Ensayo de El precio de la desigualdad
Enviado por Sergio Palomera • 9 de Noviembre de 2017 • Ensayo • 2.194 Palabras (9 Páginas) • 335 Visitas
El precio de la desigualdad
Introducción
La economía que se lleva actualmente nos afecta a la mayoría de la población, esa mayoría que es de clase media y baja, mientras que la clase alta vive de lujos que cada día son más. Por mucho que se trate de avanzar y conseguir más dinero, la elite mundial no dejará que los pobres se vuelvan más ricos. Los países con mayor concentración de ricos, con mayores riquezas les pagan a los países mas pobres para "desarrollarse" pero al hacer eso, solo se endeudan estos países por lo que el desarrollo que se crea solo es parcial. Es así como la elite mundial nos mantienen al margen de la pobreza, y ellos se vuelven más ricos, y los demás más pobres.
Las estadísticas no mienten. La riqueza mundial está dividida en dos: casi la mitad está en manos del 1% más rico de la población, y la otra mitad se reparte entre el 99% restante. El Foro Económico Mundial considera que esta desigualdad supone un grave riesgo para el progreso de la humanidad. La desigualdad económica extrema y el secuestro de los procesos democráticos por parte de las élites son demasiado a menudo interdependientes. En Estados Unidos, el 1% más rico de la población ha acaparado el 95% del crecimiento económico posterior a la crisis financiera entre 2009 y 2011, mientras que el 90% con menos recursos se ha empobrecido en este período. (OXFAM, 2014).
El precio de la desigualdad
Uno de los aspectos más siniestros de la economía de mercado que salió a la luz era la enorme y creciente desigualdad que ha dejado hecho jirones el tejido social estadounidense y la sostenibilidad económica del país: los ricos se hacían cada vez más ricos, mientras los demás tenían que afrontar unas dificultades que parecían incompatibles con el sueño americano. Era bien sabido que en Estados Unidos había ricos y pobres; y aunque esta desigualdad no la han creado exclusivamente la crisis de las hipotecas de alto riesgo y la recesión económica que vino a continuación —había ido aumentando a lo largo de las tres décadas anteriores—, la crisis empeoró las cosas, hasta el punto de que ya era imposible ignorarla (Stiglitz, 2012).
En Estados Unidos la situación económica de las clases sociales cambio de pronto después de la Gran Recesión, los pobres llegaron a otro nivel de pobreza y los ricos se hicieron más ricos, estas etiquetas que se extienden no solo en Estados unidos, sino en todo el mundo y dividen naciones e incluso dividen dentro de un país. Estados unidos si sabía que tenía gente pobre y rica, pero no se podía creer que ese 1% acaparara casi todo el crecimiento económico e incluso de ese porcentaje hay uno más pequeño que son más ricos que los mismos ricos, en especifico un 0.1% del 1% ya mencionado.
Pero ese aumento es novedad, no tiene más de diez años que ocurre este crecimiento. Hace aproximadamente treinta años, el 1 por ciento más alto de los perceptores de rentas recibía solo el 12 por ciento de la renta nacional. Ese nivel de desigualdad debería haber sido inaceptable ya de por sí; pero desde entonces, las diferencias han crecido espectacularmente, de forma que para 2007, los ingresos medios, después de impuestos, del 1 por ciento más alto habían llegado a los 1,3 millones de dólares, pero los del 20 por ciento inferior ascendían a tan solo 17.800 dólares (Stiglitz, 2012).
La desigualdad de Estados Unidos no apareció porque sí. Fue creada. Las fuerzas del mercado desempeñaron un papel, pero no fueron las únicas responsables. El hecho de que una desigualdad gigantesca no sea inevitable da motivos para la esperanza, pero en realidad lo más probable es que vaya a peor (Stiglitz, 2012). Y no solo en Estados Unidos aplica, en todos los países capitalistas también, y lo cierto es que países latinoamericanos como México, Colombia, Argentina, Brasil, Perú, tienen los recursos para salir adelante con sus propio terreno, y no necesitan la ayuda de los países más ricos y seguirse endeudando. Solo Colombia tiene más agua que toda la Unión europea, Ecuador con más reservas de petróleo que la ya mencionada Unión europea. Recursos que pueden usar y extraer para comercializar e impulsar la economía nacional, pero esto no sucede así y siguen pidiendo prestamos y endeudando el país año tras año. Si tan solo Brasil tuviera la tecnología necesaria en la medicina podrían impulsar un campaña en el Amazonas para buscar curas sobre varías enfermedades, como el cáncer, y si crea una Unión Latinoamericana impulsaría la economía de todos estos países, pero esto no es así, la desigualdad nos une también y países como Venezuela están pagando el precio. (H.P., 2016).
Otro enfoque para explicar la desigualdad pone el énfasis en las abstractas fuerzas del mercado. Desde ese punto de vista, lo que ha provocado que las fuerzas del mercado se hayan manifestado de la forma en que lo han hecho —con un declive de los ingresos de los trabajadores corrientes y un vertiginoso aumento de los ingresos de los banqueros cualificados— ha sido únicamente la mala suerte de los que están en la parte media y en la parte baja. Hay otros países industrializados avanzados, con unos niveles de tecnología y de renta per cápita similares que difieren muchísimo de Estados Unidos en lo referente a desigualdad de ingresos antes de impuestos (y antes de las transferencias), a desigualdad de ingresos después de impuestos y transferencias, a desigualdad de patrimonio y a movilidad económica. Esos países también difieren mucho de Estados Unidos en la tendencia de esas tres variables a lo largo del tiempo. las fuerzas del mercado son reales, pero que están condicionadas por los procesos políticos. Los mercados están condicionados por las leyes, las normativas y las instituciones. Cada ley, cada normativa, cada ordenamiento institucional tiene unas consecuencias distributivas, y el modo en que hemos ido configurando la economía de mercado estadounidense funciona a beneficio de los de arriba y en perjuicio de los demás. (Stiglitz, 2012).
Y cierto es que el 94% de la riqueza mundial solo esta disponible para el 20% de la población, es decir, los más ricos poseen casi toda la riqueza del mundo y esto gracias a la configuración de la economía de mercado actual, pero este 20% tiene que prestar ese dinero, porque dependen tanto del restante de población y viceversa.
El gobierno, como hemos visto, condiciona las fuerzas del mercado. Pero también lo hacen las normas sociales y las instituciones sociales. De hecho, la política, en gran medida, refleja y amplifica las normas sociales. En muchas sociedades, los de abajo, en su abrumadora mayoría, son grupos que, de una forma u otra, sufren discriminación. El alcance de esa discriminación depende de las normas sociales (Stiglitz, 2012). Normas sociales, etiquetas que ponen todas las personas para diferenciar a los que menos riquezas tienen, a los que necesitan de los ricos, gente con pobreza extrema que ellos mismos les enseñan a seguir ordenes y que sientan una satisfacción por las migajas económicas que les dan. La gente con tanta necesidad financiera cree que emigrar a otros países es la opción más benefactora tanto para esa persona como para la familia que necesita del dinero, lo cierto es, como dice (Stiglitz, 2012, en su libro "El precio de la desigualdad"), La inmigración, ya sea legal o ilegal, puede incrementar la oferta. Aumentar la disponibilidad de educación puede reducir la oferta de mano de obra no cualificada y aumentar la oferta de mano de obra cualificada. Los cambios en la tecnología pueden dar lugar a una reducción de la demanda de mano de obra en algún sector, o a una reducción de la demanda de determinados tipos de mano de obra y a un aumento en la demanda de mano de obra de otros tipos.
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