresión de la realidad. Pero simultánea e inseparablemente, forma la realidad, ni antes de la obra, ni al lado de la obra, sino en la obra misma”3. (Fuentes, 1993 A:22) También dice que la literatura no debería ser espejo fiel del mundo, sino añadirle algo, y para hacer esto, su instrumento ha de ser la imaginación. Esa potencialidad imaginativa es lo que debería caracterizar a los escritores, que no tienen que documentar, sino crear. Una novela tiene que ser la búsqueda verbal de lo que espera ser escrito.
Otro aspecto que también influye en la nueva novela hispanoamericana es la Revolución, ya que tuvo consecuencias muy importantes en la literatura mexicana, pues el tratar de la Revolución era hacerlo con ambigüedad porque, según él, se encontraba en un lugar donde todo puede ser también su contrario y donde las perspectivas pueden mezclarse. Fuentes subraya: “En la literatura de la revolución mexicana se encuentra esta semilla novelesca: la certeza heroica se convierte en ambigüedad crítica, la fatalidad natural en acción contradictoria, el idealismo romántico en dialéctica irónica”4. (Fuentes, 1969:15)
Otra oposición que Fuentes encuentra es la del nacionalismo contra cosmopolitismo en la que testimonia la duplicidad a la que tiene que enfrentarse un escritor hispanoamericano y en el que él intenta conciliar estas dos tendencias: demostrar lo universal a partir de lo mexicano.
Por último, el compromiso contra formalismo también lo considera un obstáculo. Define como formalismo, el arte por el arte, la búsqueda estética del arte puro, pero desde su perspectiva, para que la novela latinoamericana se haga “narración de una herida y la cicatriz de la misma”5 (Fuentes, 1993 A: 31) sin caer en el círculo vicioso de los estereotipos, la literatura en este continente debe ser una literatura mestiza.
LAS DOS ORILLAS
En este cuento, el narrador, Jerónimo de Aguilar, relata los sucesos al revés, iniciando desde que está a la orilla de la muerte hacia atrás. Nos da a conocer la importancia que él tenía en la Conquista de la Nueva España por saber hablar la lengua mexicana, incluso hace referencia al gran poder que tiene la palabra; así mismo nos relata como intentó traicionar a Hernán Cortés, sin embargo fracasando después de la llegada de la Malinche, la mujer indígena de la que en su momento estuvo enamorado, y que finalmente lo substituyó quitándole el oficio, traduciendo directamente para Cortés.
De esta manera, Jerónimo de Aguilar queda “entre dos orillas”, la de España y América; la primera de la que era originario, y la segunda de la que tuvo la oportunidad de disfrutar lo paradisíaco y apreciar la belleza de su cultura y gente .
Al ser la Malinche la legua oficial de Cortés, introduce el mito de la chingada, del que Octavio Paz se refiere:
“¿Quién es la Chingada? Ante todo, es la Madre. No una Madre de carne y hueso, sino una figura mítica. La Chingada es una de las representaciones mexicanas de la Maternidad, como la Llorona o la “sufrida madre” mexicana que festejamos el diez de mayo.”6 (Paz, 2008:212). Aunque, de igual forma, es conocida con el apodo “puta de Cortés” es sí la madre de la nación mexicana, pero también es el símbolo de la entrega y de la violación asociada a la Conquista española de México. Finalmente, en la última sección de este cuento, se percibe otra posible interpretación de las dos orillas, pues nos dejan entre dos distintos ejes, el de la realidad y el de la ficción. Desde mi punto de vista, es una parte interesante, atrevida y original, pues es cuando el autor imagina que Gonzalo Guerrero, el compañero náufrago de Aguilar, emprende una nueva conquista a España. En este cuento, el naranjo es un símbolo de continuidad entre los españoles conquistadores y los autóctonos conquistados y que puede representar el símbolo utópico de la creación de la nueva identidad mestiza de América, a través del poder mediador de la palabra.
LOS HIJOS DEL CONQUISTADOR
En el segundo relato, Los hijos del conquistador, dos de los hijos de Cortés, Martín I, el español, el hijo legítimo, su heredero, y Martín II, el mestizo, hijo bastardo de La Malinche, hablan de que le pasó a su padre después de la Conquista de México y el destino que les tocó a sus hijos, en una especie de diálogo entre muertos, en el que las dos voces se alternan y, por último, se enlazan en la utopía de lo mestizo. En esta sección, doña Marina, ya no es la traidora, la ambiciosa o la puta da Cortés, sino una víctima, la intérprete fiel y la gran madre de la nueva nación mexicana. Luego, otra vez, se toca el tema de la identidad mexicana desde la visión de la búsqueda de pertenencia. Lo que me hizo entender, entonces, es la necesidad que Fuentes trasmite de superar la identidad única del mismo pueblo mexicano, a través de la toma de conciencia de los dos protagonista, que se dan cuenta de tener un mismo origen, y de su utópica reunión en el final del relato. Por eso, puedo concluir que, en Los hijos del
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