El Principito
Enviado por DarkLoneyGirl • 29 de Abril de 2014 • 3.139 Palabras (13 Páginas) • 254 Visitas
Capítulo I (diferentes formas de ver las cosas)
La moraleja se ve reflejada en el dibujo de “El elefante en el sombrero”: Esta personaje aunque solo halla sido una imagen a interpretar en la clase de el principito, puede mostrar las diferentes formas de ver las cosas entre el Principito, (que imaginaba que era una serpiente que había devorado a un elefante), y entre su salón de clases que imaginaba que solo era en elefante tapado por un sombrero. Enseñándonos que en la vida no hay una sola forma de ver las cosas y esto de va perdiendo al pasaje de niño en adulto, olvidando otra interpretación/sentido a la vida
Capítulo II (valorar lo simple como un niño)
El aviador, como muchos otros, viven encerrados en sí mismos, obsesionados por evitar la muerte (en este caso el desierto). Esta obsesión hace que nos convirtamos en seres que condicionan su mirada y actitud a la consecución de un fin determinado, esta parcialidad de nuestra mirada nos aparta de la vida valorando lo verdadero y puro (en este caso el principito).
El dibujo de la caja, fruto de la impaciencia del piloto, deja entrever, para el niño, un tesoro escondido, un cordero. Lo mismo que con el dibujo del sombrero-boa, el sujeto tiene que tomarse el esfuerzo de ver más allá de lo evidente, ver a través de las cosas el misterio que esconden.
Capítulo III (Para saber a dónde vamos, es bueno saber de dónde venimos…)
En este capítulo, el piloto se empecina en saber de dónde venía el Principito, sin embargo, esta no contesta.
Se podría decir que este hecho es un primer indicio de que el Principito representa la infancia perdida del autor o de los adultos en general, infancia que todos han tenido alguna vez, pero que nadie sabe a ciencia cierta dónde está, y, lo que es más triste que todo, mucho menos sabe cómo traerla de regreso.
Posteriormente, cuando el tercer capítulo está por acabarse, Saint-Exupéry nos da otra muestra de que en esta obra no es más que el reflejo de su vida: el piloto le ofrece al Principito una cuerda para amarrar al cordero y así este no se pudiese escapar, a lo que el Principito contestó:
“-No es necesario. ¡El lugar donde vivo es tan pequeño!
Y, algo melancólico, agregó:
-Hacia adelante no se puede ir muy lejos”
Lo anterior es un reflejo de la vida de Saint-Exupéry ya que para él “no sirve de nada ir siempre recto si uno no sabe dónde va, si nada fuerte le impulsa a ir hacia algo, ya sea en busca de un pozo, de una estrella, de Dios”, y nótese que el que lo dijo fue el Principito.
Capítulo IV (No olvidar nuestra esencia de niño)
Al decir: "Pero nosotros, que comprendemos la vida, nos burlamos de los números."
"A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: "¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?" Pero en cambio preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Solamente con estos detalles creen conocerle."
Nos hace reflexionar un poco más con respecto a la vida adulta y su “Amor por las cifras”, haciendo referencia a lo exacto y tangible que se valoran los adultos, olvidando lo sentimental, lo esencial, que los niños podemos ver con mayor facilidad por nuestra sencillez y dulzura. Se debe a que es mucho mas fácil comprender lo que se ve pero que es solo una facha, en vez si uno quiere conocer algo/alguien de manera, se tiene que comprometer dedicándole tiempo y paciencia
Capítulo V (alejar el mal/pecado con disciplina)
En este episodio, aparecen los famosos Baobabs. Estos árboles no están en la obra sólo porque en el asteroide B16 los Baobabs fuesen peligrosos, sino más bien, adquieren un valor simbólico: los Baobabs son como la semilla del mal que se entromete constantemente en nuestra vida y que es necesario desterrar antes de que germine lo suficiente para hacer daño, de hecho, “es una cuestión de disciplina”.
Capítulo VI (hacer una pausa y reflexionar)
“Ay, Principito, así comprendí, poco a poco, tu pequeña existencia melancólica”. Éste es el inicio del sexto capítulo.
Después de todo lo expuesto en el análisis de los capítulos anteriores, se podría decir que es aquí cuando Saint-Exupéry comienza a entender su propia infancia, infancia con la que se rencuentra en esta obra.
Capítulo VII (muchas veces los adultos, maltratamos a los niños)
Este capítulo se inicia con la siguiente conversación, originada cuando el Principito le formula al Piloto una inocente pregunta:
“-Si un cordero come arbustos, ¿también come flores?
-Un cordero come todo lo que encuentra.
-¿Incluso las flores que tienen espinas?
-Sí, incluso las flores que tienen espinas.
-Entonces, las espinas, ¿para qué sirven?
(...)
-¿Para qué sirven las espinas?-insistió.
-Las espinas no sirven para nada, es pura maldad de parte de las flores.
-¡Oh...! ¡No te creo! Las flores son frágiles. Son inocentes. Se conforman con casi nada, se creen feroces con sus espinas...¿y tú crees que las flores...?
-¡No, no creo nada! ¡Te respondí cualquier cosa! ¡Yo me preocupo de cosas serias!
-¿Cosas serias? ¡Hablas como las personas mayores!”
A nuestro entender, Saint-Exupéry quiso mostrarnos con esto lo torpe que pueden ser los adultos en el trato con los niños incluso, pudiendo llegar a ser hirientes como en este caso, en que el Principito finalmente se pone a llorar. Luego esta torpeza es confirmada cuando el mismo piloto dice que para consolarlo “no sabía qué más decir”, lo que se debe a una razón muy simple y es que “el niño vive en un mundo diferente del de las personas mayores. Un mundo maravilloso en que puede pasarse en un instante de la risa al llanto y vuelta a reír. Por desgracia al envejecer se pierde esta espontaneidad y las risas y las lágrimas responden siempre a un acontecimiento perturbador concreto. De ahí, la torpeza de una persona mayor frente a un niño que llora”.
La verdad es que la solución la tenía dentro de él mismo, en el niño que todos llevamos dentro.
Capítulo VIII (las personas que son especiales para cada uno)
Aquí Saint-Exupéry habla de una de una flor, una flor especial que él ama con sus virtudes y defectos, pero en realidad no es una flor a lo que se refiere sino que a las personas que son especiales para cada uno. Esas
...