El rol del educador en el siglo xxi

Contenido pedagógico tecnológico

Conocimiento: Un marco para el maestro

PUNYA MISHRA
MATTHEW J. KOEHLER1
Michigan State University

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Conocimiento y enseñanza: fundamentos de la nueva

Lee s. Shulman

Stanford University

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Modelo de sustitución aumento y modificación y redefinición (SAMR) : Fundamentos y aplicaciones: Luis García utrera

Por: CRUZ ELODIA OCORO VASQUEZ

Las reformas educativas emprendidas en Europa, los Estados Unidos, el sudeste asiático, América Latina y el Caribe durante los últimos cuarenta años, han tenido un elemento en común a nivel global: articular la escuela con las necesidades de desarrollo del sector productivo a fin de propiciar la calidad de vida de la población.   Más aún: con el arribo de las TIC a las aulas, “los sistemas educativos deben responder a los múltiples retos que les lanza la sociedad de la información, en función siempre de un enriquecimiento continuo de los conocimientos y del ejercicio de una ciudadanía adaptada a las exigencias de nuestra época” (Delors, 1996)^[1].

Dar respuesta a estas exigencias demanda, de los educadores, asumir un rol completamente diferente al que hasta ahora desempeñaron; si bien el hegemónico modelo tradicional los instaló, junto con sus alumnos, en el escenario de la transmisión-recepción (García, 1998), la demanda actual conlleva, necesariamente, superar las limitaciones de dicho paradigma.

El desafío se halla, por tanto, en reconocer la necesidad de cambio procurando elegir programas de cualificación del profesorado que satisfagan lo que Shulman (1987) denomina conocimiento base para la enseñanza.  

En este punto es claro que este autor hace aportes valiosos para la citada formación que, sin perder de vista elementos esenciales e inherentes al componente pedagógico, formulados también desde la investigación educativa desarrollada por las escuelas francesa y española, entre otras -como la  transposición didáctica (Chevallard, 1991); el papel de las ideas previas en el aprendizaje (Ausubel, 1983); de la evaluación formativa, que no desconoce el derecho del educando a reconstruir conocimiento a partir del error (Álvarez, 2001); y, el carácter reflexivo que debe acompañar la mediación pedagógica del profesional de la educación en el día a día (Schön, 1987; Díaz-Barriga &Hernández, 2002)-, complementa lo que García (ob.cit.) denomina integración y transformación didáctica; esto es: que el educador comprenda la relevancia que para el entendimiento del estudiante tiene, no sólo la concatenación, dentro de los contenidos escolares^[2], de los distintos tipos de conocimiento que deben contribuir a forjar en el estudiante una una visión holística de las problemáticas tratadas en clase, sino la importancia de ajustarlos a sus estilos, ritmos, a los contextos particulares del grupo a través del uso de representaciones inteligibles mediante estrategias orientadas al desarrollo del pensamiento, de su capacidad crítica y reflexiva –ver Imagen Nº 1-.

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