El pueblo sin atributos

La autora refiere que, desde la caída del Muro de Berlín en 1989, que marcó la caída del socialismo, el neoliberalismo ha invadido todas las formas de convivencia de la gente y nos ha convertido en el “homo económicus”, el hombre económico, esto es: el hombre que solo se mueve por aspectos económicos, de ahí el título del pueblo sin atributos.

Comenta que el neoliberalismo transforma a las empresas y a los individuos y todo lo vuelve una competición y que, ya no se trata de lo que Adam Smith planteaba en su libro “La riqueza de las naciones” acerca del intercambio de bienes para satisfacer las necesidades, si no que ahora se trata de competir y que el sistema democrático está afectado, pues esta distorsionado por el uso del dinero.

La autora dice que el neoliberalismo ha contaminado: el vocabulario, los principios de justicia, las culturas políticas, los hábitos ciudadanos, las prácticas de gobierno y la democracia y que el gobierno de los ricos está sustituyendo a la democracia.

Explica que el neoliberalismo es como un ensamble de políticas económicas que coincide en afirmar los libres mercados: la desregulación de las empresas, la desregulación de los flujos de capital, la reducción del estado del bienestar y de la protección de los vulnerables, la privatización y subcontratación de los bienes públicos (educación, parques, el servicio postal, las carreteras, la previsión social, el ejército y las cárceles), el fin de la redistribución de la riqueza como política económica, la conversión de las necesidades del ser humano en un negocio que abarca desde la preparación para entrar a las secundarias y prepas, hasta el trasplante de órganos o la adopción de bebés y hasta evitar hacer cola para entrar a un avión.

Dice que lo anterior provoca más desigualdad, los ricos se hacen más ricos, los pobres más pobres y la clase media trabaja más por menos sueldos; produce también menos prestaciones laborales, el tráfico de órganos, madres sustitutas, arrasar con bosques y selvas y, crisis económicas como la del 2008.

La autora refiere que se une al pensamiento del filósofo francés Michel Foucault en cuanto a que el neoliberalismo que va más allá del aspecto económico es una “razón normativa” en auge que se extiende a cada dimensión de la vida humana. Cita como ejemplo las compañías lujosas de citas en línea, que definen a su clientela y sus ofertas debido a la riqueza monetaria; la decisión de padres para que sus hijos ingresen en universidades de élite, en espera de altos ingresos al concluir los estudios. El mundo se convierte en una nación de clientes y consumidores, un mundo de capitales humanos.

Comenta que el neoliberalismo propicia el desmantelamiento de sindicatos, los grupos de consumidores y otras formas de solidaridad económica. Se remplaza la idea de la ciudadanía como una preocupación por el bien público,

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