El Toro De Minos

“El Toro de Minos”

-Leonard Cottrell-

El Toro de Minos, escrito de Leonard Cottrell, relata la pasión de Heinrich Schliemann y Arthur Evans hacia la cultura y arqueología en la antigüedad griega.

Heinrich Schliemann, cuya obsesión romántica por el pasado, determinación inflexible y una tendencia a interpretar todo literalmente, lo llevó a tener una vida que parece inventada por un novelista, llevándolo a partir para ese entonces al Imperio Otomano y más tarde a Grecia para excavar, tener pruebas y demostrar que todo lo que Homero decía en sus poemas, era cierto… O al menos la mayoría.

“Hace menos de cien años, el único conocimiento que se tenía de la historia antigua de Grecia era el que se podía obtener de la mitología griega, y en especial de los famosos poemas épicos de Homero; La Ilíada y La Odisea. Casi todos lo ocurrido antes del año 800 a.C. aproximadamente eran considerado como leyenda”

Se hacía presente la extrema escasez de datos fidedignos correspondientes a los años anteriores de la primera olimpiada.

Se consideraba a los poemas épicos (Homéricos) y demás relatos como pruebas convincentes, cuyas acciones a menudo tienen lugar en un marco geográfico específico, pero también están entremezclados con mitos y sucesos sobrenaturales, en donde no se sabe hasta qué punto abarca la fantasía y empieza la realidad.

Se muestra una pequeña reseña de los que son las bases de información sobre la historia griega.

La Ilíada, considerada generalmente como el poema más antiguo, trata sobre un episodio de guerra troyana, la cólera de Aquiles y sus consecuencias. En esta obra se ubica como Homero nombra “Aqueos” a sus griegos, y el cómo se les aplica el nombre de la isla o región de la que proceden.

En el segundo libro y uno de los más enigmáticos, contiene el famoso ‘Catálogo de Naves’, describiendo detalladamente de donde procedían los contingentes aqueos. Un detalle que sobresale y dejó conmocionado a varios historiadores, es que la mayoría de las ciudades que se describen con gran riqueza y poder en los tiempos clásico, ya en sus días eran meras minas.

El momento más grandioso de La Ilíada es sin duda el final…

“¡Teme a los Dioses, Aquiles, y acordándote de tu padre, ten piedad de mí, aunque sea yo más desdichado, puesto que he llegado a hacer algo que ningún mortal ha hecho jamás; llevar a mis labios la mano del hombre que mató a mi hijo!

Así habló Príamo y Aquiles sintió deseos de llorar al recuerdo de su padre y tomando la mano del anciano lo apartó de sí suavemente. Afligidos por los recuerdos lloraban ambos. Príamo postrado a los pies de Aquiles sollozaba amargamente por Héctor, el matador de hombres; y Aquiles gemía por su padre y por Patrocio; y

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