Formación

FORMACIÓN

• Tener como tarea “realizar una formación” no es más que, en el mejor de los casos, una ocasión para formarse.

• Las prácticas pedagógicas institucionales de la formación permanente se han extendido en ocasiones como fuentes de renovación de la formación de los enseñantes.

• La formación, que implica un trabajo del ser humano sobre él mismo, sobre sus representaciones y sus conductas, viene a evocarse como el advenimiento ineludible de un orden de cosas.

• De la formación se espera el dominio de las acciones y situaciones nuevas, el cambio social y personal.

• La problemática de la formación de los enseñantes se resume en la insuficiencia de los sistemas de formación frente a las transformaciones que afectan el papel del enseñante y su función social.

• La formación de los enseñantes es el lugar de mayor concentración ideológica. Las decisiones que pueden tomarse dentro de este campo tienen consecuencias profundas y a largo plazo sobre la orientación y el funcionamiento de todo el sistema educativo.

• Sea cuales sean los dispositivos de formación para los enseñantes son portadores de ideologías.

• Se puede ver la formación como una función social de transmisión del saber, como suele decirse del saber-hacer o del saber-ser.

• La formación también se puede ver como una institución ya que esta es un dispositivo organizacional que está lleno de programas, de planes de estudio y certificaciones.

• La formación es un proceso de desarrollo individual tendiente a adquirir o perfeccionar capacidades (de sentir, actuar, imaginar, comprender, utilizar el cuerpo, etc.)

• La formación no debe reducirse a una acción ejercida por un formador sobre un “formado” maleable que reciba de forma pasiva la configuración que le imprima el formador. El proyecto insensato de moldear al otro, de crear a un ser a su imagen, de infundirle la vida, que es el fantasma del animador, lo único que puede hacer es infringirle la muerte.

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