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La Vida Es Sueño


Enviado por   •  20 de Octubre de 2013  •  15.149 Palabras (61 Páginas)  •  193 Visitas

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La vida es sueño

[Teatro: Acto Primero]

Pedro Calderón de la Barca

Personas que hablan en ella:

ROSAURA, dama

SEGISMUNDO, príncipe

CLOTALDO, viejo

ESTRELLA, infanta

CLARÍN, gracioso

BASILIO, rey de Polonia

ASTOLFO, infante

GUARDAS

SOLDADOS

MÚSICOS

ACTO PRIMERO

[En las montañas de Polonia]

Salen en lo alto de un monte ROSAURA, en hábito de hombre, de

camino, y en representado los primeros versos va bajando

ROSAURA: Hipogrifo violento

que corriste parejas con el viento,

¿dónde, rayo sin llama,

pájaro sin matiz, pez sin escama,

y bruto sin instinto

natural, al confuso laberinto

de esas desnudas peñas

te desbocas, te arrastras y despeñas?

Quédate en este monte,

donde tengan los brutos su Faetonte;

que yo, sin más camino

que el que me dan las leyes del destino,

ciega y desesperada

bajaré la cabeza enmarañada

de este monte eminente,

que arruga al sol el ceño de su frente.

Mal, Polonia, recibes

a un extranjero, pues con sangre escribes

su entrada en tus arenas,

y apenas llega, cuando llega a penas;

bien mi suerte lo dice;

mas ¿dónde halló piedad un infelice?

Sale CLARÍN, gracioso

CLARÍN: Di dos, y no me dejes

en la posada a mí cuando te quejes;

que si dos hemos sido

los que de nuestra patria hemos salido

a probar aventuras,

dos los que entre desdichas y locuras

aquí habemos llegado,

y dos los que del monte hemos rodado,

¿no es razón que yo sienta

meterme en el pesar, y no en la cuenta?

ROSAURA: No quise darte parte

en mis quejas, Clarín, por no quitarte,

llorando tu desvelo,

el derecho que tienes al consuelo.

Que tanto gusto había

en quejarse, un filósofo decía,

que, a trueco de quejarse,

habían las desdichas de buscarse.

CLARÍN: El filósofo era

un borracho barbón; ¡oh, quién le diera

más de mil bofetadas!

Quejárase después de muy bien dadas.

Mas ¿qué haremos, señora,

a pie, solos, perdidos y a esta hora

en un desierto monte,

cuando se parte el sol a otro horizonte?

ROSAURA: ¿Quién ha visto sucesos tan extraños!

Mas si la vista no padece engaños

que hace la fantasía,

a la medrosa luz que aun tiene el día,

me parece que veo

un edificio.

CLARÍN: O miente mi deseo,

o termino las señas.

ROSAURA: Rústico nace entre desnudas peñas

un palacio tan breve

que el sol apenas a mirar se atreve;

con tan rudo artificio

la arquitectura está de su edificio,

que parece, a las plantas

de tantas rocas y de peñas tantas

que al sol tocan la lumbre,

peñasco que ha rodado de la cumbre.

CLARÍN: Vámonos acercando;

que éste es mucho mirar, señora, cuando

es mejor que la gente

que habita en ella, generosamente

nos admita.

ROSAURA: La puerta

--mejor diré funesta boca--abierta

está, y desde su centro

nace la noche, pues la engendra dentro.

Suena ruido de cadenas

CLARÍN: ¿Qué es lo que escucho, cielo!

ROSAURA: Inmóvil bulto soy de fuego y hielo.

CLARÍN: ¿Cadenita hay que suena?

Mátenme, si no es galeote en pena.

Bien mi temor lo dice.

Dentro SEGISMUNDO

SEGISMUNDO:¡Ay, mísero de mí, y ay infelice!

ROSAURA: ¡Qué triste vos escucho!

Con nuevas penas y tormentos lucho.

CLARÍN: Yo con nuevos temores.

ROSAURA: Clarín...

CLARÍN: ¿Señora...?

ROSAURA: Huyamos los rigores

de esta encantada torre.

CLARÍN: Yo aún no tengo

ánimo de huír, cuando a eso vengo.

ROSAURA: ¿No es breve luz aquella

caduca exhalación, pálida estrella,

que en trémulos desmayos

pulsando ardores y latiendo rayos,

hace más tenebrosa

la obscura habitación con luz dudosa?

Sí, pues a sus reflejos

puedo determinar, aunque de lejos,

una prisión obscura;

que es de un vivo cadáver sepultura;

y porque más me asombre,

en el traje de fiera yace un hombre

de prisiones cargado

y sólo de la luz acompañado.

Pues huír no podemos,

desde aquí sus desdichas escuchemos.

Sepamos lo que dice.

Descúbrese SEGISMUNDO con una cadena y la luz vestido de

pieles

SEGISMUNDO:¡Ay mísero de mí, y ay infelice!

Apurar, cielos, pretendo,

ya que me tratáis así,

qué delito cometí

contra vosotros naciendo.

Aunque si nací, ya entiendo

qué delito he cometido;

bastante causa ha tenido

vuestra justicia y rigor,

pues el delito mayor

del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber

para apurar mis desvelos

--dejando a una parte, cielos,

el delito del nacer--,

¿qué más os pude ofender,

para castigarme más?

¿No

...

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