La Isla Desconocida

La isla desconocida es una fábula que nos habla acerca de la burocracia que existe en la sociedad actual. Nos habla que para pedir algo a los líderes o al gobierno es un proceso desgastante en el cual a final de cuentas mandan a una mujer de la limpieza a ver los problemas del pueblo, mientras ellos están recibiendo obsequios. Pero al mismo tiempo nos habla de que a pesar de todo, podemos lograr escapar de ella, si es que estamos decididos.

La historia empieza cuando un hombre se presenta ante la puerta de las peticiones del rey en donde su objetivo principal era llegar a hablar con el Rey para pedirle un barco. El rey se la pasaba siempre en la puerta de los obsequios recibiendo obsequio tras obsequio y cuando alguien llamaba a la puerta de las peticiones se hacia el desentendido y normalmente la mujer de la limpieza terminaba atendiendo esta puerta, ya que nadie más lo hacía, y cuando la abre para preguntarle al hombre que es lo que quería, este le responde que quiere hablar con el rey. Pero obviamente el rey no quería salir a hablar con él, entonces el hombre decidió permanecer en la puerta hasta que el rey cumpliera su petición. Permaneció frente a la puerta por un largo tiempo sin recibir una respuesta de su rey, y tras tres días de espera, el Rey finalmente lo atiende. El hombre finalmente hace su petición de querer un barco para ir en busca de la isla desconocida, y tras varias preguntas que le hace el rey, este no está seguro de darle un barco ya que no cree que el hombre pueda encontrar alguna isla desconocida porque el rey asegura que todas las islas ya han sido descubiertas.

Todo esto provoco que los demás vecinos que esperaban el cola para ser atendidos por el rey, se empezaran a desesperar y empezaron a gritar. La fila detrás de él ya era considerable, así que el rey no tuvo más remedio que responder personalmente a su petición. Al mismo tiempo, la mujer de la limpieza, sale por la puerta de las decisiones y su decisión fue ya no limpiar el castillo y seguir al hombre en busca de la isla desconocida, así que esta se va detrás del hombre. El hombre llega al puerto y le entregan su barco y se une con la mujer de la limpieza. Ella era la única que estaba dispuesta a encaminarse en esta aventura, pues después mucho buscar, nadie quería aventurarse a buscar algo que no existía. Después de cenar, cada uno se fue a dormir en lados diferentes del barco y esa noche el hombre tuvo un sueño en el que los que se negaron a acompañarlo estaban navegando con él en su barco, con animales, plantas y alimentos pero después, al no saber hacia dónde iban o si encontrarían algún día una isla nueva, lo abandonaron en la primera isla que encontraron. Al despertar, se dio cuenta que estaba en la cama abrazado con la mujer de la limpieza y cuando el sol se mostró, pintaron el nombre a su barco para ir en busca de sí mismos.

Creo que vivimos en una sociedad protocolaria. Una sociedad que nos impone una serie de procesos para poder alcanzar nuestras metas por insignificantes o importantes que sean, una sociedad complicada que abusa de nuestro tiempo y de nuestros espacios y del poco dinero que generamos, y que nos obliga a aceptar, sin más, una serie de reglas

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